En ese proceso de cambio, los directores casi que no se cuestionaron nada y entendieron que debían dar su mayor potencial para servir de ayuda en medio de la emergencia sanitaria. ATGen no era una empresa que diera grandes dividendos, al contrario. “Desde hace 20 años estamos caminando por la cuerda floja y no teníamos espalda económica para casi nada más que lo básico”, dijo Abín.
Por eso, una de las mayores dificultades era conseguir los recursos necesarios para hacerle frente a la alta demanda de personas que llegaba al LATU –lugar donde están los laboratorios– para realizar el test. “La gente saltaba el portón, se enojaba si le decíamos que no teníamos disponibilidad. Era una locura”, agregó Abín.
En esos momentos caóticos, una de las cosas que más destacan es el constante apoyo que tuvieron a la hora de la articulación con otras instituciones. La Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), las universidades privadas, el hospital Pasteur y la Universidad de la República (Udelar) fueron algunas de las organizaciones que dieron su apoyo a través de recursos para la elaboración de los kits de diagnóstico.
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“Al principio mucha gente nos daba todo, porque era la única manera de paliar una situación que en ese momento no se sabía en dónde iba a terminar”, afirmó Abín. “Se te terminaban los reactivos, hacías una llamada y caían los camiones”, acotó Sarlos.
En el caso de las autoridades del Poder Ejecutivo, Sarlos contó que “hubo que ganarse la confianza”. En este sentido, el directivo sostuvo que el hecho de que el gobierno fuera nuevo hizo que algunos procesos se retrasaran más “por razones obvias y entendibles”. Además, los directores destacaron que hay otras organizaciones que ayudaron pero prefirieron no nombrarlas.
En tanto, destacaron que la mayoría de los profesionales y administrativos que trabajan en la empresa hicieron horas extras. “Cuando me refiero a horas extras, te estoy diciendo trabajar de lunes a domingo”, rememoró Sarlos. Es que los teléfonos de ATGen no dejaban de sonar, porque muchos uruguayos llamaban para hacer consultas y realizarse el test de diagnóstico.
También tuvieron que triplicar la cantidad de empleados para estar a tono con la demanda y no colapsar.
Un mito
El equipo de ATGen no se cuestionó que debía aportar su granito de arena para ver la luz al final del túnel. Aquí las decisiones empresariales pesaron poco, porque la zanahoria no era recaudar más, sino simplemente aportar.
“Cuando me encuentro con alguien en la calle, cree que me estoy forrando. Pero no, juro que no”, dijo Abín. En esta lógica, contó que al principio de la pandemia no sabían qué tanto estaban ganando, y sospechaban que estaban yendo a pérdida. “En un momento era una duda seria que teníamos, porque eso iba a condicionar las acciones que pudiéramos llegar a tomar en el corto plazo”, agregó.
Cuando la pandemia comenzó, los directores habían pactado un precio de alrededor de $ 3.000 por cada test, pero con el correr de los meses se dieron cuenta de que estaban gastando más dinero del que entraba. “Subió todo, aumentamos el personal y teníamos más gastos.
Entonces, lo que ganábamos se redujo y tuvimos que ajustar el precio”, recordó Sarlos. De igual modo, trataron de que el ajuste fuera mínimo porque entienden que realizarse un test –en medio de esta situación de emergencia– “es un derecho”.
El concepto que los directores manejan para explicar esto es el dinamismo de la situación. Esto fue algo que se vio tanto en la sociedad misma como dentro de la empresa. “Pasamos de cero a cien en muy pocas horas, entonces eso hace que haya cosas que no se tengan en cuenta”, dijo Abín.
Esto también pasa a la inversa, dado que cuando la cantidad de casos baja y la situación se controla, el equipo de ATGen también disminuye las horas de trabajo y los recursos empleados. “Cuando teníamos dos o tres casos por día, entraba al laboratorio y estaban todos con el celular porque no había casi nada por hacer”, subrayó.
Sin embargo, ante el nuevo brote en la Médica Uruguaya, el ritmo subió y hoy en día reciben entre 150 y 200 llamadas por día. También se puso un chatbot para que conteste preguntas de manera automatizada y alivianar al equipo de trabajo.
