Close se puede ver en cines uruguayos

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Close, o lo que pasa cuando la belleza de la amistad se malentiende y le da paso al dolor

La segunda película del realizador belga Lukas Dhont está nominada al Oscar a Mejor película internacional y se puede ver en cines uruguayos
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03 de marzo de 2023 a las 05:00

Son dos niños, varones, preadolescentes en realidad, y están juntos todo el tiempo, recorriendo los campos de flores donde sus padres trabajan, armando líos, creando mundos de fantasía, matando las vacaciones, siendo los mejores amigos que pueden ser en ese momento en que la vida todavía no se escurre a la velocidad de la luz. Y por eso, porque no se pueden separar y porque por algún motivo la sola idea de no verse les resulta insoportablemente tediosa, a la noche suelen dormir juntos. A media luz, con los cuerpos muy cerca, ellos se miran, a veces se abrazan, pasan mucho tiempo queriéndose y queriéndose de verdad, con una fuerza fraternal que no sabe de pudores y tampoco de censuras autoimpuestas. En sus roces no hay nada sexual, o incluso presexual; el descubrimiento no pasa por ese lado. Porque además, si existe el impulso, tardará en llegar, vendrá mucho después, y es probable que con otras personas, en otros dormitorios, con otro tipo de caricias y de murmullos. Esto es solo amor. Solo eso. 

Pero en un momento el vínculo entre Léo y Rémi, así se llaman los amigos, se contamina. Empiezan el liceo y la cercanía que tienen resulta algo incómoda para los demás. O, al menos, no se ajusta con las reglas que dicen que dos varones no se pueden decir esas cosas, tocarse así o depender el uno del otro de esa manera. O sí pueden, pero únicamente si son pareja. Así que se lo preguntan: ¿ustedes están juntos? Ellos responden que no con miradas torvas, extrañadas, o al menos no están juntos de esa manera, bajo esos términos. Pero nadie los entiende muy bien, así que empiezan a burlarse. Y Léo es quien acusa el golpe: decide dejar de ser el foco del bullying. Se aleja de Rémi. Una brecha se abre, pasa algo espantoso, horrendo, y la vida cambia para siempre. Ya no hay amor. O sí, pero ahora duele. Duele demasiado. 

Rémi y Léo

Close, la segunda película del realizador belga de 31 años Lukas Dhont, es una puñalada que puede dejar hasta al espectador más frío al borde de las lágrimas. Nominado al Oscar en la categoría Mejor película internacional —la misma en la que Argentina 1985 saca pechera como única representante latinoamericana o directamente no europea—, su historia, basada apenas en experiencias de acoso escolar que él mismo sufrió, es una mirada potente a la forma en la que la presión de los modelos de conducta del patriarcado se hacen casi siempre insoportables. Cómo aprietan y corrompen vínculos de pureza total como el que tienen Rémi y Léo. 

Dhont se inspiró también en una investigación que marcaba como los mismos niños que a una edad temprana se vinculaban a través de expresiones de cariño genuina, ya en la adolescencia dejaban de hacerlo. "Ya no se atrevían a usar el mismo vocabulario emocional para expresar su mundo interior, el amor por los amigos", dijo el director belga en entrevista con Página/12. "Lo consideran algo femenino o gay, así que no se animan a hablar de la misma manera. Cuando leí la investigación me sentí muy conectado con ellos, aunque hayan sido criados en un país y un contexto diferentes al mío. Yo crecí como un chico queer en una región rural, pero sin embargo sentí lo mismo a esa edad: me distancié de esa ternura, de esa cercanía con otros chicos, porque de inmediato era vista como algo sexual. Son cuestiones que tienen que ver con la idea de masculinidad al llegar a cierta edad, cuando comienzan a valorarse la independencia, la competitividad, las relaciones románticas. Pero no la amistad íntima con otros varones. Nos desconectamos de esa necesidad interior”

Como una suerte de sucesor espiritual de Xavier Dolan, pero menos abierto al lado luminoso y divertido de la vida, Dhont apareció en el mapa de los festivales europeos con una voz sensible y atenta a las problemáticas del mundo queer. Su primera obra fue Girl, que se puede ver en Netflix y que impresionó al retratar la peripecia de una adolescente trans que, con el apoyo incondicional de su familia, buscaba convertirse en una bailarina de ballet reconocida y al mismo tiempo lograr completar su tratamiento hormonal con éxito. Girl llegaba a un clímax tardío en el que el dolor del personaje principal estalla en una escena que, de solo recordarla, estremece. Con esa decisión Dhont caminó por la línea delgada y peligrosa del efectismo, pero salvó con éxito su primera prueba.

En Close, que se puede ver en salas uruguayas desde este jueves y que ganó el último José Ignacio International Film Festival (JIIFF), sucede algo parecido. Los coletazos del bullying que reciben Léo y Rémi decantan en un punto de fuga que parte la película y el alma del espectador a la mitad. A partir de uno de los golpes argumentales más duros y dolorosos del año cinematográfico, Close pasa de ser una película sobre la luz incandescente de una amistad hermosa, al sufrimiento absoluto impuesto por un mundo que parece no querer que la gente sea feliz. 

Close está nominada a Mejor película internacional

En ese momento es cuando se siente que, en algún sentido, Dhont pierde el control de su historia. Porque el cráter de sufrimiento que su decisión argumental deja en todos los involucrados —personajes y espectadores— es tan grande y difícil de asimilar que es imposible volver a poner el foco en la recuperación. No importará demasiado si los protagonistas logran superarlo, si la belleza visual de la que su película hace gala desde el minuto cero se mantiene, si el par de escenas finales entre Léo y la madre de Rémi son sencillamente perfectas. Al final queda el dolor y la resignación de saber que no se puede eliminar, solo aprender a vivir con él.

Por eso resulta extraño decir que Close es una película bellísima que te hace pedazos. Que es un viaje repleto de amor —entre amigos, entre padres, entre hijos— pero también de un sufrimiento que te acompaña, más tarde, durante horas. La capacidad de su director para retratar la intimidad de la amistad es asombrosa y enternecedora, pero también lo es su talento para dejarte casi sin esperanzas. Sus universos parecen entregar lo mejor y lo peor de la existencia, parecen querer gritar que acá no hay espacio para la pureza, o no por demasiado tiempo, y que quizás ahí esté su bandera: en la idea de que los destellos de belleza de esta vida son pocos y que hay que disfrutarlos y ser fieles a ellos mientras se pueda, porque ya se encargará este mundo ruin y mezquino de hacerlos trizas. 

Cose es la segunda película de Lukas Dhont

Transitar semejante pozo emocional se hace más fácil con las brillantes actuaciones de Eden Dambrine y Gustav De Waele, dos actores amateurs que se ponen al hombro los personajes de Léo y Rémi, y que junto a un elenco de adultos casi tan excelentes como ellos le dan forma a una historia de difícil digestión. Y de nuevo: qué extraño decir eso de una película tan bella, tan cristalina y pura, pero Dhont decidió caminar por la senda del sufrimiento y allí sigue. Avisó en Girl y confirmó en Close. En la capacidad que cada uno tenga para contener las lágrimas y controlar el nudo en la garganta está la respuesta de si lo seguimos para la próxima o no. 

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