Desde finales de julio funciona Bonda Factory Atelier, un emprendimiento que gira en torno a la fabricación de calzado con características pautadas por el consumidor: cada cliente puede escoger el cuero y el modelo a partir del cual se fabricará su nuevo par de zapatos, el que está listo en aproximadamente una semana.
La iniciativa es dirigida por Laura Bondarenko y Florencia Ferrari, quienes se asociaron en un proyecto con producción totalmente nacional, y cuyo diferencial es brindar personalización.
Quienes llegan al atelier ubicado en la calle Pablo de María y Charrúa, se encuentran con una pared exclusiva para la exhibición de cueros, que destaca por una amplia variedad de colores. En otra pared, se ubican diferentes modelos de calzado para que sirvan de referencia. Contando con esas herramientas, el cliente puede empezar a diseñar los zapatos que desee. En ese sentido: las socias de este emprendimiento prefieren llamar los clientes "creadores".
Cuando ambas ya llevaban unos meses trabajando en la idea del servicio que brindarían, Ferrari descubre que en otras partes del mundo la customización es el eje en torno al cual giran muchos emprendimientos. "Eso reafirmó que nuestra corazonada estaba bien encaminada y que Bonda innovaría localmente con esta nueva forma de fabricar calzado", explicó.
Bondarenko gestionó durante los últimos 20 años -y sigue dirigiendo- la fábrica de zapatos delante de la cual funciona actualmente el atelier. Si bien su foco era la venta por mayor, cada tanto recibía encargues de clientes particulares. Cuando conoció a su actual socia -quien se desempeña en el área de la comunicación corporativa-, ambas coincidieron en que en la fábrica se podía llegar a ofrecer un servicio como el que hoy tienen en funcionamiento.
"Nos dimos cuenta de que el proceso de 'customizar' está íntimamente ligado a la fábrica y que en ella se pueden disponer todos los recursos necesarios: cueros, fabricación, creatividad, y un espacio para recibir a quienes se acerquen", dijo Ferrari. Los modelos que ofrecen como base para los "clientes creadores", fueron pensados en virtud de las tendencias nacionales e internacionales, haciendo gran foco en la exclusividad.
Durante el desarrollo de la idea de negocio –que llevó sólo unos meses-, no solamente Bondarenko aportó sus conocimientos en gestión, sino que también lo hizo su esposo Luis Gamarra.
Otro punto relevante es la elección de materia prima, y el valor que se le otorga a la fabricación 100% nacional, considerando el pasaje desde los proveedores hasta la mano de obra que confecciona.
Ferrari también relató que Bonda Factory Atelier fue engendrada sin contar con capital de inversión, y gracias a un gran empuje de esfuerzo y ganas. El espacio de la fábrica donde hoy existe el atelier fue totalmente acondicionado por las dos emprendedoras y por Gamarra: inclusive, el sillón que fue dispuesto para que los clientes armen sus calzados con comodidad, fue reciclado por él.
No obstante, el equipo no descarta la posibilidad de postular su negocio para formar parte de una incubadora de empresas en el futuro, con la aspiración de brindarle posibilidades de escalabilidad. "Hoy por hoy poder escalar a otros mercados requiere de armarse de herramientas clave, las cuales son ampliamente manejadas por los programas de apoyo a emprendedores", confesó al respecto Ferrari.Inicio de sesión
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