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18 de noviembre 2023 - 5:02hs

En 2024, el más joven de los baby boomers de Japón cumplirá 75 años. A los boomers se les llama la generación “agrupada” en Japón porque nacieron en un breve período a fines de la década de 1940, después del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Esa generación se convirtió en punto de mira de muchos de los espinosos debates sociales y económicos que se desarrollan en el Japón actual. Los boomers japoneses son criticados de diversas maneras por la disparidad de riqueza generacional, por la deuda nacional e incluso por la crisis ambiental, según explica en su libro The Conversation Simón Avenell, de la Universidad Nacional de Australia.

Históricamente, la experiencia de los boomers es en gran medida la historia del éxito de posguerra de Japón. Pero, ¿fueron simplemente aprovechados afortunados? ¿Y cómo dieron forma al Japón contemporáneo?

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En la posguerra, Japón estaba bajo la ocupación liderada por Estados Unidos y luchaba con una economía hecha jirones cuando ellos nacieron. Millones de soldados y colonos habían regresado de las colonias y los campos de batalla. Cuando los japoneses comenzaron a reconstruir su nación, también procrearon con entusiasmo. De 1947 a 1949, Japón registró alrededor de 2,7 millones de nacimientos al año, con una tasa de fertilidad superior al 4,3% anual.

La tasa de fertilidad o tasa especial de fecundidad es una variable demográfica que muestra el número promedio de hijos que nacerían por mujer si todas las mujeres vivieran hasta el final de sus años fértiles y dieran a luz de acuerdo con la tasa de fecundidad promedio para cada edad.

Japón nunca más sería testigo de una fertilidad tan asombrosa. Aparte de un repunte de corta duración en la década de 1970, los nacimientos anuales disminuyeron vertiginosamente.

En 2020, Japón registró su número más bajo de nacimientos anuales: 840.835, con una tasa de fertilidad de sólo 1,33. Esta no es la más baja de Asia, pero está muy por debajo de la tasa de sustitución de 2,1.

Según Avenell, los boomers japoneses fueron a la vez los motores y los beneficiarios del milagro económico del país de las décadas de 1950 a 1970, cuando el crecimiento del Producto Bruto Interno alcanzaba regularmente los dos dígitos.

En una época en la que la mayoría de los jóvenes terminaban sus estudios en la adolescencia, los boomers proporcionaban mano de obra para las industrias pesada, química, automotriz y electrónica de Japón. Muchos emigraron a ciudades como Tokio y aceptaron trabajos en pequeñas fábricas y tiendas minoristas.

Los pocos boomers que tuvieron la suerte de ingresar a las universidades en la década de 1960 se convirtieron en los abanderados de la protesta juvenil. Se manifestaron contra la sumisión de Japón a Estados Unidos y su participación en la guerra de Vietnam. Exigieron que las universidades redujeran las tarifas y dieran a los estudiantes una mayor voz.

Más allá de la protesta, crearon nuevas culturas en la música y el arte. De hecho, fueron actores del gran teatro que fue la “década de 1960 global”.

A medida que las protestas estudiantiles se convirtieron en violencia en el Japón de los años 1970, la opinión pública se volvió contra ellos. Un puñado abrazó el terrorismo de izquierda, pero la mayoría eligió la seguridad del Japón corporativo.

En 1975, los más jóvenes de la generación del boom japonés tenían veintitantos años. Japón se estaba recuperando de un aumento masivo de los precios del petróleo en 1973 y enfrentaría otra crisis petrolera en 1979.

Fueron los trabajadores boomers quienes sostuvieron a Japón durante estos tiempos económicos turbulentos. En una época de roles de género rígidamente definidos, se convirtieron en guerreros corporativos e industriales de Japón, mientras que sus mujeres criaron a sus hijos y cuidaron a sus padres ancianos. En consecuencia, orquestaron el segundo –y último– baby boom de posguerra en Japón en los años ‘70.

Cuando Japón emergió como superpotencia económica en la década de 1980, fueron los boomers quienes cosecharon los frutos, aunque no todos se beneficiaron por igual.

Avenell señala que, al mismo tiempo, a medida que la economía crecía, enfrentaron presiones financieras en vivienda y educación. Algunos incluso trabajaron hasta morir dentro de las corporaciones donde se trabaja bajo presión extrema.

Sin embargo, las cosas fueron buenas durante la “burbuja” económica japonesa de los años 1980. A finales de la década, los más jóvenes tenían alrededor de 40 años. Como trabajadores en mitad de su carrera, podían ahorrar y gastar, algo con lo que las generaciones posteriores sólo soñarían.

Justo cuando los boomers avanzaban hacia los niveles medios de la sociedad, el milagro económico de Japón terminó abruptamente. Lo que siguió a partir de la década de 1990 se lo conoce como las “décadas perdidas” de Japón, una “edad de hielo” del empleo y una era de incertidumbre y desesperación juvenil.

Pero los boomers sobrevivieron en gran medida ilesos. Gracias a un sistema de empleo que protegía a los trabajadores mayores, la mayoría (aunque no todos) conservó sus empleos mientras sus hijos luchaban por encontrar incluso un trabajo ocasional. Muchos también tenían ahorros a los que recurrir.

Pero en el Japón en recesión, los ahora envejecidos boomers plantearon cuestiones espinosas para el país. Como grupo saludable, longevo y muy numeroso, su inminente jubilación en la década de 2000 amenazó la viabilidad de los ya de por sí tensos sistemas de pensiones y salud de Japón. Los jóvenes nacidos en un Japón posterior a la burbuja se enfrentan a esta carga.

No sorprende que hayan surgido tensiones intergeneracionales. Para quienes sufrieron todo el proceso es fácil etiquetar a la juventud como vaga y carente de perseverancia. Para los jóvenes, los boomers simplemente tuvieron suerte de nacer en una era de crecimiento. Y, para empeorar las cosas, ahora deben apoyarlos en su jubilación.

Dada la influencia electoral de los boomers, los políticos están analizando con cautela soluciones que impliquen un traspaso generacional de mayores a jóvenes para atenuar los conflictos ocasionados por la tensión demográfica en una sociedad que envejece y ya no tiene la pujanza de antes. En última instancia, culpar a las generaciones no es la solución.

El profesor Avenell puntualiza que los baby boomers de Japón nacieron en un país en ascenso, pero también ayudaron a forjar ese éxito. Los jóvenes pueden aprovechar el viaje de los mayores desde las cenizas de la derrota hasta una riqueza sorprendente. Pero los mayores también deben reconocer cómo su generación contribuyó a los desafíos demográficos y socioeconómicos que enfrenta Japón hoy. A medida que la sociedad japonesa envejece cobra mayor importancia la empatía entre generaciones.

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