Alessandro Baricco en el Solís

Espectáculos y Cultura > Visitante ilustre

Alessandro Baricco pasó por Montevideo, cerró la herida del tiempo y marcó un mojón cultural del 2022

La presentación del escritor e intelectual italiano en el teatro Solís, en donde fue declarado visitante ilustre, fue un hito cultural del año
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17 de octubre de 2022 a las 13:50

En la previa, decirlo era casi redundante: la visita al Uruguay del escritor e intelectual italiano Alessandro Baricco era uno de los acontecimientos culturales del 2022. Y es bueno reafirmar, entonces, dos días después del paso del autor por el escenario del Solís y de la exposición de su charla/performance/clase/encuentro con el público, que efectivamente fue así.

A través de la Comedia Nacional y el Instituto Italiano de Cultura de Montevideo, uno de los nombres más relevantes de la literatura europea contemporánea le regaló a la ciudad dos horas de reflexiones sobre el tiempo, el amor, la manera en que los clásicos reconfiguran esos dos puntos de anclaje y dejó suspendida sobre las tertulias del teatro la idea de que cerrar la herida del tiempo es, en definitiva, parte del propósito que la humanidad ha perseguido desde siempre.

Ante un Teatro Solís con entradas agotadas, Baricco comenzó su charla, titulada Sobre el tiempo y el amor, apelando a los mapas. Su relato partió de la atracción que desde siempre la cartografía ha ejercido sobre él, y se enfocó específicamente en uno: el que marca como la noticia de la fuga de Versalles de Luis XVI y María Antonieta, en plena Revolución Francesa, se extendió por todo el territorio francés. El pensador italiano utilizó ese primer ejemplo para demostrar cómo, en un mismo espacio, las realidades de dos personas cercanas puede estar alteradas a partir del conocimiento —o el viaje de ese conocimiento— de un hecho específico que rompe con el esquema de “la telaraña” y cambia las configuraciones humanas. 

Alessandro Baricco en el Solís

La maraña de noticias, destinos y percepciones tuvo también otro eje disparador: los últimos días de Tolstoi en la localidad de Astapovo en 1910, a donde se había escapado huyendo de su vida aristocrática y de su esposa, y un lugar en el que muchísima gente se congregó para despedirlo.

Después, el tiempo se unió con el amor y la performance le hincó el diente a tres obras cumbres de la literatura universal que le sirvieron al autor para ahondar un poco más en ese concepto de la herida del tiempo: los desencuentros de Florentino Ariza y Fermina Daza en El amor en los tiempos del cólera, dos escenas de Romeo y Julieta y el punto de encuentro entre Ulises y Penélope en Ítaca al final de la Odisea

En ese sentido, la exposición del autor de Seda, La esposa joven, Una cierta idea del mundo y The Game, entre otros títulos destacados, bien podría haberse sostenido simplemente por su caudal intelectual y conceptual, por las intersecciones y los encuentros entre las obras y la manera en la que estas dialogan entre sí a partir del tema elegido, pero si su protagonista la llama performance artística por algo es. En el fondo, la manera en la que Baricco interpretó, relató y expuso sus ideas fue, también, parte del encanto de la función. A partir de una puesta en escena despojada que incluyó únicamente un escritorio, una serie de proyecciones, al autor y su traductora —que se destacó, por otro lado, como una pieza más del engranaje del espectáculo—, el hecho teatral sucedió y Baricco lo apuntaló. Su talento vocal y el carisma innato fue capaz de doblegar la, a priori, tosca barrera idiomática y resultó casi irresistible no dejarse llevar por la cadencia de una presentación que terminó con una nota elevadísima que hizo olvidar, por ejemplo, que su responsable estuvo al borde de la muerte hace poco menos de un año.

Alessandro Baricco

Lo que yo quisiera lograr no es solo que la gente aprenda algo, sino que se emocione mientras aprende. Este es un rito colectivo de emoción y de aprendizaje”, había dicho el autor el viernes, en una conferencia de prensa previa a la función del sábado. En cierto modo, eso sucedió en el escenario del Solís: la herida del tiempo se cerró y por un rato el contexto y la distancia entre los asistentes dejó de importar. El rito quedó marcado por la emoción genuina y algo más quedó prendido del aire, o de las bombitas de una sala que jamás quedó a oscuras: una capa de belleza profunda, un soplo refrescante que llegó desde Turín hasta Montevideo y marcó un punto de inflexión en el año que ya se está terminando.

Después del fin de su presentación, y luego de ser declarado visitante ilustre en el escenario por la intendenta Carolina Cosse, Baricco dijo: “recordaré esta noche por el resto de mi vida”. Si el italiano estaba regalando otra muestra de seducción y carisma o lo decía en serio es algo que solo él sabrá. Quienes estuvieron en las butacas del teatro, sin embargo, lo saben bien: por supuesto que esa noche quedará. 

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