La ocupación total de camas de CTI es de 60,8%, en tanto la ocupación por covid es de 24,1%

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Baja la ocupación de CTI e intensivistas planifican licencias para superar el "desgaste emocional" que causó el pico de covid-19

Julio Pontet, presidente de la SUMI, dijo que la última semana de junio fue un "punto de inflexión" para la ocupación de los CTI y describió el "escenario amenazador" que vivió el personal en marzo
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05 de julio de 2021 a las 12:27

Lo que en marzo se reflejaba como incertidumbre, angustia y desazón en el personal médico es en los primeros días de julio un sentimiento de alivio y tranquilidad para los trabajadores, que transcurren sus días entre signos de "fatiga" y "carga", luego de haber lidiado con los meses más duros de la crisis sanitaria por el covid-19.

Con los números del CTI en verde, tras haber abandonado la barrera del 35% de ocupación por covid-19 que el GACH miraba como indicador en rojo, los médicos añoran su postergada licencia ante un contexto similar a marzo en cifras, pero muy distinto en sensaciones.

A mediados de ese mes, con una perspectiva de casos, muertes y hospitalizaciones al alza, los intensivistas comenzaban a visualizar los primeros incrementos en los ingresos a CTI, lo que, en palabras del presidente de la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva (SUMI), Julio Pontet, se traducía como un "escenario amenazador" que bloqueaba la mirada de las semanas siguientes hacia una "carga" laboral que arrastraría varios días, independientemente del balance previo. Esos indicadores, que en abril ya eran un hecho, en mayo y junio pasaron a consolidarse y la ocupación total de los cuidados intensivos bordó el 80% y la de covid llegó a 58%.

"Para nosotros, una variable muy importante era el número de ingreso por día. Eso marcaba la carga que tenías ese día y la que ibas a tener las siguientes tres semanas, porque cuando ingresa un paciente covid grave sabés que se va a quedar internado por varios días más, si es que no fallece", dijo el especialista a El Observador.

Pontet, que siguió de cerca las estimaciones de la SUMI en marzo y las continúa defendiendo, recordó que para ese entonces él y sus colegas observaban el escenario sanitario como una "tormenta que se venía" sin el "escudo de vacunación" que actualmente mantiene al país con el 50% de su población vacunada con dos dosis, a cuatro meses de iniciada la campaña.

El aumento de camas anunciado por el gobierno impidió un acercamiento al colapso señalado por los médicos, aunque el intensivista igualmente dio cuenta de algunos "focos de saturación", en parte, por las consecuencias de tener contagiado a un alto índice del personal. "La debilidad no estuvo en la cantidad (de camas), sino en la fatiga que se fue viendo", dijo sobre el transcurso de los meses siguientes.

"La primera etapa fue de fatiga emocional, mental, al ser la primera línea de contención del propio paciente; el paciente covid es un paciente que se queda solo y aislado", explicó.

En junio, con una sensación de cansancio mayor, aunque las perspectivas estaban algo más claras, el especialista recuerda que el ánimo del personal había cambiado. La incertidumbre y el miedo del inicio se habían convertido, "por momentos", en una sensación de "hartazgo", recuerda.

"En marzo, abril y mayo hubo una suspensión de licencias, por razones obvias, incluyendo las ordinarias. Habitualmente, las licencias se programan con cinco o seis meses de anticipación, pero si el mes anterior te dicen 'se suspendió tu licencia', y se suma a que ya veníamos cansados, te genera un cansancio mental, físico y que se permea hacia la familia", sentenció.

En ese entonces, la tarea del personal tomaba un segundo carril: "contener" a la familia de los pacientes mientras una tercera línea de desgaste recaía en sus propias horas de trabajo y la preocupación de sus familias.

El punto de inflexión y la sensación de descongestionamiento

Los primeros indicadores de julio mostraron valores similares a los de iniciado marzo, con una tendencia que promete seguir bajando y un avance de la vacunación que para Pontet deja "muchas más fortalezas". A su parecer, a pesar de que los números son similares a los de hace tres meses, el panorama actual muestra señales de "descongestionamiento", en un sentido contrario a lo que se avizoraba a fines de marzo.

Ese descenso, que se enmarca en una ocupación total de 60,8% y de solo 24,1% por covid-19, comenzó a gestarse el pasado 21 de junio, cuando por primera vez se registraron menos de 700 camas de CTI en ocupación, día en el que, además, Uruguay bajó de los 400 pacientes internados por covid-19 y se encarriló hacia un abandono de los registros rojos.

"Fue el primer día que tuvimos 20 ingresos (a CTI). Todos los días previos tuvimos más de 25. Pongo un punto de inflexión en esa fecha, aunque buscar un día exacto es muy difícil", dijo Pontet.

Esa última semana de junio fue también la que los especialistas tomaron como mojón para visualizar la vuelta a los indicadores en verde y confirmar una tendencia al descenso que se asomó la segunda quincena de junio. El 25 de ese mes, el reporte del SUMI indicó que, después de casi tres meses, el país salió del 35% de ocupación por covid-19, que marcan como advertencia roja los parámetros internacionales. La última vez que la cifra había estado por debajo de ese porcentaje había sido el 27 de marzo.

La referencia que tomaba la SUMI eran las 600 camas ocupadas, registro que descendió el 21 de junio. Ahora, con menos de 20 ingresos reportados de forma sostenida, los marcadores muestran un escenario "esperanzador", que va camino a aterrizar una "tremenda carga de trabajo y emocional", gracias a una baja de 57% en el número de pacientes covid durante el último mes, señaló Pontet.

En la SUMI ven necesario recompensar ese desgaste y "compromiso" con licencias. "Ahora estamos en la etapa que pasa a ser necesario el descanso real, el físico y mental", aseguró el presidente de la Sociedad.

"Lo están teniendo en cuenta ahora los equipos de psicología. Son seres humanos que han asumido un desgaste que no es normal, no son robots. No es el desgaste normal de cuando se lleva un montón de meses trabajando sin licencia; el desgaste de abril y mayo estuvo por encima de eso", complementó.

Pontet toma como una de las claves para hacer frente a la crisis el descenso en el ausentismo, que ayudó –dijo– a combatir la primera ola y contrarrestar la respuesta que se había dado en marzo. Con cifras similares a entonces, pero ante una perspectiva bien distinta, con casos que descienden y personal que ya no solo se ve afectado por la "fatiga pandémica", cree que se tomarán descansos en el corto plazo.

"En la medida en que los casos sigan bajando, todas las instituciones empezarán en julio y agosto a conceder licencias en forma programada y organizada —señaló—. La primera fatiga que siempre se ve es la psicológica, es parte de la fatiga pandémica. Ahora se ve un sentimiento de cansancio, que va más allá de lo emocional".

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