Economía y Empresas > coyuntura compleja

Argentina en “modo coronavirus”: temor al colapso sanitario y default de deuda a la vista

Mientras las empresas empiezan a aplicar masivamente el teletrabajo, la economía da señales de un enfriamiento peor al previsto. Los bonos soberanos se desploman y entran en el radar de los fondos buitre
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13 de marzo de 2020 a las 16:27

El coronavirus tiñó todos los aspectos de la vida argentina. Miles de personas permanecen en “cuarentena” domiciliaria por haber visitado países con alto riesgo de contagio, mientras las autoridades de salud pública expresan su temor a un inminente colapso del sistema.

De hecho, las líneas telefónicas oficiales para consultar dudas y solicitar el test confirmatorio del virus ya fueron desbordadas por la demanda.

Hasta el viernes, los contagiados eran 31 -de los cuales dos fallecieron- pero el conteo aumenta día a día. Y lo que en un principio se creyó imposible, que es la réplica de una situación similar a la de Italia, ya no se considera una situación tan alejada.

Con cierto retraso, el gobierno reaccionó con medidas duras, entre ellas la suspensión de los vuelos desde Europa, Estados Unidos, China y países asiáticos donde se inició la pandemia. Y se suspendieron todos los eventos deportivos, artísticos, convenciones empresariales y profesionales y cualquier actividad que suponga la congregación de público masivo.

Para las empresas, supuso la puesta en marcha a contra reloj de protocolos sobre cómo lidiar con casos sospechosos de la enfermedad y la aplicación en gran escala del teletrabajo.

Un debate en este momento es el de los seguros y la “letra chica” de las excepciones a las coberturas. Para el caso de los seguros por accidentes laborales, las empresas salieron a aclarar que no consideran que una situación de pandemia deba estar incluida dentro de su cobertura.

En otras palabras, que no se consideran en situación de tener que pagar indemnizaciones en el caso de que alguien se haya contagiado el coronavirus en el lugar de trabajo.

Y en cuanto a las rescisiones de contratos –se suspendieron desde conciertos musicales como el Lollapalooza hasta partidos de fútbol-, también hay discusión, porque el hecho de que se haya declarado el coronavirus como “pandemia” hace que las empresas aseguradoras se consideren exoneradas de dar coberturas.

Lo cierto es que el país se prepara para un escenario de empeoramiento drástico de la situación. Así lo dejó entrever Alberto Fernández, que por primera vez desde que asumió la presidencia usó la cadena nacional para explicar las medidas de emergencia sanitaria, llegando al grado de explicar didácticamente la forma correcta de toser o estornudar sobre el codo y no sobre la mano.

La grieta no entra en cuarentena

Pero esto es Argentina, y por lo tanto es inevitable que el tema se politice y la opinión pública se divida según la lógica de la “grieta”.

Para la oposición, quedó en evidencia que el gobierno tuvo un mal manejo. Dirigentes políticos y cibermilitantes en las redes recordaron cómo el ministro de Salud, Ginés González García, minimizó al principio la gravedad de la situación y pronosticó que, dada la lejanía de Argentina respecto del foco asiático inicial, sería muy improbable que el coronavirus llegara hasta aquí.

La comparación entre esa afirmación inicial y otra de una semana más tarde, en la que confesaba que lo había sorprendido la rapidez con la que se había propagado la enfermedad a través de la “importación” por los turistas que regresaron al país se transformó en un hit en las redes sociales.

Hubo otras críticas, entre ellas el hecho de que el aislamiento de dos semanas para los turistas que llegaban desde los países infectados recién se haya hecho de manera obligatoria ahora que ya hay 30 infectados. En el inicio, la “cuarentena” era solo voluntaria y figuraba como recomendación de salud pública, pero sin que mediaran sanciones para los infractores.

Además, el gran tema de debate por estas horas se centra en si se deben suspender las clases. El gobierno no quiso llegar a tomar esa medida. Fue apoyado por los gremios, que alegaron la necesidad de que los chicos no perdieran días de clase, lo cual dio lugar a críticas, porque se trata de los mismos dirigentes docentes que convocaron a paros en la actividad por reclamos salariales.

Ronda el virus… y los fondos buitre

Como ocurrió en todo el mundo, el coronavirus implica no sólo la crisis sanitaria sino también la económica. Y, en el caso argentino, implica un riesgo mucho más alto de default de la deuda.

En los últimos días, contagiados por la caída generalizada de los mercados, se desplomó la cotización de los bonos argentinos. Y se dispararon los seguros contra impagos –credit default swaps, en la jerga de los mercados- de tal forma que ahora el riesgo implícito de default subió a un 70% de probabilidades.

El riesgo país, que se ubicaba en torno a los 1.800 puntos cuando asumió Alberto Fernández, ya pasó la exorbitante cifra de 3.100 puntos, lo que implica que los bonos de deuda soberana ya cotizan al nivel de “bonos basura”.

Esto implica un riesgo, y es el probable regreso de los “fondos buitre”, que hasta ahora se habían mantenido al margen. Estos inversores solo compran papeles que hayan perdido más del 60% del valor nominal y, una vez que los incorporaron a sus carteras, son duros litigantes, por lo general sin aceptar propuestas de canje que hagan los gobiernos.

