Espectáculos y Cultura > LO MEJOR DE 2015

Al servicio de las tablas

Entre las artes escénicas, el ballet se destacó con obras de gran magnitud y un aniversario memorable, mientras que el teatro, en tanto, cerró el año con reclamos y temores
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20 de diciembre de 2015 a las 05:00

Montajes extravagantes. Entradas agotadas. Producciones inconmensurables. A solo seis años de inaugurarse, el Auditorio Adela Reta ha demostrado llenar con creces el espacio del ex Teatro Urquiza (1931-1971), permitiéndole al Ballet Nacional del Sodre trascender el sitial privilegiado que ocupaba antaño.

En este 2015, la reivindicación fue más evidente que nunca y continúa palpándose incluso al finalizar el año, con Romeo y Julieta aún sobre sus tablas. Con el asesoramiento de los repositores Gary Harris y Patricia Ruanne, la obra del inglés Kenneth MacMillan se convirtió en "la producción más grande que ha tenido el Ballet Nacional del Sodre (BNS) en sus 80 años de historia", en palabras de su director, Julio Bocca. Fue reproducida en toda la complejidad de su coreografía y partió de una confección de vestuario y escenografía propia de los talleres del auditorio.

Sin embargo, el hito no llegó solo. Pocos días antes del estreno de Romeo y Julieta, Bocca recibió la Medalla Delmira Agustini del Ministerio de Educación y Cultura y la insignia de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras del gobierno francés. Concomitantemente, la compañía festejó sus 80 años junto a algunos de sus pares más destacados de la región: Teatro Colón (Argentina), São Paulo Companhia de Dança (Brasil) y Ballet de Santiago (Chile).

Además de una gala que incluyó piezas clásicas como Bayadera, Leaves are fadin, Giselle, Nuestros Valses, El lago de los cisnes y Don Quijote, el BNS tuvo la oportunidad de rememorar sobre su evolución a través del libro 80° Aniversario del Ballet Nacional del Sodre 1935-2015, a cargo de la investigadora y editora Virginia Arlington.

Empero, la proyección de la compañía no se limitó a los aplausos y ovaciones que atronaron en la bóveda de su sala principal. El éxito además llegó desde otras fronteras, con una gira internacional que pasó por México, Tailandia e Israel. Las visitas de figuras y cuerpos internacionales a Uruguay también coadyuvaron a subrayar una consolidación que ha dado nombre no solo a la compañía y a su casa principal, sino al país.

Así, Montevideo fue elegido como uno de los destinos de la Paul Taylor Dance Company, el Balé da Cidade de São Paulo y la bailarina Paloma Herrera, que se despidió de su rol como primera bailarina del American Ballet Theatre de Nueva York en el Teatro Solís.

Más allá de la danza

No obstante, este 2015 no fue solo dominio del baile, sino que la ópera también resonó sobre los escenarios. Desde las partituras del compositor local León Biriotti, la obra japonesa Rashomon se convirtió en la sexta ópera nacional y la quinta realizada en el auditorio del Sodre, movida por nueve cantantes, una docena de instrumentos y un estilo ecléctico.

Por su parte, el actor, director y murgista Coco Rivero se sumergió en el mundo del canto lírico junto al maestro Nicolás Rauss, con quien llevó adelante la ópera Las bodas de Fígaro, realizada casi en simultáneo con la versión teatral El casamiento de Fígaro, una exploración de dos lenguajes diferentes para relatar una misma historia.

Otro clásico, el Otello de Giuseppe Verdi y Arrigo Boito, retornó a Montevideo después de una ausencia de 35 años, presentándose con más de 200 artistas y una puesta en escena de gran detalle que apostó al efecto psicológico, aunque anclando al vestuario en la época isabelina.

La ópera, basada en la dramaturgia de William Shakespeare, no fue la única producción destacada del Bardo a nivel local. A través de una nueva visita de la compañía británica Globe Theatre, la comedia Mucho ruido y pocas nueces tomó el Auditorio Adela Reta invocando el espíritu intimista al que apelaban originalmente las obras del inglés.

El director estadounidense David Hammond también se convirtió en una figura reiterada en el teatro uruguayo de este año, al retornar al país con un montaje de La gata sobre el tejado caliente, del dramaturgo Tennessee Williams.

Pese a que la obra fuese una de las grandes nominadas de los Premios Florencio 2015, el galardón consagró tanto a Cocinando con Elisa y como a Constelaciones entre sus reconocimientos principales.

Con tramas y montajes contrastantes, Cocinando con Elisa, dirigida por Gerardo Begérez, retrata los juegos de poder entre una cocinera y su asistente, mientras que su compañera en el podio, Constelaciones, de Jorge Denevi, se centra en el romance entre una científica y un apicultor.

El equilibrio perdido

Sin embargo, sobre el escenario del Teatro Solís, las estatuillas no fueron el único foco durante los Premios Florencio. Desde la voz de la presidenta de la Asociación de Críticos Teatrales, María Rosa Carbajal, los reclamos del rubro fueron ovacionados ante un público de directores, actores y técnicos anuentes.

Solo un par de semanas antes, la Federación Uruguaya de Teatros Independientes se había manifestado en contra del recorte y redistribución de fondos destinados al Programa de Fortalecimiento de las Artes, manejado por la Dirección de Cultura de la Intendencia de Montevideo.

"Sin lugar a dudas estamos atravesando uno de los momentos más duros para nuestro teatro", manifestó Carbajal ante el público de los Florencio, haciendo referencia a la potencial disminución de un plan municipal que ha inyectado partidas anuales de $ 10 millones al teatro desde 2012. Algunos de los discursos que siguieron utilizaron la instancia de agradecimiento para reafirmar la crítica, al son del casi unánime: "Ni un paso atrás".

No obstante, a lo largo del año, el presupuesto y la subsistencia de las salas teatrales no fue la única preocupación de los actores, sino que algunos revelaron los resquebrajados cimentos del oficio. Así, de la mano de los actores Roberto Jones y Nidia Telles, las alarmas de celulares y las llamadas fueron enarbolados como unos de los grandes enemigos del teatro.

"El arte dramático no se produce si el espectador está en otra cosa", afirmó Jones, tras anunciar su retiro con la obra La memoria de Borges, aguardando a que alguna normativa, alguna regulación lo devuelva al teatro pero con ciertas garantías. Algunos con humor, otros con paciencia y unos tantos con angustia, todos lo han vivido, resignados o no a que los tiempos están cambiando. Y a que las tablas cambian también.

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