Isabella y su madre

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Cómo es vivir con alergia alimentaria

Padres de hijos con esta patología quieren que se apruebe una ley de etiquetado de alimentos para alertar de proteínas que ocasionan alergias
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02 de diciembre de 2019 a las 05:00

No tomar leche, sus derivados o comer huevo. Evitar sentarse al lado de quien está consumiendo alguno de estos alimentos o saludar con un beso a la persona que los consumió. Tener cuidado al agarrar plastilina o tizas. Verificar qué ingredientes tiene el jabón de tocador, el shampoo y cualquier crema.

Estos son algunos de los recaudos que Tatiana Troche debe tomar con su hija Isabella de tres años, que padece alergia alimentaria, una patología que afecta entre el 6% y 8% de los niños menores de 3 años y hasta cerca de un 3% de los adultos, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Isabella probó un yogurt a los seis meses y al instante se brotó e hinchó. Allí fue diagnosticada con alergia alimentaria y comenzó una dieta que eliminaba la leche de los alimentos que consumía. Al tiempo, los médicos le sugirieron volver a incluirla pero tuvo reacciones más fuertes.

"Al año le hicimos los análisis de sangre específicos para analizar el nivel de alergia a determinados alimentos. Ese estudio le dio alto, lo repetimos anualmente y los valores no bajaron, al contrario, aumentaron. No tenemos una explicación de por qué pasa eso", cuenta Troche. Al poco tiempo, descubrieron que también era alérgica al huevo, por lo que eliminaron este alimento de la dieta y todos sus derivados o productos que puedan estar contaminados porque se elaboran en el mismo lugar y contienen trazas.

Troche se unió al grupo de Facebook Alergias Alimentarias Uruguay, que reúne a más de 1.200 madres y padres cuyos hijos padecen alergia alimentaria. "Allí nos ayudamos entre todos, nos recomendamos productos que estamos seguros que no va a pasar nada si nuestros hijos los consumen", explicó. 

Los padres quieres una ley de etiquetado de alimentos y de medicamentos, que obligue a identificar de forma clara los nombres de las fuentes alimentarias y advertir si contienen alguna proteína derivada de los ocho alérgenos más comunes: leche, huevo, pescado, mariscos, frutos secos, maní, trigo y soja. 

"La ley de etiquetado no la queremos por capricho, es para que nuestros hijos tengan una mejor calidad de vida y puedan vivir sin el miedo constante", contó la madre de Isabella, que desde junio no tiene reacciones alérgicas gracias a los cuidados que le brinda su familia.

Esta ley se inspira en las que ya se aplican en Brasil, Chile y Argentina, y es similar a la que se aprobó el año pasado sobre etiquetado de alimentos con exceso de sodio, grasa o azúcares.

"El etiquetado ayuda a los consumidores alérgicos a identificar y saber qué consumir, hacerlo con tranquilidad y seguridad. En el caso de mi hija, sí consume algo con trazas le genera un problema gástrico importante", resaltó.

Shock

Desde que Isabella fue diagnosticada con alergia alimentaria, todo cambió en la casa de Troche. Se consumen solo los productos que la niña puede comer, y los cumpleaños se hacen de igual forma. "Se cambiaron marcas que no consumíamos y ahora sí, y que son bastante más caras. Ya no podemos comprar ofertas en el supermercado", ejemplificando sobre el costo económico de esta enfermedad.

Pero no se limita solo a los comestibles, ya que los jabones y cremas pueden contener proteínas que generarían una crisis alérgica. Lo mismo sucede con los medicamentos y vacunas.

Troche asegura que hay desinformación sobre alergias alimentarias de parte del personal médico y de la población en general. En mayo, Troche llevó a su hija a darle la vacuna del sarampión. El médico de la mutualista le recetó antialérgicos que debía tomar tres días antes, pero eso no impidió que hiciera un shock anafiláctico, que es el grado máximo al que puede llegar este tipo de alergias, generando un riesgo para la vida.

"El médico de la emergencia me dijo que nunca tenía que haberle dado esa vacuna, y si lo hago tiene que ser en la urgencia para que atiendan la reacción", lamenta Troche. 

El tratamiento de esta enfermedad depende del grado de sensibilidad a los alimentos que tenga cada persona. El caso de Isabella es uno de los más graves, ya que por el mero contacto o la inhalación de las proteínas en el mismo ambiente puede brotarse, hincharse o en el peor de los casos, tener un shock.