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Otro de los momentos que recuerdan los directores fue cuando les comunicaron que debían ir al crucero Greg Mortimer para hisopar a todos los tripulantes. “En nuestra vida imaginamos que íbamos a estar en un crucero, que íbamos a poner un laboratorio al lado. Eso sí que es dinamismo”, recordó Abín entre risas.
Responder para llegar
Cuando a los directores se les pregunta sobre los grandes aprendizajes que les dejó esta situación, ambos coinciden en que la clave es accionar rápidamente para solucionar los problemas. Esto es algo que han tratado de hacer desde que la empresa se formó y no han puesto tanto el foco en las estrategias empresariales, porque entienden que el rubro en donde se desarrollan debe solucionar problemas para luego pensar en la conveniencia económica. “No estamos con la calculadora para ver si esto rinde o no rinde”, dijo Abín. También explicó que hay proyectos, vinculados con el coronavirus, que no necesariamente les han dejado una ganancia económica.
Uno de estos fue la contratación del chatbot, que está ideado para responder una gran cantidad de preguntas en poco tiempo. Pero si el número de positivos baja y la situación a nivel nacional se controla, no tiene razón de ser. “Ahí estás perdiendo plata constantemente, pero no podés eliminarlo porque viene un brote como este y lo necesitás”, sostuvo Sarlos.
No obstante, ambos directores comprenden que en algún momento la pandemia estará del todo controlada y deberán tomar decisiones para que los ingresos no se vean demasiado reducidos. “Creo que lo más traumático para nosotros como empresa es ese constante sube y baja en el que estamos”, reflexionó Abín.
Para Sarlos, por su parte, esa es una de las características de ATGen y por eso han tenido éxito en su actividad desde el 13 de marzo. “Cuando cae la llamada un viernes a las ocho de la noche, atendemos y decimos que sí. Después vemos cómo hacemos pero siempre confiamos en que podíamos responder”, agregó al respecto.
Más conciencia
Aunque a nivel empresarial los directores no tienen aún aprendizajes claros, sí los han pensado a nivel profesional.
Para Sarlos, fue clara la falta de insumos que hubo al principio por la dependencia de proveedores internacionales. “Creo que eso le abrió los ojos a todo el mundo. Nosotros penamos compitiendo con internacionales y fracasamos sistemáticamente”, agregó Abín.
Dijeron que hay que tener claro que la situación provocada por la pandemia puede volver a suceder en otros sectores, como por ejemplo el ganadero. “No tenemos idea de lo que va a pasar después del covid, pero creo que quedó claro que hay un debe con las empresas locales”, dijo Abín.
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Para Sarlos, la situación es tan desigual que, si dependiera de las ventas dentro de Uruguay, ATGen ya hubiera desaparecido. En el correr de los años, han logrado sellar algunos acuerdos en otros países y gracias a ello han logrado ingresos suficientes como para seguir en el mercado. “No estamos pidiendo apoyo directo del gobierno, estamos pidiendo poder competir de manera justa”, sostuvo Sarlos. Abín hizo la salvedad de que esto sucede tanto en el sector público como privado, a lo que Sarlos acotó que “es más triste que suceda” en el primero.
De cara al futuro, a pesar de que no saben a ciencia cierta lo que va a pasar, entienden que la actividad que han tenido estos meses le ha dado “un nombre a la empresa”. Esto es algo que puede ser un factor a favor cuando tengan que competir con las grandes compañías del mundo.
Visibilidad sí, conciencia no
Laura Macció, directora de Aranvanlabs, coincidió con Sarlos y Abín en que la situación del sector era compleja antes de las pandemia. Agregó que gracias a la pandemia se visualizaron todas las oportunidades que tiene Uruguay dentro del sector. Para poder materializar estas posibilidades, para Macció las autoridades deberán realizar un plan estratégico en donde articular los intereses de las empresas y las necesidades de la sociedad. “Creo que la pandemia trajo gran visibilidad”, afirmó. No obstante, no cree que haya una “toma de conciencia real” porque aún falta realizar un análisis y ver cuáles son las debilidades del sector luego de que la pandemia pase. “Hay que marcar objetivos y realizar un plan para alcanzarlos. Si bien se comenzó a hacer cosas para incentivar al rubro, aún falta camino por recorrer”.