República Dominicana quiere desvincularse de los problemas de Haití

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Avanza el muro que separará República Dominicana de Haití, el país más pobre del continente

Lo llaman “verja perimetral inteligente” pero será la frontera física entre los dos países que comparten la isla a la que llegó Cristóbal Colón
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01 de julio de 2022 a las 10:19

La decisión la tomó el gobierno del actual presidente de República Dominicana, Luis Abinader, que en febrero pasado inició las obras. Cuando estén concluidas, un muro de hormigón macizo de 3,90 metros de alto y 376 kilómetros de largo marcará la frontera entre su país y Haití, la nación más pobre del continente.

Asolada frecuentemente por catástrofes políticas y sociales, resulta un vecino “indeseable”. Habrá 170 torres de vigilancia y algunas puertas de acceso. Similar al muro que ideó Donald Trump para separar a Estados Unidos de México, o el que separa a israelíes de palestinos en Gaza y Cisjordania, o el que dividió a los berlineses durante la Guerra Fría. Lo mismo, pero en la paradisíaca isla caribeña a la que llegó Cristóbal Colón en 1492 y bautizó como La Española.

"La República Dominicana no puede hacerse cargo de la crisis política y económica de ese país (Haití) ni resolver el resto de sus problemas", dijo Abinader en el acto donde echó las primeras paladas de cemento sobre la zanja con varillas de acero. Se cantó el himno nacional, estaba presente toda la cúpula militar y hubo bendición de obispos. Pero los periodistas de medios internacionales que cubrieron el acto sólo escuchaban como música de fondo la de Juan Luis Guerra, uno de los dominicanos más famosos.

Según los últimos datos del Banco Mundial y del gobierno dominicano, un 60 por ciento de la población haitiana vive en la pobreza, contra un 24 por ciento en Dominicana. En Haití, esta última cifra es la de los que apenas comen. Entre los vecinos dominicanos sólo 3,5 por ciento son indigentes. La población de ambas naciones es parecida, unos 11 millones de habitantes.

Los primeros 54 kilómetros de la denominada “verja perimetral inteligente” avanzan al noroeste de Dominicana, que ocupa la parte oriental de la isla. En el pueblo fronterizo dominicano de Dajabón, donde el muro se puso en marcha, la frontera natural estaba marcada por un delgado hilo de agua del rio Masacre.

En ese tramo el muro contará con 19 torres de vigilancia y diez puertas de acceso que no cubrirán todo el extenso límite territorial, sino que se elevará sobre las "áreas más pobladas y sensibles de la frontera". En la segunda fase se harán otros 110 kilómetros con una inversión total de unos 300 millones, de acuerdo con los datos gubernamentales. La presidencia anunció que garantizará los fondos para que no se paralice y descalifica algunos comentarios de que más que una pared debería promocionarse la instalación de empresas. Las chacras de dominicanos en el tendido del muro se expropiarán por ley y sus pobladores serán reubicados.

"Es una verja que beneficiará a ambos países para controlar el comercio bilateral, regular los flujos migratorios para combatir las mafias que trafican con personas, hacer frente al narcotráfico y la venta ilegal de armas y proteger la crianza y sembrados de ganaderos y productores agrícolas", aseguró Abinader.

En el acto de inicio de la obra no hubo ningún miembro del gobierno haitiano, porque el muro se construye sobre suelo dominicano. Nadie del gobierno de Puerto Príncipe se ha pronunciado sobre la construcción de una frontera física. Tras el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moise en su propio despacho, en julio del año pasado, el país está gobernado por un ejecutivo provisorio pero las elecciones fueron aplazadas por el alto grado de violencia.

La violencia política y los desastres naturales son cosa frecuente en el país que ocupa la parte oeste de la isla La Española. Las crisis sociales y económicas no tienen fin y son la causa que históricamente provocó migraciones hacia el país vecino, donde la vida puede ser mejor.

Según la última Encuesta Nacional de Inmigrantes en República Dominicana, del año 2017, en ese país hay medio millón de haitianos que representan el 87 por ciento de la población extranjera. Sin datos actualizados, los expertos aseguran que cinco años más tarde puede haber un 25 por ciento más.

