Era diciembre del año pasado y Bernardo Laureiro ya llevaba un año y medio jugando en el fútbol departamental de Cerro Largo. El teléfono sonó desde el mercado donde se hizo un nombre a fuerza de goles: Nicaragua. Y a sus 27 años, el volante ofensivo formado en Defensor Sporting volvió a relanzar su carrera.
Diriangén FC fue su nuevo destino. Un club que debe su nombre al primer monarca indígena –del grupo étnico de los chorotegas– que se rebeló y luchó contra la invasión española, allá por 1523.
El Clausura de la temporada 2019-2020 comenzó el 26 de enero. Pero en marzo el coronavirus llegó a Nicaragua. “El primer caso se dio el miércoles 18 de marzo y el viernes 20 se decretó jugar a puertas cerradas”, contó Laureiro a Referí desde Diriamba, una ciudad de 60 mil habitantes ubicada a una hora de la capital Managua.
Pero a medida que todas las ligas de América fueron parando el fútbol de Nicaragua no lo hizo.
“Nuestro equipo decidió no jugar más pero cuando fue a la votación perdió 9 a 1 entre los 10 clubes que juegan el torneo. Después nos dieron libertad para no jugar. Dos compañeros se fueron, pero uno terminó reintegrándose”, dijo.
“Al principio tenía miedo y sentía que no tenía que jugar. Pero me fui informando y reglamentariamente me di cuenta de que no podía dejar el equipo. Si el club me da de baja, no hay seguro de paro. Y si no tengo ingresos, ¿qué le doy de comer a mi hijo?”, reflexionó el futbolista casado con Valentina y padre de Valentino, de cuatro años.
“El fútbol es el único ingreso que tenemos, no contamos con otro respaldo económico atrás. Entiendo los consejos de que hay que parar, pero paran todos o no para nadie. Además, el aeropuerto está cerrado y no tendríamos cómo volver a Uruguay”, agregó.
En su primer partido tras la medida de jugar sin público en las tribunas, el club les dio guantes y barbijos para jugar.
“Sinceramente en mi caso es imposible jugar al fútbol así. De noche aguanté 15 minutos, pero con el cambio de aire, al cambiar la respiración me lo saqué. Después nos tocó jugar a las 3 de la tarde con 35 grados de calor. Ni para calentar me la puse”, reveló.
“Por ahora no hay casos de contagio en el fútbol y confío en el Ministerio de Salud que dijo que solo hay cinco contagios. A nosotros nos ayuda estar en un pueblo chico donde no hay cines ni shoppings. Solo voy al super donde se tomaron muchas medidas de higiene”, expresó Laureiro.
Por estos días su teléfono no para de sonar. Laureiro lleva brindadas más notas que a lo largo de toda su trayectoria. Lo llamaron de Argentina, Chile, Colombia, España y de Uruguay.
Pero las medidas de prevención no se aplican en los días de partido sino también a la hora de ir a entrenar: “Yo voy y vuelvo vestido a practicar, no me cambio en el vestuario ni me baño. Cuando llego a casa aparto la ropa y la lavo. Ahora, a la hora de jugar el fútbol es un deporte de contacto y no nos podemos cuidar”.
Y cuando se marcan goles no hay coronavirus que valga porque en ese momento de ebullición todo se olvida. El 22 de marzo hizo los dos tantos a Deportivo Ocotal para un triunfo por 2-0 y se abrazó junto a sus compañeros.
Laureiro, de 28 años, nació en Melo y se formó en Melo Wanderers. A los 14 jugó el torneo de selecciones de OFI con Cerro Largo y Eduardo Neira lo llevó a la Sexta de Defensor Sporting.
Román Silva fue su primer entrenador en la época que Juan Ahuntchain era el coordinador de los juveniles violetas.
Puntero izquierdo potente, su talento llegó a las selecciones juveniles. Jugó el Sudamericano sub 15 de Brasil 2007 en el que Uruguay fue vicecampeón, el Sudamericano sub 17 de Chile 2009 –tercer puesto– y el Mundial sub 17 de Nigeria 2009 –cuartos de final–.
“Arriba jugábamos Adrián “Fuyi” Luna, Gonzalo Barreto y yo. De volante ofensivo estaba Sebastián Gallegos. Con la generación 1992 de Defensor sigo más en contacto: Ramón Arias, Joaquín Verges, Darío Silva, Bruno Vila, el hermano de Mauro, Martín Vincent, Sebastián Pereira. Eso es lo que te da el fútbol: amigos”.
En Defensor llegó a hacer una pretemporada en Primera, pero su debut lo hizo en el segundo semestre de 2011, en la Segunda División Profesional cuando se fue a jugar seis meses a préstamo a Cerro Largo: “Danielo Núñez me hizo jugar de volante de contención y ganamos el tercer ascenso en un grupo en el que estaba Luiggi Rodríguez”
Tras retornar en un 2012 en el que se sintió “estancado”, rescindió su contrato y se fue a buscar su camino. Un empresario chileno lo colocó en Poços de Caldas para jugar la segunda división del torneo estadual de Minas Gerais.
“Me habían mandado fotos de un club en excelentes condiciones. La primera semana estaba todo bien, pero después empecé a notar cosas extrañas. ¿Qué pasó? El inversor mayor del equipo se fue y pasamos a entrenar y concentrar en instalaciones muy precarias. Me fui y surgió la posibilidad de jugar en Barnechea de Chile en la segunda, en 2013; la pasé notable, fue una experiencia muy linda”, recordó.
Al año siguiente un amigo le abrió las puertas de Nicaragua donde firmó contrato con Walter Feretti. Ganó tres torneos cortos clasificando a tres Concachampions y se coronó campeón nacional de Nicaragua en la temporada 2014-2015.
Hizo 53 goles en 124 partidos siendo el máximo anotador del club en su historial de torneos cortos creados en el año 2000.
Además hizo cuatro goles en 8 partidos por Concachampions donde llegó a enfrentar a América de México. “Jugar en el Azteca fue lo más grande que me pasó después de jugar el Mundial con Uruguay”, explicó.
A fines de 2017, tras ser figura de la conquista del Apertura, el club no le renovó contrato. Fue un torneo especial porque a mitad de año falleció su abuela Blanca y no pudo viajar a Uruguay para darle su adiós.
Entonces se volvió a Cerro Largo, otra vez a remarla a Segunda. Duró solo seis meses porque tuvo pocos minutos y rescindió el vínculo. Ante la falta de oportunidades, terminó jugando alternadamente seis meses en Boca Juniors de Melo, Melo Wanderers y nuevamente Boca Juniors.
“Estaba por bajar los brazos y dejar el fútbol cuando me llamó Diriangén con el que no había podido arreglar a mediados de 2019. El fútbol de Nicaragua es a nivel económico como el de Bolivia, está un par de escalones abajo de Uruguay”, comentó.
La plata ganada con el fútbol no le ha dado para comprar su vivienda propia. “Voy a hacer el curso de entrenador para estar preparado para el retiro. Pero todavía no sabemos ni dónde vamos a vivir”, explicó.
Diriangén lidera la Anual de Nicaragua y está a dos puntos en el Clausura tras ganar el miércoles 2-1 a Walter Ferretti. A pesar del coronavirus.
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