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Crecimiento global está en desaceleración y la guerra comercial de Trump lo empeora

La fragilidad de China, provocada en parte por las repercusiones de la guerra comercial, se ha extendido a Alemania, Australia y otros países
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21 de junio de 2019 a las 05:01

Por Jeanna Smialek, Jim Tankersley y Jack Ewing. New York Times News Service

La guerra comercial del presidente Donald Trump está debilitando la inversión de las empresas, la confianza y la afluencia del comercio en todo el mundo, un acontecimiento que, según los líderes extranjeros y los ejecutivos empresariales, está empeorando una desaceleración económica global que ya estaba en marcha.

El debilitamiento reciente en Europa, Australia y otros lugares del mundo coincide con la batalla comercial intensificada de Trump contra China y otros socios comerciales. Los economistas advierten que una mayor escalada de Trump —como imponer aranceles a más productos chinos o impuestos a los automóviles extranjeros— podría desacelerar el crecimiento global hasta casi detenerse.

“En cierto sentido, con estas tensiones comerciales, la economía global está acercándose a una encrucijada”, señaló Ayhan Kose, director de Prospects Group del Banco Mundial.

La fragilidad de China, provocada en parte por las repercusiones de la guerra comercial, se ha extendido a Alemania, Australia y otros países, y ha elevado los costos de la cadena de suministros, reducido las exportaciones e inquietado a los líderes políticos y económicos.

El martes, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, señaló que el banco estaba preparado para inyectar más estímulos a la economía de la eurozona a fin de combatir la desaceleración económica.

Las consecuencias 

Los efectos de la guerra comercial de Trump han sido especialmente serios para Alemania, la economía más grande de Europa, la cual ha estado preparándose para la decisión de si Estados Unidos va a imponer o no aranceles a las importaciones de automóviles. La inquietud comercial ha llevado a una reducción de la confianza y el gasto: la producción industrial general de Alemania se contrajo considerablemente en abril, cayendo un 1,9% ese mes, contra el 0,5% que esperaban los analistas.

“Las contingencias que han prevalecido durante todo el año pasado, en especial los factores geopolíticos, la amenaza creciente del proteccionismo y las vulnerabilidades de los mercados emergentes no se han disipado”, afirmó Draghi en un discurso el martes. “La extensión de las amenazas ha afectado a las exportaciones y, principalmente, a la manufactura”.

Trump arremetió contra Draghi en Twitter, acusándolo de intentar debilitar la moneda europea con el fin de obtener ventajas en el comercio global al abaratar sus mercancías en el extranjero.

“Mario Draghi acaba de anunciar que podría haber más estímulos, lo que de inmediato bajó el euro frente al dólar y facilitó mucho y de forma injusta su competencia contra Estados Unidos”, Trump escribió en Twitter. “Durante años, han estado saliéndose con la suya de esa manera, junto con China y otros países”.

La postura agresiva del presidente contra sus socios comerciales llega cuando los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo ya están dando marcha atrás a la rápida globalización que predominó en las políticas económicas de las dos últimas décadas. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo informó la semana pasada que la afluencia global de inversiones extranjeras directas se redujo un trece por ciento el año pasado, por lo que llegó a su nivel más bajo desde la crisis financiera.

Fue el tercer descenso anual consecutivo, que los funcionarios atribuyeron a que las empresas multinacionales regresaron dinero a Estados Unidos tras la reforma fiscal de Trump de 2017. Los funcionarios advirtieron que las tensiones comerciales planteaban el “riesgo de una caída” en el repunte del crecimiento de las inversiones este año.

Trump ha empleado los aranceles persistentemente para sancionar a socios comerciales como China, Europa, Canadá y México que, según él, han acabado con el empleo en Estados Unidos al inundar el país con productos baratos y establecer barreras económicas injustas en sus territorios. El presidente y sus altos funcionarios insisten en que la guerra comercial está mejorando la economía estadounidense y que cualquier desaceleración en el crecimiento global no está relacionada con las políticas comerciales de su gobierno.

El secretario del Tesoro Steven Mnuchin afirmó en una entrevista este mes que “de ninguna manera pensaba que las desaceleraciones que vemos en algunas partes del mundo sean resultado de las tensiones comerciales actuales”. Señaló que el crecimiento de Asia y Europa había estado disminuyendo antes de que fracasaran las conversaciones comerciales entre Estados Unidos y China a principios de mayo.

Trump conforme y convencido 

Trump se ha referido en repetidas ocasiones a la desaceleración de China como una prueba de que su guerra comercial está dando resultado, y la semana pasada les dijo a los reporteros que Estados Unidos ha “captado catorce billones de dólares en capital neto de Estados Unidos”.

