El pasado miércoles la autoridad monetaria de EEUU (Fed) llevó a cabo la primera reunión de política monetaria del año, manteniendo su tasa de referencia en el rango 2,25%/2,50% , luego de cuatro subas a lo largo de 2018.
La atención del mercado no se enfocaba en la decisión de la entidad respecto al nivel de la tasa (que ya se descontaba no iba a modificarse), sino a un eventual cambio de su actual política respecto a una pausa en el sendero de las subas y a un manejo más flexible de la absorción monetaria mensual.
La tradicional Declaración (“Statement”), emitida al finalizar la reunión, ha sido muy clara. En efecto, en relación a la reunión anterior, ha habido dos cambios muy importantes:
• En su actual visión, el nivel de actividad presenta un “sólido” crecimiento; implicando una leve desaceleración respecto a su opinión anterior, la cual consideraba que la tendencia de la expansión era “muy fuerte”.
• Respecto a su política de tasas, la entidad dejó de lado su afirmación –repetida en las últimas reuniones– en el sentido que la entidad estimaba que “futuros incrementos de la tasa de referencia serían necesarios para asegurar que la expansión económica permaneciera sostenible, sin superar el objetivo de una inflación máxima del 2%”. En su reemplazó declaró que “sería paciente (sic) para determinar los futuros ajustes de la tasa”.
Asimismo, en declaraciones posteriores, el presidente de la Fed –Jerome Powell– afirmó que, respecto a su actual estrategia de absorción monetaria, la entidad estaba preparada para hacer frente a los ajustes que fueran necesarios para restaurar un eventual exceso en la disminución de la liquidez.
Claramente, entonces, ha habido un cambio en la política monetaria, pasando de un enfoque “halcón” (subir rápidamente las tasas, dando prioridad al combate contra la inflación por sobre los niveles de crecimiento) a un criterio “paloma”, opuesto al anterior.
¿Qué sucederá con las tasas a partir de ahora? Si el panorama económico se mantiene en las mismas condiciones actuales (desaceleración del crecimiento e inflación no superior al 2%), el escenario más probable sería de no más de una suba hasta fin de año (contra tres pronosticadas hasta ahora), llegándose a un nivel máximo de 2,75%.
Por último, debe comentarse que esta desaceleración de la suba de la tasa de referencia favorece no sólo a los mercados bursátiles globales sino que, también, alivia la carga de intereses para los países emergentes –el nuestro entre ellos– necesitados de endeudamiento externo.
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