Por su parte, los funcionarios del área económica argentina no han dado señales tranquilizadoras. El ministro Martín Guzmán dio a entender que habrá una quita sustancial en el capital de los bonos, de manera de asegurar que la deuda sea pagable. Eso hace que los inversores pierdan esperanzas de poder recuperar valor y tengan mayor predisposición a desprenderse de los títulos.

Además, el país envió un comunicado a la autoridad regulatoria de la bolsa neoyorquina, en el cual informa que el plan económico se podrá ver afectado por la crisis del coronavirus. Y que, concretamente, el objetivo del equilibrio fiscal que pensaba lograrse en 2023 tal vez tampoco sea factible.

Sin fondos fiscales, y encima con un recorte en la actividad económica por causa del coronavirus que en principio se calculó en medio punto del PBI, los inversores no ven chances de que Argentina pueda pagar.

Al comienzo, llegó a haber cierta especulación en el sentido de que quizás la crisis fuera beneficiosa, porque la caída de todos los mercados podría hacer que la deuda argentina no se viera tan poco atractiva y estarían más proclives a aceptar una quita de capital. Sin embargo, con el correr de los días se vio que no era así, y hoy todos los analistas prevén una situación peor a la inicial.

“El gobierno propondrá una renegociación inaceptable para los bonistas, con lo cual la cesación de pagos está a la vuelta de la esquina”, escribió en su último reporte Salvador Di Stefano, un analista influyente entre los exportadores agrícolas.

El sector de los productores es uno de los más golpeados en este momento. El precio de la soja –principal rubro de exportación argentina- cayó a su nivel más bajo en seis meses, y esa situación se combina con un aumento de las retenciones hasta un 33%.

Con mal “timing”, las agremiaciones rurales convocaron a un paro de actividades y manifestaciones en las rutas justo la semana en que estalló la crisis del coronavirus, lo cual hizo que su protesta tuviera poca trascendencia mediática y bajo nivel de apoyo social.

Pero el impacto del coronavirus empeorará más la situación. Se espera una caída en los niveles de demanda de China, uno de los principales compradores de productos del campo argentino. Y nadie se anima a pronosticar dónde frenará la caída de precios de materias primas.

El tipo de cambio, bajo presión

El gobierno ya empezó a recibir pedidos de asistencia por parte de sectores afectados por la crisis. Los primeros en obtener ayuda fueron los empresarios del sector petrolero, que ante la caída de los precios lograron un cierre comercial con establecimiento de licencias no automáticas de importación.
Ahora, naturalmente, los mayores reclamos provienen de líneas aéreas y agencias de viaje, que vieron desplomarse su negocio.
Y en el mientras tanto, todos siguen de cerca la reacción del tipo de cambio en el mercado paralelo. Hasta ahora, el gobierno ha optado por no seguir la ola regional de devaluar la moneda, lo cual tiene su explicación: el gobierno de Alberto Fernández volvió a la vieja receta de usar al dólar congelado como ancla de la inflación.
Pero este “cisne negro” determinó que, aun con la vigencia del cepo cambiario, las tensiones volvieran. Por lo pronto, el dólar “blue” y el tipo de cambio que surge de la triangulación de bonos con el mercado neoyorquino –en “dólar contado con liquidación”, en la jerga de la City porteña- se dispararon respectivamente 30% y 40% sobre el dólar oficial.
De manera que la disyuntiva del momento para el Banco Central pasa por determinar qué es prioritario: si mantener clavado al dólar para contener los precios ante una inflación con un fuerte componente inercial o si acompañar la onda devaluatoria de la región para no perder la competitividad exportadora.
Las primeras señales apuntan a que se privilegiará el primer objetivo.

Argentina cerrará sus fronteras

Alberto Fernández, anunció la noche del domingo la suspensión de las clases en todo el sistema educativo y el cierre de las fronteras del país, ambos hasta el 31 de marzo, para contener el contagio del nuevo coronavirus. “Tomamos la decisión de suspender las clases a partir de mañana (lunes) hasta el 31 de marzo, con el propósito de minimizar el tránsito de los chicos y así, del virus” dijo el presidente en conferencia de prensa.

También se anunció el cierre de las fronteras  para el ingreso de extranjeros no residentes sin impedimento para salidas del territorio. “Hemos cerrado las fronteras de Argentina porque el coronavirus está empezando a afectar a los países limítrofes y porque por las fronteras terrestres llegan turistas que vienen de zonas de riesgo”, explicó.

Dijo que también se suspenden los espectáculos deportivos y musicales y anunció el cierre de los centros comerciales. Aclaró que los partidos de la liga de fútbol podrán seguir jugándose a puertas cerradas.

Otras medida anunciada es dar licencia a todos los mayores de 65 años, el grupo etario más afectado por el nuevo coronavirus. “Les vamos a pedir que se queden en sus casas”. Por el momento no se ordenó una cuarentena por 10 días en todo el país. El presidente había declarado horas antes que se analizaba esa posibilidad. El gobierno anunció que el lunes se reunirá el gabinete económico-social para analizar medidas para paliar la restricción de la actividad económica en un país que está en recesión desde mediados de 2018 con alza de la pobreza y el desempleo. 

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