“Y China ha descendido probablemente unos 20 billones de dólares”, continuó. “Hay una tremenda diferencia”.

No obstante, una desaceleración en la segunda economía más grande del mundo —misma que está inmersa de manera considerable en las redes comerciales globales— afecta a otras economías.

“China es el país comercial más grande del mundo”, comentó Jacob Funk Kirkegaard, investigador principal en el Instituto Peterson para la Economía Internacional en Washington. “Simplemente no es creíble la idea de que se pueda desacelerar el motor del crecimiento global sin afectar a otros países”.

Las empresas multinacionales ya están cambiando sus cadenas de suministro y postergando su gasto de capital como respuesta a los aranceles de Trump sobre los productos chinos y sobre los metales extranjeros.

Tom Linebarger, presidente y director ejecutivo del fabricante de motores diésel Cummins, mencionó la semana pasada que, como resultado de la guerra comercial, su empresa había perdido negocios para parte de sus operaciones en China. Esta empresa de Indiana está cambiando sus prácticas de suministro con el fin de reducir al mínimo su contacto con China, y Linebarger señaló que sus costos, derivados de los aranceles, ahora superan los beneficios de los recortes fiscales a las empresas que suscribió Trump en 2017.

“Los aranceles que están vigentes, y que seguirán estándolo durante algún tiempo, son una carga importante para las empresas y las granjas estadounidenses”, comentó Linebarger.

Los datos indican, cada vez más, que las tensiones comerciales están afectando la confianza en la economía, tanto a nivel global como en Estados Unidos.

Un estudio realizado por el Banco de la Reserva Federal de Nueva York sobre la manufactura documentó su peor caída el lunes, la cual muchos economistas atribuyeron a las amenazas que Trump hizo este mes sobre imponer aranceles a las importaciones de México como sanción por no poder contener la inmigración ilegal. Aunque se evitaron dichos aranceles, la posibilidad de que Trump pueda tomar una medida similar contra otro socio comercial ha captado la atención de las empresas globales y los líderes extranjeros.

La guerra comercial está teniendo “un impacto mucho más fuerte” en las empresas que contratan e invierten en Estados Unidos de lo que piensa la mayoría de los analistas, escribió Deutsche Bank el lunes en una nota de investigación. Con el incremento de las tensiones, han aumentado varias mediciones de incertidumbre política, compiladas por los economistas Scott R. Baker, de la Universidad del Noroeste, Nicholas Bloom, de la Universidad de Stanford, y Steven J. Davis, de la Universidad de Chicago.

El martes, Trump publicó en Twitter que había hablado por teléfono con el presidente Xi Jinping de China y que ambos líderes sostendrán una reunión “ampliada” la próxima semana en la cumbre del Grupo de los 20 en Japón. Esos comentarios podrían ayudar a tranquilizar los temores acerca del comercio global, los cuales habían aumentado después de que Estados Unidos acusó a China de romper un acuerdo comercial el mes pasado y Trump aumentó los aranceles a los productos chinos con un valor de US$ 200.000 millones como sanción.

Sin embargo, no está garantizado ningún acuerdo, y Trump ha amenazado con imponer derechos de importación a más productos chinos con un valor de US$ 300.000 millones si Xi no reconoce el acuerdo original. El presidente ya ha impuesto aranceles a productos chinos con un valor de US$ 250.000 millones y ha sacudido a sus socios comerciales con aranceles al aluminio y al acero, además de que ha amenazado con tasar los automóviles procedentes de Europa y de Japón.

La manufactura, que es especialmente vulnerable al comercio, se está desacelerando en las economías avanzadas aun cuando las industrias de servicios se mantienen. Los indicadores de las plantas han caído más en Europa y se están tambaleando en Japón. En Estados Unidos, el índice de fabricación del Institute for Supply Management cayó a su nivel más bajo durante la presidencia de Trump en mayo.

Las políticas comerciales no son las únicas culpables de la desaceleración de la producción. Entre otros factores se encuentra una desaceleración continua estructural en el crecimiento de China y las tensiones derivadas de los intentos del Reino Unido por salir de la Unión Europea.

Los líderes de Business Roundtable, un grupo de cabildeo de directores ejecutivos en Washington, advirtieron la semana pasada que, si las próximas negociaciones comerciales no llegan a una resolución, tal vez Estados Unidos y sus empresas también paguen el precio.

“Actualmente, la mayor amenaza autoinfligida para el crecimiento sería que el comercio cayera”, comentó Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan Chase.

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