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Batlle según Batlle

Nadie mejor que Jorge Batlle para definir quién era y qué pensaba el expresidente desde el punto de vista político, filosófico y humano
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30 de octubre de 2016 a las 05:00
Sajón. Liberal. Espiritualista. Racionalista. Batllista. Y punto. Durante una vida Jorge Batlle repitió quien era y nunca se movió un centímetro de esa definición como para que no hubiera una sola duda en lo que creía y estaba dispuesto a defender con su vida.

"Yo soy batllista. Íntegramente espiritual y genético de la generación del Quebracho. Eso soy, eso soy. Soy un liberal radical libertario", dijo en una entrevista con La República en 1989.

"Tengo la misma concepción deísta en lo religioso, espiritualista y racionalista en los filosófico, del hombre en sociedad, en lo social, del Estado como uno de los instrumentos al servicio de la sociedad, medio y no fin en sí mismo, de la igualdad del hombre y la mujer. Creo en la necesidad de que todo eso se ponga al servicio de la comunidad a partir de la creación de los recursos. (...) Yo no soy un teórico. Soy pragmático, y le digo que no hay ninguna economía dirigida que funcione bien", agregó en su auto-descripción.

Amante de los "filósofos morales ingleses", a quienes ponderaba sobre los franceses, se reconoció siempre como un hombre de trabajo, desorganizado y de una "tozudez implacable". Su epifanía liberalista nació gracias a un accidente del amor.

"¿Qué me había pasado conceptualmente a mí? A mí me había pasado que por un accidente de la vida conocí a una muchacha que era exiliada argentina en el Uruguay, y su padre era industrial, y nunca había hecho política, pero que cuando llegó Perón entendió que había que hacer política contra él y lo metieron preso, lo deportaron. Y cuando volvió a Argentina, pensó que debían llevar allí a grandes pensadores para que les abrieran la cabeza y llevaron a los grandes economistas de la escuela austríaca, Fredrik von Hayek y Ludvig von Mises, y yo era el novio de la nena. Entonces, iba, escuchaba y aprendía de ellos. Por eso yo era como Víto Dumas en aquella época, una especie de 'navegante solitario'. Pensaba como pienso ahora. Y todos decían que yo estaba loco, y ahora están todos locos los demás. El único cuerdo soy yo. Pero yo soy así desde 1956", dijo Batlle en una extensa entrevista con el semanario Voces en 2012.

El exilio ideológico de Batlle se correspondió con su exilio físico, el cual se vio obligado a acatar por cuestiones políticas. Primero, cuando la dictadura de Gabriel Terra hizo que su padre, Luis Batlle Berres, cruzara el Río de la Plata. Y cuarenta años después, cuando él mismo tuvo que abandonar Uruguay para encontrar refugio en Brasil.

"Lo más gracioso fue el día que el presidente (Fernando) de la Rúa me invitó a un homenaje que le hacían a San Martín. Al inicio del acto comenzaron con el himno argentino. Yo lo empecé a cantar y de la Rúa me preguntó cómo sabía yo el himno", contó Batlle.

El expresidente narró en varias oportunidades que en Buenos Aires vivió junto a su familia en una pieza de pensión en el barrio Belgrano. "Vivíamos con inmensas dificultades pero con dignidad", recordó años después en una entrevista-suplemento con La República. Ahí fue donde Batlle fue a la escuela y también fue donde se hizo hincha de Boca, una simpatía que nunca abandonaría y que se mantendría incluso por encima de su gusto por Nacional.

Su exilio lo llevó por caminos que el liberalismo, espiritualismo y racionalismo nunca le hubieran dejado admitir que estaban escritos de antemano. Batlle contó que tras denunciar la inminencia de un golpe de estado militar el 25 de octubre de 1972 y de ser encarcelado por "ofender la moral del ejército", se transformó en una "especie de vagabundo" y se fue a trabajar a Brasil.

Allí, junto a dos amigos, Batlle trabajó de la compra y venta de ganado. Un día fueron a la localidad de Don Pedrito a buscar un campo para arrendar. "No conocíamos a nadie, entonces tomamos la guía y había un señor que vendía fertilizantes. Fuimos para allí", narró el exmandatario. Los tres uruguayos llegaron y se presentaron ante el dueño de la finca. "¿Batlle con b?", preguntó el local. El expresidente contestó afirmativamente y acto seguido salieron del garaje donde estaban. Entraron a la casa y en el mueble más importante del comedor había una foto del dueño del lugar con su padre y Tomás Berretta. El brasileño era el cónsul honorario de Uruguay en Don Pedrito y casi medio siglo antes había ayudado a otro Batlle que también buscaba refugio por cuestiones políticas.

La política después del poder

En su vida post-presidencial, Batlle se levantaba y antes que nada agarraba su tableta para leer prensa nacional e internacional, o para escribirle una "carta" a sus amigos del exterior. Se hacía el desayuno él mismo, según contó en el programa "Sonríe" de Canal 12, y después se iba al estudio donde trabajaba hasta las 13:30 horas. A esa hora volvía a su casa y almorzaba, por lo general sin Mercedes Menafra, quien tenía "horario farmacéutico". En la tarde se dedicaba a la lectura o salía de recorrida.