"Al tener contacto es muy difícil porque vas a un cumpleaños y te enloqueces, tenes que estar encima de todo el mundo, decirles que se limpien antes de agarrarla y terminas enloqueciendo a la propia niña". Troche piensa cuando su hija vaya a la escuela. "Ya me estreso desde ahora", dice.

En el jardín al que concurre Isabella organizaron charlas y les contaron sobre la enfermedad de Isabella. "Ya saben que no pueden tocar a Isa después de merendar, y eso está bueno que se genere en los colegios, lograr empatía", sostiene.

Sin embargo, si el entorno no acompaña el proceso de la enfermedad puede ser un duro revés con aislamiento y discriminación. "Es complicado de llevar, cada uno tiene su merienda y no la pueden compartir. A una granja no pueden ir si son alérgicos y así pasa con todo", lamentó Troche.

En el grupo hay padres que narraron que en algunos colegios privados no aceptan niños alérgicos. "Consideran que es un tema complicado, es una responsabilidad grande porque pueden tener una anafilaxia", zanjó.

Sin salida

Una persona con alergia alimentaria debería estar un tiempo prolongado sin contacto con los alimentos alérgenos para disminuir la sensibilidad. Sin embargo, es difícil lograrlo a rajatabla si los productos no informan todas sus proteínas, porque es factible que vuelvan a tener una crisis.

"Hay casos de mayores de edad que siguen con alergia y se acostumbran. Pero los niños lo sufren más porque desean las cosas", y Troche ejemplifica con las golosinas, ya que son muy pocas las que pueden consumir. 

Los padres hacen malabares para que sus hijos no vean la diferencia. En los cumpleaños, cambian la bolsa de la sorpresita sin que se den cuenta y puedan comer. 

"Las madres y padres sufrimos más que ellos. Mi hija tiene tres años y la tiene re clara, siempre me pregunta si puede comer algo o no. Pero nosotros hacemos magia para cuidarlos", dice.

A raíz del shock anafiláctico en mayo, Isabella maduró, hizo un click. "Desde ese momento entendió todo mucho mas, pregunta cosas y eso nos da tranquilidad", aseguró su madre.

Luego de las decisiones desecnontradas con los médicos, la comenzó a atender un médico en una clínica de Argentina.

Guía para los médicos

La alergia alimentaria es una enfermedad inmunológica, una respuesta inmune del organismo ante un alimento, que provoca la liberación de ciertos mediadores que hacen que el paciente tenga sintomatología que puede ser de leve a severa.

"Esta alergia va en aumento en el mundo. Se cree que es porque los alimentos están modificados, y otras causas que hacen que a la alergia alimentaria se le esté dando más importancia", explicó a El Observador Marylin Valentin, pediatra, alergista e inmunológa. 

Las alergias leves pueden provocar reacciones en la boca y en la piel, y las más severas generan anafilaxia, cuando el cúmulo de sintomatología pone en riesgo la vida. Los síntomas son dificultad para respirar, hipotensión, y si no se trata a tiempo puede ocasionar la muerte en segundos.

El Comité de Alergia Alimentaria de la Sociedad Latinoamericana de Alergias e Inmunología -que preside Valentin- realizará una guía para que los médicos que tratan a estos pacientes en todas las especialidades manejen la misma información y puedan llegar a las mismas conclusiones.

Según la especialista, hay alergias que con el paso del tiempo dejarán de tener sensibilidad alta, por ejemplo, la de la leche. "Hay un estudio de ingeniería genética que permite saber qué grado de sensibilización tiene el paciente y si puede insensibilizarse" ante la proteína, explicó como uno de los avances de la medicina en la materia.

Medidas a tomar en caso de sufrir alergia alimentaria, según Clínica Mayo:
•Ser consciente de lo que come y bebe. Asegurarse de leer cuidadosamente las etiquetas de los alimentos.
•Si ya tuvo una reacción grave, use una placa identificatoria o collar de alerta médica para que los demás sepan que tiene una alergia alimentaria, en caso de que tenga una reacción y no pueda comunicarse.
•Tener cuidado en los restaurantes. Asegurarse de que el mozo o el cocinero sepan que en ninguna circunstancia puede comer el alimento al que es alérgico.
•Planificar las comidas antes de salir de su casa. Si es necesario, lleve alimentos libres de alérgenos cuando viaje o asista a un evento.
•Avisarle a las personas importantes que su hijo tiene una alergia alimentaria. Hable con los cuidadores, maestros, los padres de los amigos de su hijo y otros adultos que interactúen regularmente con él.
 

 


 

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