El organismo proyecta un menor crecimiento para el próximo año.

Mundo > América Latina

CEPAL proyecta un crecimiento regional para 2023 muy inferior al registrado este año

En el marco de salida de la pandemia, las economías se expandieron durante en 2022. El próximo año registrará aumentos del PIB que serán la tercera parte del año que termina. Dos cientos millones de latinoamericanos viven en situación de pobreza
Tiempo de lectura: -'
25 de diciembre de 2022 a las 05:04

En un contexto de incertidumbres externas y restricciones internas, los países de América Latina y el Caribe finalizarán el ciclo 2022 con un crecimiento cuyo promedio es del 3,7%, poco más de la mitad de la tasa del 6,7% registrada en 2021, dado que 2020 fue de retroceso por las restricciones propias del covid-19. 

Las estimaciones de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), un organismo de Naciones Unidas con sede en Santiago de Chile, proyectan una desaceleración aún mayor del crecimiento económico y lo estiman en apenas el 1,3%.

CEPAL publicó el Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2022, que subraya el aumento en la inflación global provocada por la guerra en Ucrania y la crisis de los precios de la energía. Eso, en todo el mundo y particularmente en esta región, llevó a mayor volatilidad financiera y aumento del riesgo inversor. En consecuencia, disminuyeron los flujos de capital hacia economías emergentes.

En las proyecciones al año que está por comenzar, CEPAL espera una inflación global menor que “tenderá a moderar los incrementos de las tasas de política monetaria de los principales bancos centrales”, añade el organismo. Esto es en contraste con el aumento de los tipos de interés muy elevados tanto de la Reserva Federal de Estados Unidos como del Banco de Inglaterra y del Banco Central Europeo.

Según el documento, luego del dinamismo mostrado en el primer semestre de 2022, la actividad económica de la región se desaceleró. Por una parte por el agotamiento del efecto rebote en la recuperación de 2021. Por la otra, por los efectos de las políticas monetarias restrictivas, mayores limitaciones del gasto fiscal, menores niveles de consumo e inversión y el deterioro del contexto externo.

En cuando a la recuperación de los mercados laborales experimentados en el primer semestre de 2022, quedó patente la brecha entre hombres y mujeres, en desmedro de los puestos de trabajo ofrecidos a las trabajadoras. La desocupación entre jóvenes y mujeres es mayor, y en particular, CEPAL remarca que la tasa de participación laboral de las mujeres entre 18 y 24 años se mantuvo muy baja. El que finaliza es un año en el que los puestos de trabajo crecieron más en la informalidad que en el trabajo registrado y eso tira abajo los salarios reales.

En al ámbito fiscal, si bien se observa una reducción del déficit primario, los niveles de endeudamiento continúan siendo altos, por lo que cabe esperar que el espacio fiscal siga condicionando la trayectoria del gasto público. El riesgo de aumento de las tasas de interés, de depreciaciones de las monedas y el mayor riesgo soberano dificultarían el financiamiento de las operaciones de los gobiernos en 2023.

La caída de la inflación regional en la mayoría de los países durante el segundo semestre de 2022 sumados a la desaceleración en la producción, “reducirán las presiones de las autoridades monetarias de América Latina y el Caribe para continuar aumentando las tasas de política monetaria”.

La CEPAL sugiere que en materia fiscal, los gobiernos deben evitar ajustes del gasto público y deben lograr “la reducción de la evasión y elusión, revisión de los gastos tributarios, reformas que aumenten la recaudación y progresividad de la estructura tributaria, y el apoyo multilateral a través de la movilización de la liquidez global”. 

Finalmente, el Balance Preliminar 2022 plantea “atender las demandas sociales, la creación de empleo decente y reducir la informalidad, la desigualdad, la pobreza, y avanzar en la adaptación y mitigación del cambio climático”. 

Para ello son que son necesarias políticas públicas  innovadoras en lo productivo, financiero, comercial, social y en la economía del cuidado, para evitar una nueva década perdida como la observada durante el período 2014-2023.

La primarización de la economía

América Latina comenzó a vivir un auge económico en 2003 con la producción y exportación de materias primas. Esto permitió una década de crecimiento y de reducción de las deudas externas de los países. Incluso en muchos países permitió reducir la pobreza y la desigualdad. Millones de personas accedieron a la educación superior, a estándares de consumo de clase media y alentó la posibilidad de mejoras sostenidas.

Sin embargo, los precios de las exportaciones bajaron, no hubo cambios en las legislaciones impositivas y en los últimos años, creció la desigualdad al tiempo que la inversión externa se centraba solo en sectores de materias primas, como minería, gas, petróleo, pesca y agricultura.

Perú, el país que vive una crisis política grave, vivió un fenómeno de aumento de la explotación minera que fue mostrado como exitoso por muchos consultores y organismos empresariales. Sin inflación, con crecimiento del PIB y, sin embargo, con unos grados de pobreza y desigualdad que no lograron modificarse. No hubo “derrame” de las ganancias de la explotación minera.

El ascenso de Pedro Castillo al poder, más allá de su fracaso en el gobierno, fue alentado por sectores indígenas, campesinos y de las regiones donde están establecidas compañías mineras extranjeras. Esa fue la base electoral del maestro rural del norte peruano que logró una coalición que lo llevó al gobierno. Su propia incapacidad es proporcional al desprecio de las élites peruanas que lo cercaron aún antes de asumir la presidencia.

Su detención el pasado 7 de diciembre, tras un intento fallido de autogolpe, no puede dejar de lado que las protestas posteriores no solo fueron de sus partidarios sino que la sustancia de las manifestaciones es fundamentalmente económica. El supuesto modelo peruano de crecimiento es un fracaso más allá de cómo continúe la crisis política de gobierno. 

Perú había logrado reducir la pobreza y la desigualdad más que el resto entre 2003 y 2017. Uno de los motivos es que venía de estándares peores en esa materia. Sin embargo, en los últimos cinco años, quedó claro que no hubo políticas impositivas ni de incentivo a la diversificación económica. El país quedó prisionero del modelo extractivista. Perú ha tenido seis presidentes en cuatro años y desde que empezó el siglo, muchos terminaron presos, fugitivos o denunciados por corrupción. 

La gobernabilidad está en riesgo en Perú. No necesariamente es un espejo para América Latina y el Caribe. Sí un caso para contemplar en un escenario muy complejo para 2023.

El año próximo, salvo un cambio en las globales, los gobiernos contarán con menos recursos para hacer frente a las demandas sociales. Más de 200 millones de personas, es decir, 32% de la población total de la región, viven en situación de pobreza a la CEPAL. De estos, 82 millones viven en pobreza extrema. En contraste, el 10% de los latinoamericanos más ricos captan el 55% del ingreso de sus países.

 

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...