Considerando que el área de soja cosechada al cierre de abril es de una magnitud importante, es posible afirmar que –dados los rendimientos promedio conocidos– el volumen del grano producido en la campaña en curso se ubicará entre 2,1 y 2,2 millones de toneladas.
Eso establece una fuerte caída con relación a la producción de 2018/2019, cuando en Uruguay se recogieron 3,2 millones de toneladas y –según estimaciones de la consultora Deloitte– el complejo agroindustrial sojero recuperó su valor como generador de empleo e ingreso de divisas, las que se ubicaron en unos US$ 1.000 millones (superado solo por lo generado por carne y celulosa).
La caída productiva estimada en un millón de toneladas permite prever que esos ingresos se reducirán entorno a un 30%, es decir unos US$ 300 millones.
La merma productiva que se produjo como consecuencia del déficit hídrico que hubo durante buena parte del ciclo 2019/2020, pero además un nuevo descenso en el área cultivada, fueron los factores que determinaron el citado ajuste en la producción.
Diego Guigou, líder del área Producción Agrícola en Agronegocios del Plata (ADP), informó a El Observador que en el caso de las chacras involucradas en la actividad de esta compañía se han visto rindes mínimos de 1.300 kilos por hectárea y máximos de 3.000 kilos, con un promedio que se puede ubicar en 2.100 kilos. En 2018/2019 el promedio de soja producida en campos de ADP fue 2.760 kilos por hectárea.
A nivel nacional, con base en registros oficiales, el año pasado el promedio fue 2.970 kilos considerando lo sucedido sumando datos de sojas de primera y segunda.
Hasta que las tareas debieron quedar en suspenso por la llegada de las últimas lluvias –a la hora 15 del lunes 27–, ADP había realizado la cosecha de soja en el 65% del área que plantó, que fue un poco menor con relación a la de la campaña pasada, considerando que se incrementó el área dedicada a la producción de gramíneas de verano por sus manejos agrícolas ganaderos, dado que la emrpesa consume muy buena parte de su producción de granos en sus seis corrales para engordar vacunos, donde hay una capacidad estática para 28 mil cabezas y una presencia actual de 22 mil bovinos.
Consultado sobre otro factor de alta trascendencia, la calidad del grano de soja, Guigou indicó que es muy buena, con la necesidad sí de aplicar protocolos, con un alto porcentaje de necesidad de prelimpieza, concretamente.
Finalmente, este profesional destacó que en todas las acciones –a nivel de campo, transporte y áreas de silos– se están tomando las precauciones correspondientes a evitar la llegada y propagación de covid-19 (coronavirus).
Luego de los buenos resultados que la producción sojera deparó a los empresarios agrícolas el año pasado, con el consecuente imácto positivo y más allá del sector, se aproxima el cierre de una cosecha que en la gran mayoría de los casos no permitirá cubrir los costos.
Con la caída de precios para la soja, que últimamente en más de una oportunidad tuvo como referencia valores locales por debajo de los US$ 300 por tonelada, para muchos que deben pagar rentas por la tierra el actual será un año negativo y, por lo tanto, se visualiza a corto plazo como dificultad la necesidad de financiamiento para encarar próximas siembras.
Tras una muy mala campaña en 2017/2018, cuando hubo pérdidas generalizadas –apenas 1.212 kilos por hectárea de rinde promedio nacioanl–, el año pasado se aprovechó un buen comportamiento climático y la producción si bien estuvo 20% por debajo del récord de 2016/2017, fue de los mejores resultados históricos.
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