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26 de septiembre 2023 - 5:01hs

Por Carlos María Uriarte (*), especial para El Observador

Los productores ganaderos estamos atravesando un muy difícil momento. Mientras los efectos de la gran sequia aún no se han disipado, un dólar debilitado sigue escurriendo nuestros bolsillos desde hace ya demasiado tiempo, y los precios que, sin ser aún ruinosos, bajan todos los días y generan gran desazón.

La buena noticia nos la da el clima. Si bien los campos se han pintado de un verde esperanza, aún están muy bajos. Ya es un hecho que estamos transitando por un Niño, y que por lo tanto no deberíamos tener preocupaciones como las vividas hasta hace muy poco tiempo, al menos desde el punto de vista forrajero.

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Debería ser el momento para reponer fuerzas, y eso significa aprovechar al máximo el forraje que está viniendo.

Sin embargo, después de haber hecho un enorme esfuerzo para preparar sus ganados en condiciones extremas, invirtiendo en pasturas y raciones, reteniendo para no vender animales flacos, hoy día los productores se encuentran con ganados prontos que se acumulan en los campos, esperando que se les confirmen fechas de entrada, mientras los precios bajan todos los días.

Es un momento en que los productores tenemos muy poco poder negociador, debilitado aún más por las necesidades de caja.

Es angustioso constatar que esta baja en los precios de los ganados es mayor que la baja que se ha dado en los precios de exportación.

Todo esto se da en un contexto de un stock vacuno en aumento, donde a pesar de todo el optimismo y la apuesta de los productores se evidencia en el mantenimiento de la cantidad de vientres. Tenemos dos generaciones muy numerosas ya pisando nuestros campos, pero a consecuencia de la sequía, es muy probable que la generación que está llegando sea sensiblemente menos numerosa.

Sería muy importante para el país no perder ese gran logro que fue el alcanzar los 3 millones de terneros, y deberíamos hacer los máximos esfuerzos para que ellos se puedan transformar en 3 millones de animales faenados.

Por eso, en lugar de la atención que nos lleva el enfrentar el día a día, deberíamos usar nuestras energías para estar pensando desde ya cómo mejor prepararnos para el futuro.

En este sentido sería muy aconsejable tener como objetivo maximizar la tasa de extracción en los próximos dos años.

Para ello deberíamos maximizar la faena y la exportación de ganado en pie. De esta forma, podríamos generar espacios para acelerar la recría de esa generación menos numerosa que está llegando.

Sin embargo, las señales que nos da el mercado en estos momentos peligrosamente apuntan en sentido contrario, los ganados no se venden y van generando un tapón en nuestros campos. Realidad que ya vivimos muchas veces y que nos generan muy tristes recuerdos.

En este contexto de nuestro Uruguay ganadero, nos encontramos frente a una importante decisión para su futuro, aprobar o no la compra por parte de Minerva de tres plantas frigoríficas de Marfrig.

Obviamente todos desearíamos tener un mercado mucho menos concentrado de los que ya es en la actualidad, porque creemos que la competencia sería mas sana para todos, industrias y productores. Si bien los malos efectos de la concentración de la faena ya los hemos vivido los productores ganaderos muchas veces, en los últimos años hemos transitado por un tiempo en que sus malos efectos no se vieron, y supimos vivir momentos excepcionales que ni el más optimista jamás se imaginó. Deberíamos inspirarnos en esos acertados momentos, para retomar ese trillo que nos llevó hasta la cima del mercado mundial.

Por eso entendemos que la concentración no es mala per se, lo es cuando la misma se usa con propósito colusivos, es decir en beneficio de quien tiene una posición dominante en el mercado. Por eso entendemos, que lo importante más allá de la decisión que se tome, es poder contar con herramientas que nos permitan diagnosticar, prevenir y castigar acciones colusivas.

En ese sentido, ¿está la actual Comisión de Promoción y Defensa de la Competencia preparada para este desafío?

Creemos que no. El hecho de que para su dictamen acerca de la compra de BPU por parte de Minerva no haya consultado a las gremiales de productores nos genera muchas dudas acerca de la validez de sus dictámenes en este sentido.

Pero es la única herramienta que tenemos para defendernos, y por eso debemos contribuir para que sea la herramienta que se precisa para prevenir y corregir acciones de colusión.

Por otro lado, no es menor el hecho de que quien hace este planteo de compra es una multinacional de las más importantes del mercado mundial de la carne, con todo lo que ello implica.

Que Dios ilumine a quien tenga que tomar la decisión final, por el bien del Uruguay y sobre todo, de los ganaderos orientales.

En el acierto, o en el error, estaremos todos dispuestos a seguir luchando por esta linda pasión que nos llena de orgullo, que es nuestra ganadería.

(*): ingeniero agrónomo, productor agropecuario, expresidente de la Federación Rural (FR) y exministro de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) / @uriartec1 

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