Una gran oreja de acrílico va tomando distintas tonalidades en el CTI pediátrico. Basta que las voces se levanten un poco por encima del tono natural, para que la oreja pase de verde a rojo, y allí está la señal para bajar la voz. Sin embargo, la imagen no es la que tal vez uno puede tener si no ha visitado el Centro Pereira Rossell, que es al que nos referimos en este caso. Se respira esperanza, a pesar de las situaciones al límite que se viven a diario. Algunas madres, casi todas muy jóvenes, transitan por los pasillos con gestos de angustia, pero siempre hay alguien del equipo de salud que se detiene un minuto a hablarle, a contenerla. A pocos pasos están las incubadoras, y en ellas esos puñaditos de vida luchando por sobrevivir. Y ahí surge la primera buena noticia: la mayoría lo logrará, y esto es posible gracias a los avances que ha tenido el Centro de Fetología Clínica del Hospital de la Mujer del Pereira Rossell, para cuya acción se ha vuelto vital la participación de la Fundación Álvarez - Caldeyro Barcia.
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