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Arata, la figura de Christians: “Esta familia me dio un empujón para crecer como persona”

El medioscrum fue clave para el título pero prefiere destacar a sus compañeros: “Los tries son cosas que se dan. Yo estoy enamorado de este club”
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19 de noviembre de 2019 a las 15:25

Fue uno de los nombres más aplaudidos de Los Teros en el Mundial, y la imagen de su try ante Fiji quedará por siempre entre las más recordadas de Japón 2019. Santiago Arata ya tenía un 2019 como para encuadrar, pero el fin de semana le agregó un capítulo más: levantar la copa del Uruguayo de clubes con Old Christians, luego de hacer un partido memorable, en el que apoyó tres tries y abrió un partido que venía extremadamente parejo.
 
Arata se refiere al Christians como su “familia”. Y tiene un sentimiento de gratitud eterna por ese club que lo recibió ya con 19 años, cuando decidió irse de PSG porque entendía que necesitaba un nivel de competencia más alto. Fue una decisión traumática, pero le abrió la puerta a un mundo nuevo, que coincidió con su llegada a la selección mayor, y el momento en que empezó a concretar todo lo bueno que se hablaba de él en juveniles. Un medioscrum que defendía como un tercera línea, que tackleaba a jugadores que le sacaban dos cabezas y 20 kilos, pero que también atacaba los espacios que no veía nadie, valiéndose de su velocidad, cambio de paso y poder de elusión. En el medio, festejaba dos títulos con los azules, y era protagonista de un momento de quiebre, en el que Christians estableció un modelo de club que hoy marca la pauta del rugby uruguayo. Y en la selección, era el símbolo de la era Meneses, y del cambio de era hacia un juego más ofensivo e integral.

Arata se fue al exterior a inicios de año, buscando dar otro salto en su nivel competitivo. Recaló en los Houston Sabercats de la Major League Rugby de EEUU, aunque pudo jugar poco entre una sanción con Los Teros y una lesión. Terminó de explotar en la copa del mundo, y al terminar, no dudó: decidió defender a Christians en la definición del Uruguayo, aprovechando que la URU autorizaba a volver a todos los Teros que militan en EEUU.
 
Arata arrastraba una lesión en la mano de su último partido del Mundial, ante Gales. Se le salió dos veces de lugar el dedo pulgar y estuvo a punto de tener que pasar por el quirófano, pero zafó. Y empezó a hacer fuerza para jugar la definición del torneo local. Finalmente, quedó habilitado por los médicos para jugar la final, aunque no estaba al 100%, como dejaba ver la venda que usó en su mano. Así y todo hizo un partido perfecto.
 
Al terminar el partido, cientos de hinchas de Christians lograron lo que no pudieron hacer los jugadores de Old Boys casi en todo el partido: detenerlo, para abrazarlo, felicitarlo y agradecerle. La nota se demoró varios minutos, pero finalmente habló con El Observador casi que escondido en pasillo que lleva al vestuario donde sus “hermanos”, cantaban y festejaban. 

“La verdad que fue un año increíble, espectacular. Se me dieron muchas cosas inimaginables, ganarle a Fiji, el Mundial que hicimos. Y volver  a jugar con tu familia y salir campeones es increíble”, sostiene Arata, que en todo momento trata de sacarse de encima el mérito de la victoria, y extenderlo a todo el equipo. “Los tries son cosas que se dan. Yo estoy enamorado de este club, de esta familia, porque me dieron la oportunidad”, reflexiona el medioscrum, que confiesa que no sabía cómo responderían sus compañeros del club al volver luego de haber estado sin jugar todo el año. “Entrás pensando muchas cosas, que te van a poner cara larga, pénsas qué tenés que decirles. Pero entré y fue como estar en familia”. Y destaca sobre todo a Manuel Martínez, emblema del club y que le cedió su lugar de medioscrum para la final. “Estoy muy agradecido, el Manteca es un jugadorazo, me ha demostrado muchas cosas y poder compartir con él un campeonato más es increible”.

A veces es lógico escuchar a jugadores elogiar a su club. En definitiva, se criaron allí desde que tienen memoria, y muchos de los recuerdos más felices de la vida tienen al club como escenario. El caso de Arata es diferente, porque llegó de grande. Pero tiene el mismo sentimiento de pertenencia que los más veteranos.
 
“Sin duda, me costó mucho  llegar hasta acá, también este año tocó irme para afuera, vivir experiencias, a veces buenas, a veces malas.  Esta familia me dio un empujón para crecer, no solo como jugador sino como persona, que es lo que más agradezco. Personas como Manteca Martínez, el Gordo Espiga, el Cafe Bermúdez. Me van matar pero son unos viejos y siguen estando en cada entrenamiento. Este club tiene algo. Usamos mucho el término de familia”.
 
La vuelta tenía el condimento extra de la lesión, y la incertidumbre de no saber si podría estar a la orden. “Quería volver a jugar con el club, estaba lesionado, y se me venía el mundo abajo si no podía jugar. Pero mis amigos estuvieron conmigo, me tiraron para adelante. Quiero destacar a Gonzalo Rodríguez, el doctor del club, y a todos los compañeros que no me dejaban poner cara larga. Gracias a eso llegué. A veces uno hace sacrificios y no sabe si va a legar. Pero cuando tenés el apoyo constante de tus amigos, tus viejos, tu club, se logran cosas inimaginables. Es el ejemplo de la selección, o el club”.
 
“Fue un partido físico, tremendo. Los dos teníamos errores, un scrum parejo, no tuvimos obtención en el line que nos complicó. Pero la defensa nos ayuda, nos desahoga, y la presión fue lo que logró que Old Boys cometiera errores. Se me dió en ese tapón que nos dio un respiro para salir distinto al segundo tiempo”, dice el medioscrum
 
Sobre esa jugada, Arata dice que se la copió a Gareth Davies, medioscrum de Gales. “Lo ví en el mundial, lo practicaba y no me salía”, asegura y destaca el trabajo de Old Boys. “Nos terminaron encajonando, nos hicieron un try, se levantaron. Hay que jugar siempre de igual a igual y no regalar nada”.
 
Sobre el futuro, no quiere decir una palabra. Tiene contrato vigente con Houston por un año más, pero también algunos especulan con un salto a Europa. Dentro de la cancha vuela con sus pies, sus manos y su cabeza, pero fuera de la cancha muestra los pies bien afirmados en la tierra. “El futuro es incierto, Primero hay que disfrutar lo que uno vive ahora. El futuro puede ser acá o afuera, pero no hay que pensarlo mucho sino disfrutar esto. Si fuera por mí me gustaría jugar en el club toda la vida”.

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