Por Redacción CryptoConexión
Los bancos centrales del mundo no están cruzados de brazos ante el avance de las criptomonedas. Más allá de las críticas y los cuestionamientos a divisas como bitcoin, ether o tether, estos organismos, que emiten el dinero de un país y gestionan su política monetaria, están preparando su respuesta de formato digital: las Divisas Digitales de Banco Central (CBDC; Central Bank Digital Currency).
Es una divisa digital emitida por el banco central de una nación, la entidad que, entre otras tareas, es responsable de acuñar las monedas e imprimir los billetes que usa la población del territorio.
Al ser creada y respaldada por un banco central, una CBDC es una moneda de curso legal que puede usarse para realizar diversas transacciones. En ese sentido, se puede afirmar que es la versión digital del efectivo que se usa todos los días. A la fecha, sólo hay dos CBDCs en plena operación: el Sand Dollar de Bahamas y el e-Naira de Nigeria; además de proyectos con pruebas avanzadas en China y Suecia.
Sin embargo, de acuerdo con un estudio de la consultora global PwC, el 80% de los bancos centrales del mundo está considerando el lanzamiento de una divisa digital. En esta cifra se incluye tanto a entidades que están estudiando el tema y analizando escenarios como a aquellas que ya operan proyectos piloto.
En América Latina y el Caribe, CBDC Tracker, un sitio que da seguimiento a las iniciativas mundiales en torno a esta divisa digital, detecta más de 10 proyectos en desarrollo, entre los que destacan los de Chile, Uruguay, Brasil, Perú, México, Guatemala, Honduras, Haití, Jamaica y Trinidad y Tobago.
Una CBDC no es una criptomoneda, y su diferencia crítica respecto a divisas como bitcoin o ether es un asunto que trasciende el tema de las tecnologías subyacentes: el control del dinero digital. Como los billetes y monedas de uso cotidiano, las CBDCs se alinean a las reglas (valor, emisión, distribución, etc.) que define el banco central del país. Aunque en formato digital, una CBDC no deja de ser una moneda que está sujeta al mandato de una autoridad.
Por el contrario, el desarrollo y gestión de una criptomoneda no está bajo el mando de una autoridad tradicional, como un gobierno o un banco central. Su emisión, circulación y administración puede estar en manos de un colectivo (una comunidad de usuarios), una fundación o una empresa (como un exchange; casa de cambio de criptoactivos); además, su precio está determinado por la dinámica del mercado (oferta/demanda).
Quienes defienden la economía cripto afirman que la figura de control es un asunto crítico, dado que implica que los gobiernos podrían monitorear las transacciones digitales del usuario: capital disponible en dinero virtual, gastos recurrentes, lugares de consumo, etc. Esta postura “anti regulación” fue, en efecto, una de las que más se hizo oír durante la Bitcoin 2022 Conference que tuvo lugar en Miami el mes pasado.
“La intromisión (de una entidad regulatoria) compromete los valores de libertad, inclusión y privacidad que caracterizan a criptoactivos como bitcoin. El acceso al activo no está condicionado por edad, nivel de ingreso, género, nacionalidad, filiación ideológica, nacionalidad”, aseguró Alex Gladstein, director de Estrategia de Human Rights Foundation y promotor del uso de bitcoin, durante un foro del Council of the Americas al que asistió CryptoConexión.
Gladstein considera que el dinero digital de un banco central siempre podrá usarse con sesgos políticos, corporativos y financieros.
Por su parte, las autoridades financieras y el sector bancario afirman que la privacidad del usuario es un asunto atendible desde la regulación que debe acompañar a cualquier CBDC. En su opinión, la presencia de una entidad central es un hecho que beneficia a los consumidores al aportar rendición de cuentas y confianza en los elementos que integran un sistema financiero.
Frente a las desreguladas criptomonedas, dicen en el ámbito tradicional, una CBDC tiene un respaldo oficial que facilita la atención de problemas -fraudes, robos, desfalcos; situaciones en las que los usuarios de criptodivisas tienen hoy pocas defensas legales.
“Cuando te vuelves una víctima, la situación es muy diferente. Todo lo que parecía bueno, ya no lo es tanto. (Ante un problema financiero) el usuario lo que pregunta es: ¿quién está a cargo?, ¿quién me ayudará con este asunto?, ¿quién se encarga del arbitraje?”, apuntó Driss Temsamani, director de Digital en Citi Latinoamérica, durante el mismo foro.
En los próximos tres a cuatro años, según el estudio de PwC, varias CBDCs empezarán a “circular” en distintos lugares del mundo. Frente a una oferta de más de 10.000 criptomonedas disponibles y casi 300 millones de usuarios, las CBDCs aspiran a ganarse un lugar sin que dos palabras -“banco central”- representen un obstáculo.
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