Se estima que un 80 por ciento de la mano de obra en el sector agropecuario y de la construcción en Dominicana está constituida por haitianos. Esos inmigrantes son clave para la economía dominicana, la segunda de crecimiento más rápido en América Latina y el Caribe en la última década. Haití fue además el tercer destino de las exportaciones dominicanas en 2021, después de Suiza y Estados Unidos.

Pero la balanza comercial es extremadamente favorable a Dominicana. En 2021 compró productos haitianos por valor de apenas unos 4 millones de dólares y le vendió por más de 500 millones. Haití se queja y pide que le compren algo más de su exigua oferta de ron, cerveza y tabaco.

En la zona de frontera, el muro será un factor de desunión entre habitantes de uno y otro país. Allí viven mezclados sin distinción y saben que unos dependen de los otros. Pero en parte más oriental de la isla, donde la prosperidad dominicana está muy asociada al sector turístico, los que tienen problemas para regularizar su situación son los haitianos.  Allí son indispensables para las tareas más pesadas y al mismo tiempo indeseables. La pequeña élite blanca y rica de Dominicana los desprecia por partida doble: por su negritud y su pobreza.

Este racismo xenófobo tuvo su manifestación más bestial en 1937, cuando el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961) ordenó a sus tropas el exterminio y expulsión masiva de la población negra de origen haitiano que residía en el territorio dominicano, particularmente en las fincas agrícolas situadas a lo largo de la frontera. El hecho se recuerda como la Masacre del Perejil. La orden excluía expresamente a los trabajadores cañeros de los ingenios, la mayoría de los cuales eran de propiedad estadounidense que gestionaron ante el Presidente Roosevelt la protección de sus intereses. Trujillo era un decidido promotor de blanqueamiento de la sociedad dominicana.

No es un tema acabado. En el año 2013 una sentencia del Tribunal Constitucional de Dominicana quitó la nacionalidad a más de 130 mil dominicanos de ascendencia haitiana. En respuesta, el Congreso aprobó una ley de naturalización y un plan de regularización de extranjeros. Pero la solución a este fallo discriminatorio no fue sencilla, ya que los descendientes de haitianos nacidos en Dominicana tuvieron que registrarse como extranjeros en el país donde nacieron y después de dos años, naturalizarse como dominicanos.

La idea de que esa migración es una “invasión silenciosa” de la que hay que protegerse es un combustible habitual de las campañas políticas. En 2019 el entonces presidente Danilo Medina levantó en la provincia de Elías Piña unos pocos kilómetros de un muro. Cuando se inició esa obra, la prensa dominicana informó que los militares habían descubierto que millones de metros cuadrados de suelos dominicanos estaban ocupados por haitianos.

Todo esto será ahora superado por la moderna verja tecnológica de Abinader, elegido en julio de 2020. En tiempo recientes, nadie fue tan lejos con estas ideas de “protegerse del extranjero” al que se puede culpar de todos los males en el país.

El presidente ha puesto a la cartera de defensa a cargo de las obras. Los militares dominicanos administrarán las puertas de acceso. El ministro de Defensa en persona, el teniente general Carlos Luciano Díaz Morfa inspeccionó las obras a fines de mayo. Contrató a un consorcio privado para la ejecución y prometió que empresarios haitianos tendrán alguna participación.

Pero Santiago Riverón, intendente del pueblo fronterizo de Dajabón, donde se iniciaron las obras, y del mismo partido que el presidente Abinader, se animó a mirar más lejos. “Se va a hacer un muro físico. Ahora tenemos que trabajar con el muro en la mente de los militares, que son los que se aprovechan en la frontera y reciben un soborno de 100 o 200 pesos (2 o 4 dólares) para dejar cruzar a los haitianos ilegales a territorio dominicano”, declaró a la agencia AFP.

"Un muro no va a separar a estos dos países. Para bien o para mal estamos condenados a vivir juntos, ellos en su país y nosotros en el nuestro", profetizó el mismo alcalde dominicano.

Con información de BBC y agencias de noticias

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