Llegó sobre el mediodía con la lista en el bolsillo interior –el izquierdo– de su campera y de la mano de Laura Motta, que volvió al liceo de su adolescencia para votar junto a su esposo y ayudar a intentar proclamarlo en las urnas como candidato a la Presidencia por el Frente Amplio.
"¡Vamo arriba, Pelado!", le gritaron a Daniel Martínez los militantes que lo esperaban en la puerta junto a la senadora socialista Mónica Xavier y el intendente de Montevideo, Christian Di Candia.
No era un día más para el hombre de 62 años a quien todas las encuestas dan como probable triunfador de la interna frenteamplista, pero que se confiesa "cabalero" y esperará los resultados en el mismo cuarto de hotel en el que en 2015 recibió la noticia de que se convertía en intendente. "Di todos los exámenes de facultad con dos camisas. Usaba una, al siguiente cambiaba por la otra. Son cábalas", contó a la prensa antes de entrar a votar.
Consultado por la definición de la fórmula, respondió que no le gusta "vender la piel del oso antes de cazarlo" y que sería "un acto de soberbia" tener algo resuelto antes de los resultados de esta noche. Para después, dijo que "estaría bueno" que la dupla quedara confirmada en el correr de la semana, antes de que el sábado se tome licencia por diez días y emprenda viaje a Estados Unidos. "Aunque no es imprescindible", matizó.
Ya adentro del Liceo 28, en el corazón de Pocitos, se encontró con colegas ingenieros que lo recibieron entre abrazos y selfis, y viejos compañeros de la militancia clandestina como el "Cheto" Escuder que aprovecharon la larga fila para rememorar las noches en que hacían "campana" para pintar los muros de rojo, azul y blanco, así como las huidas de las balaceras y las "caídas en cana". "Era una época en la que teníamos paradigmas", comentó entre risas uno de los compañeros de lucha.
"Acá cursé preparatorio de arquitectura y tuve a los mejores profesores", recordó Motta mientras esperaba entrar al cuarto secreto. Lo hizo antes que su esposo y mostró el sobre para las fotos, con una sonrisa de oreja a oreja.
Martínez la secundó al grito del infaltable "vamo' arriba" y se tomó unos pocos segundos detrás del biombo para sacar del bolsillo la lista con su cara y su apellido, volver a aparecer ante las cámaras y votarse a sí mismo como candidato a presidente.
"Tranquilo, tranquilo", le decían sus compañeros de equipo mientras lo escoltaban de vuelta a la salida. Pero Martínez –un optimista radical– dijo tomarse el día con "serenidad" y la convicción de que "pase lo que pase" terminará sonriente en la Huella de Seregni. Antes matará el tiempo con un asado en familia y sobre las 18 horas se trasladará al octavo piso del hotel Crystal Tower, ese que se convirtió en su talismán cuatro años atrás.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá