Los niños deberían dormir casi la mitad del día

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Alertan por aumento de los trastornos de sueño entre los niños de Montevideo

Estudio de la Universidad de la República muestra que más de la mitad de los menores sanos que acudieron a consultas en tres centros de salud de la capital padecían problemas de cantidad o calidad de sueño
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23 de diciembre de 2022 a las 05:03

Casi la mitad de la infancia la pasamos durmiendo. Durante esas (largas) horas de sueño, el cuerpo se relaja, la memoria se fija, el cerebro carga “combustible”, los anticuerpos se fortalecen para salir al ataque de un posible agente invasor, y el organismo resuelve problemas que, de no hacerlo, llevan a consecuencias bastante peores que un malhumor pasajero “por cansancio” o falta de concentración en la escuela. Pese a todas estas ventajas de un descanso reparador, los trastornos de sueño vienen en aumento entre los niños de Montevideo.

Un nuevo estudio de Facultad de Medicina de la Universidad de la República —realizado por cinco estudiantes de Metodología Científica II y orientados por dos neuropediatras— concluyó que más de la mitad (54%) de los niños sanos encuestados en tres centros de salud de Montevideo presentaron trastornos de sueño. Una investigación realizada ocho años antes con las mismas características, también enfocada en menores de dos a 15 años que acudieron a consultas pediátricas de rutina en sus prestadores, había identificado trastornos en el 31%. Por lo cual —emergencia sanitaria e incremento del uso de pantallas de celulares mediante— se observa una “disminución en la cantidad y calidad de horas de sueño”.

Entonces empieza un ciclo que parece más difícil desentrañar que aquel dilema de si primero vino el huevo o la gallina: el niño duerme en la noche menos horas seguidas de las que debería, durante el día está cansado y dormita cuando debería estar despierto (somnolencia diurna excesiva, le dicen los médicos), como “duerme” en el día está demasiado despierto en la noche, y así…

Tras encuestar a los adultos que conviven con los 239 niños que formaron parte del estudio, entre setiembre y noviembre, los investigadores comprobaron que más de un tercio de los menores padecía esa somnolencia diurna excesiva. Casi un tercio, también, tenía problemas para iniciar el sueño en la noche o para mantenerlo (por ejemplo: se duerme y enseguida se despierta). Un tercio también presentaba alternancia entre los ciclos de vigilia y sueño, un poco menos problemas respiratorios que a veces incluyen las apneas de sueño (que son más frecuentes en la edad preescolar) u otros trastornos. Y, por supuesto, varios de los pequeños tenían dos o más trastornos a la vez.

Si bien las características de la muestra no permiten aseveraciones del estilo “más de la mitad de todos los niños de Montevideo tienen problemas de sueño”, los perfiles de niños estudiados permite concluir que, al menos para ellos, los trastornos son frecuentes en quienes se atienden en el sector público y el privado, y que el uso excesivo de la pantalla —más bien en la noche— tiene incidencia en la cantidad y calidad del sueño.

En concreto: el riesgo de presentar algún trastorno del sueño es cinco veces mayor en niños expuestos más de cuatro horas de pantallas en la noche respecto a aquellos expuestos menos de una hora. Y el riesgo de sufrir somnolencia excesiva —siempre para aquellos que pasan más de cuatro horas frente a la pantalla después de las ocho de la noche— se multiplica por 15.

Cuando los investigadores fueron al terreno comprobaron que seis de cada diez niños pasan más de una hora frente a la pantalla en la noche. Y hay un 13% que pasa, en promedio, más de cuatro horas: quiere decir que no se duerme antes de la medianoche. En ese sentido, el estudio de Facultad de Medicina concluye que “la exposición a más de cuatro horas de pantalla luego de las 20.00 horas es un factor de riesgo, principalmente para trastornos del inicio y mantenimiento del sueño y como consecuencia somnolencia excesiva diurna”.

En síntesis, dice la investigación que el mes que viene se difundirá en la biblioteca abierta de la Udelar, “los resultados obtenidos alertan acerca de un problema de alta incidencia en la edad pediátrica, y la importancia de insistir en su pesquisa y en la educación de la población sobre sus consecuencias”.

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