Recibía a jóvenes y escribía columnas en Facebook que, según él mismo reconoció, constituía una tentación irrenunciable para su verborragia. Cada día ampliaba su biblioteca, que era la única cosa que le interesaba coleccionar, aunque sus libros deben seguir dando vueltas por medio país. Siguió escuchando el jazz de Nueva Orleáns y lavando los platos hasta sus últimos días, según contó en "Sonríe", donde también demostró que aún tenía la Divina Comedia en la mente. "Mi bisabuelo era un italiano que emigró a América. En mis casa el Dante era la cosa más importante", contó.

Integrante de una familia que entendió la política como una forma de vida y que, según contó Batlle en una entrevista con el semanario Voces en 2012, hablaba de política el 99% del tiempo y el 1% restante también, entre los tallarines del domingo.

Por eso no es de sorprender que Batlle siguió en política hasta el último respiro. "Yo no tengo nada que ver con el poder concreto. Yo circulo por afuera. ¿Y eso me da libertad vio?", le contestó al periodista que lo entrevistaba en el programa Primera Vuelta de TV Ciudad, quien quería saber cuál sería el candidato del expresidente de cara al 2019. "Hago alguna maldad de vez en cuando", agregó y soltó su carcajada.

El descendiente

Sesenta años antes que Lorenzo Batlle, el primero de la dinastía, llegara a la presidencia, "el viejo" José Batlle y Carreó abandonó su Cataluña natal y puso un pie en Uruguay. Jorge Batlle completó una saga familiar al mando del país que comenzó con Lorenzo Batlle. "Si a mi me tocó una crisis, a él le tocó una mucho peor: Guerra del Paraguay, epidemia de cólera y tres revoluciones internas", comparó alguna vez el expresidente. Fue descendiente político de su padre, Luis Batlle Berres, de quien además heredó la característica de "tirarse al agua" y después ver cómo salir, según reconoció en una entrevista con Voces. "Mi viejo era muy caldera de lata pero (...) no guardaba reconcores. Yo soy caldera de lata también, pero nunca estuve enojado con nadie".

El revolucionario

"Yo era demasiado joven cuando muere mi padre. Tenía 37 años. Era el último orejón del tarro", contó Batlle en varias ocasiones. El expresidente narró con orgullo cómo siendo un diputado logró impulsar una reforma para votar por un presidente y no un colegiado. También recordaba con orgullo cómo su rebelión de ideas se opusieron al legado familiar. "Me enfrenté a las ideas colegialistas de José Batlle y Ordoñez y junté las 600 mil firmas que impulsaron la reforma naranja, y me enfrenté a la orientación ideológica populista que el señor Luis Batlle Berres representaba como hombre de su tiempo", afirmó en una entrevista con La República en 1989.

El cumplidor

Cuando le hablaron de entrar en default en el turbulento 2002, Batlle dijo que el Uruguay era un país cumplidor y que haría frente a sus obligaciones frente a los organismos de crédito internacionales. Pero eso no era una nueva forma de pensar para el expresidente. "Vendí todo lo que había que vender por el cierre del diario Acción. Vendí el edificio del diario, las máquinas, vendimos la radio Ariel, hipotequé mi casa y cumplí con todo el mundo. Porque las deudas hay que pagarlas y yo dí el ejemplo", dijo Batlle en una entrevista con La República, en referencia a ese momento de dificultades económicas.

Sus muletillas

"Estimado amigo", decía el expresidente, y el periodista automáticamente sabía que cualquier cosa que precediera a esa construcción sería una pregunta difícil o un argumento de peso. Batlle repitió fórmulas verbales a lo largo de los años como si le gustara escucharse diciéndolas. "Divertido" era un calificativo que utilizaba para algunos de sus razonamientos provocadores. En su última visita a OTV dijo que le parecía "divertido" preguntarle al expresidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso –que disertaba en una actividad a la que él asisitiría– si Brasil habría de derograr la resolución 32/00 del Mercosur.

El aprendiz

Jorge Batlle y buena parte de su generación política –entre ellos Julio María Sanguinetti– embebió las prácticas e ideales de la actividad a través del ejemplo y las palabras de Luis Batlle Berres. Algunas de las enseñanzas de Batlle Berres quedaron en la cabeza de su hijo para siempre. Y una de esas frases lo guiaron en uno de sus momentos más difíciles como presidente, cuando Uruguay atravesaba una crisis de proporciones históricas. "¿Renunciar? ¡Está loco! Mi padre nos había dicho a todos nosotros que del gobierno se sale de dos maneras: caminando o en un ataúd", le contestó Batlle a varios periodista a través de los años.

El patriota

Hay frases que quedarán marcadas para siempre en el inventario que caracterizó a Jorge Batlle. Una de ellas refería a su apego y devoción por Uruguay. "El país está antes que todo. Está antes que yo, antes que usted, antes que mis hijos. El país está antes que todo", dijo en una entrevista en televisión. El exmandatario siempre dijo estar preocupado por el porvenir de Uruguay. "Nunca estuve atado a la búsqueda de resultados electorales. Cumplí con mis obligaciones para con la nación y la sociedad, las mismas obligaciones que aprendí desde niño en mi casa", dijo el expresidente en una entrevista con La República en 1989. Hace algunos meses le dijo al presidente Tabaré Vázquez que él siempre estaría cuando lo convoque.

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