Por Daniel Colombo - coach especializado en CEOs, alta gerencia y profesionales
Algunas personas están acostumbradas a procrastinar, el hábito nocivo de postergar las cosas. Cada vez que deja de hacer algo que sabe que es importante, positivo o necesario, su autoestima baja. Dentro suyo -y por supuesto que también en relación con los demás- se rompe un pacto de confianza. Esto puede darse en el ámbito privado como también en el laboral.
El ser disciplinado es el único camino para alcanzar cualquier objetivo que se proponga. No es posible lograrlo si no lleva adelante el hábito repetido y sostenido en el tiempo que lo dirigirá hacia la meta. La autodisciplina lo distinguirá por sobre la media, convirtiéndolo no sólo en una persona más productiva, creativa, con más energía para hacer otras cosas que le interesen, sino también confiable y responsable.
¿Por qué hablar de disciplina suele producir aversión? La palabra disciplina tiene prejuicios: por lo general se la asocia con lo rígido y los dogmas, las doctrinas y el sacrificio. Si se enfoca en eso, seguramente su inconsciente se pondrá rebelde y contribuirá poco con el desarrollo del nuevo hábito. La palabra proviene de discípulo, quien sigue los pasos de sus predecesores, según su significado en latín. Desde esta perspectiva, la disciplina se convierte en una flecha en dirección hacia su meta.
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Para ponerse en marcha
Estos cinco pasos lo ayudarán a desarrollar el hábito de la disciplina.
1. Controle las distracciones. Si observa objetivamente un día típico en su vida se dará cuenta de la enorme fuga de energía en cosas innecesarias; por ejemplo, las horas que pasa haciendo zapping frente la televisión o en las redes sociales mirando la vida de otros. Redirija su energía hacia usted mismo, transformándola en el combustible para su autodisciplina. Haga cosas que lo motiven y que acerquen bienestar a su vida en los planos físico, emocional, mental y espiritual.
2. Vencer la pereza. Dar el primer paso es lo que más cuesta. Hay una fracción de segundo donde tiene que elegir entre la pereza o ponerse en movimiento hacia su meta. Quiebre ese límite autoimpuesto y de un paso a la vez pero sostenido en el tiempo.
3. Haga de la voluntad su gran logro. Esta condición humana se asocia con lo gánico (de ganas). En cuanto se entusiasma con algo, incluso por el resultado que obtendrá a largo plazo, todo su interior, incluyendo el cerebro, la mente y las emociones, trabajarán a su favor. Es necesario apoyarse en su escalón de voluntad para impulsarse hacia adelante y salir de la inercia.
4. Agende todo, incluso los descansos. El orden y la organización es un aliado ideal de la disciplina. Resultará confuso para su inconsciente dar señales contradictorias si es un caos en lo externo e interno y, a la vez, busca autodisciplina. Registre sus compromisos y trate de cumplirlos: asigne espacios de descanso y de recuperación física y mental para balancear este nuevo hábito que está incorporando. Hágalo consciente: luego lo hará en forma innata.
5. Negocie internamente con su centro de recompensa. Es decisivo para que persevere. Frente a un paso donde está a punto de retroceder en su proceso para ser más disciplinado, establezca una regla interna de recompensarlo de alguna forma estimulante. Por ejemplo, darse un gusto: exprese internamente la recompensa que tendrá al final de la tarea que exige una dosis extra de su voluntad. Así, a cada acción le asociará una recompensa.
Fuente: El Cronista - RIPE
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