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Cómo pueden llevarse bien las personas matutinas y las vespertinas

Sin importar si eres un pajarito madrugador o una criatura de la noche, te damos consejos para llevarte bien con ese compañero con distintos niveles de energía
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25 de febrero de 2020 a las 21:07

Por Sarah Mazzetti

Tu colega de trabajo atraviesa la oficina más o menos a las 9:45  y va directamente a la cafetera. Aunque tu colega quizá no expresa su estado mental actual, su taza (“No me hables antes de tomar mi café y después de eso, por favor, sigue sin hablarme”) te lo informa. Tú, que eres una persona matutina, simplemente no entiendes por qué es tan gruñón. Ya estás todo animado y listo para tener una charla agradable. “¡Buenos días! ¿Cómo estás? Ya corrí 8 kilómetros, y después te envié diez cosas que debemos hacer. Te veo en cinco minutos para hablar de eso”.

Tu colega te ve fijamente con una mirada que dice: ¿Qué parte de mi lenguaje corporal y mi taza de café te hizo pensar que querría hablar contigo, no solo ahora sino también dentro de cinco minutos? 

Siete horas después, a las 16:45, tu cerebro está hecho papilla. Tu colega que antes se mostró reticente entra a tu oficina lleno de entusiasmo, listo para hablar de lo que piensa y poner manos a la obra aquí y ahora. Lo ves con ojos rojos que dicen: No me quedan neuronas. Tengo hambre. Solo quiero esconderme hasta la hora de salida. Deja de hablarme, y desearía que hubiera una taza para explicar el bloqueo mental que siento en las últimas horas de la tarde.

Eso ocurre entre los colegas cuando algunos son matutinos y otros vespertinos o nocturnos. Tienen distintos niveles de energía en distintos horarios. Además, experimentan esas diferencias de manera más marcada que la mayoría de las personas que tienen un ciclo de energía más “intermedio”.  

El término científico para el ritmo circadiano único que nos convierte en personas matutinas o nocturnas es un cronotipo. Michael Breus, psicólogo y catedrático de la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño, dice que las personas nocturnas son “lobos”; las matutinas, “leones”; los que están en medio, “osos”, y los que tienen el sueño ligero son “delfines”. Daniel H. Pink, autor del libro “When: The Scientific Secrets of Perfect Timing”, agrupa a las personas según tres tipos: “alondras” matutinas, “terceras aves” y “búhos” nocturnos.

Si estás en uno de los extremos, ya sea como persona estrictamente matutina o vespertina, sin duda conoces tu cronotipo. Sin embargo, si no estás seguro, evaluaciones como el Cuestionario Automatizado de Matutinidad-Vespertinidad pueden ayudarte a determinar tu patrón.

Sin importar los términos o tu tipo, algo es verdad: 

- Los cronotipos reflejan la realidad fisiológica de tu ciclo de sueño-vigilia, y tus niveles corporales de temperatura, melatonina y cortisona.
- Esta tendencia no es algo que puedas elegir. Está biológicamente programada, aunque puede haber algunos cambios en las tendencias dependiendo de tu edad.
- Ningún cronotipo es intrínsecamente bueno o malo. Simplemente son diferentes.
- Conocer tu cronotipo (y el de los demás) puede mejorar tu productividad.

Entonces, ¿cómo se puede trabajar de manera eficaz con colegas que tienen ideas drásticamente distintas sobre cuándo es oportuno llevar a cabo alguna tarea? A continuación, propongo algunas ideas con base en mi experiencia como mentora de gestión del tiempo. 

Establezcan reglas

A veces las actividades deben realizarse en un momento específico y no hay muchas alternativas que elegir. Sin embargo, en situaciones en las que haya flexibilidad, recomiendo que la aprovechen.

Si tu colega es una persona nocturna, por ejemplo, quizá aceptes programar las reuniones después de las 10:00. Y si otro colega es madrugador, podrían proponer reunirse siempre antes de las 15:30, especialmente si deben hablar de algo complejo. Para los que están en medio, estará bien cualquier hora entre las 9:00 a. m. y las 17:00.

Con un entendimiento mutuo de cuándo tendrán la mayor energía mental, pueden evitar sentirse molestos porque la otra persona parece aturdida o agotada, o porque tú lo estás.

También puedes establecer reglas sobre la comunicación. Quizá aceptes usar solo mensajes de texto o en redes sociales, por ejemplo, para asuntos verdaderamente urgentes o después de cierto tiempo. Fuera de esos límites, podrías usar el correo electrónico. De esa manera, tus colegas nocturnos no despertarán para encontrarse con 20 mensajes de texto, y tus colegas matutinos no se molestarán por querer terminar e irse a casa cuando un colega quiere tener un debate largo, animado y detallado. A veces la comunicación debe ocurrir en tiempo real. Sin embargo, muchas cosas pueden esperar hasta el siguiente día hábil y saldrán mucho mejor si le hablas a la gente en el momento que les convenga. 

Comunica lo que estás viviendo

Las personas que tienen distintos cronotipos sienten ráfagas de energía y entusiasmo en momentos radicalmente distintos, por lo que no entienden lo que estás viviendo a menos que se lo digas.

Las reglas ayudan. Pero si tu colega animado llega a tu escritorio en cuanto entras a la oficina, en vez de lanzarle una mirada matadora, en general es mejor decir: “Acabo de llegar y necesito arreglar unas cosas. Paso a verte más tarde. ¿Te parece?”.

O si tu colega te pide tomar una decisión importante a las 18.00 y te sientes cansado, malhumorado o hambriento, está bien decir: “No me siento muy bien para tomar esa decisión en este momento. Déjame pensarlo esta noche y mañana me comunico contigo”.

Si expresas que te importa lo que dice la otra persona, pero no tienes la capacidad de digerirlo adecuadamente en ese momento, la ayudas a sentirse escuchada y evitas tomar una decisión repentina solo porque quieres terminar la conversación.  

Respétense

Es tentador pensar que la manera en que tú trabajas es la mejor. “Me levanto a las cinco de la mañana y termino veinte cosas antes de las 8:00 a.m., y por eso soy el mejor”. O “puedo trabajar hasta la medianoche y hacer más cosas en un día de las que lograrías en una semana”.

Sin embargo, no hay una “mejor manera” universal. Existe la mejor manera, para ti. Puedes trabajar de manera muy eficaz, y hacerlo con otras personas, cuando entiendes y respetas el hecho de que hay diferencias.

Por eso, la próxima vez que te sientas tentado a juzgar a alguien por no dar su 100 por ciento en un momento que para ellos no es ideal, piensa en cómo te sentirías si te pidieran hacer algo complejo en tu peor momento del día. Después ofréceles el mismo entendimiento que te ofrecerías. De ser necesario, toma una taza de café. Eso ayuda. 

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