Cuatro discos y una canción

Desde que fue descubierta por Jay Z, Rihanna ha sido una máquina imparable de éxitos. Sus colosales singles –desde el hit Umbrella en adelante– fueron los pilares sobre los cuales construyó su imperio. Pero Rihanna nunca fue un artista "de discos". Lleva la corona de haber sido la artista que más singles digitales vendió en lo que va de la historia, pero tiene apenas un número uno de ventas de discos en Billboard por Unapologetic (2012). En Anti, su octavo disco, la cantante de Barbados parece decidida a cambiar la pisada.

Para empezar, se tomó un tiempo récord de cuatro años para realizar el disco, el máximo desde Good Girl Gone Bad (2007) y Rated R (2009). Pero para lograr un buen disco, uno que tenga coherencia, que refleje una aspiración artística y canciones sólidas, Rihanna decidió hacer las cosas a su manera. Y esta manera puede que no sea la más esperada o popular.

Porque Anti es a partes iguales una búsqueda estética y una búsqueda de redefinición artística plasmada en canciones. Es un disco de R&B que se ubica del lado más denso y oscuro del género y roza en ocasiones lo más experimental. Ya en Unapologetic había indicios de estas intenciones, pero ese disco se fue al mismo tiempo su álbum más disperso y flojo. Este tipo de búsquedas encierran esos riesgos.

Anti, en cambio, es un trabajo que puede escucharse de principio a fin sin sentir que se trata de un puzzle mal armado, como pasaba con Unapologetic. Es, además un disco de tiempos lentos. El único momento donde las cosas parecen tomar un ritmo más bailable es en Work, el primer corte a dúo hecho junto al rapero Drake, que se acerca tímidamente al dancehall. El infaltable coqueteo con el hip hop aparece en Consideration y Needed Me. Pero aquí Rihanna también trabaja con el pop y el rock. Versiona con éxito a la banda psicodélica Tame Impala en Same Ol' Mistakes. También aparece en los créditos la cantante Dido, cuyo Thank You parece haber inspirado una línea melódica de Never Ending, de los pocos temas que sobran del disco.

Pero más allá de las canciones, el mayor destaque de Anti es la misma voz de Rihanna. Si antes era reconocida por su gélida vocalización, es evidente que el paso del tiempo le ha permitido incorporar matices y colores. Y es en este disco donde aparecen sus mejores interpretaciones desde Only Girl (In the World) de 2010. A pesar de su larga lista de baladas, Rihanna nunca se había permitido mostrar vulnerabilidad alguna, pero eso cambia en Love on the Brain y Higher, dos temas que evocan el soul de los 1960. Son dos de los puntos altos de Anti junto a Kiss it Better, un power-pop con las debidas guitarras al estilo 1980 cortesía del exguitarrista de Extreme, Nuno Bettencourt.

Quienes busquen a la Rihanna de los éxitos electrónicos, del swing caribeño o el pop irreverente no deberían pasar por Anti. Esta es una Rihanna que busca otro camino, con errores, aciertos y, por primera vez, sin un candidato de fierro a triunfar en los rankings.

A sus 40 años, Sia ya es una de las voces más reconocibles y una de las compositoras con presencia más sostenida en las listas de éxitos. Desde el abajo creó excelentes discos, hasta que su talento fue capturado por el pop y pasó de las sombras de los estudios al foco público. Y desde su sexto disco, 1000 Forms of Fear (2014), los escuchas pudieron ponerle un rostro (aunque cubierto) a su voz y a su lírica.

Para el segundo disco en esta nueva etapa, Sia recopiló canciones que fueron descartadas por artistas de la talla de Adele, Rihanna o Beyoncé, y las recuperó para hacerlas propias. En este sentido, This is Acting es algo así como el currículum de Sia en su rol de compositora. Aquí demuestra la enorme capacidad actoral de adaptarse a las circunstancias y escribir desde perspectivas diferentes. Por ejemplo, una vez que se sabe que la discotequera Move Your Body fue hecha para Shakira, toda interpretación cambia, y en Alive, que fue hecha junto a Adele, es posible imaginarse a la cantante inglesa interpretándola.

Pero a veces esos intentos actuación no funcionan del todo. Mientras que temas como Sweet Design bien podrían haber sido parte de su disco ultra pop We Are Born (2010), Cheap Thrills es ajeno al universo de Sia e incluso para Rihanna es una composición demasiado básico.

En conclusión, This is Acting habla de lo excelente compositora que es y deja en evidencia su enorme talento vocal. Pero también deja gusto a poco y ganas de que escribiera más para sí misma.

Chairlift es un trío de Brooklyn que empezó a hacer indie pop como se usaba a mediados del 2000. Se hicieron microfamosos gracias a una publicidad de Apple, se transformaron en dúo, se volcaron más hacia el electropop y crearon un interesante segundo disco, hasta que vino Beyoncé y les pidió una canción. No Angel terminó siendo otra carta de presentación para Caroline Polachek y Patrick Wimberly, y el comienzo para el camino del pop más directo.

Moth, su tercer disco, es una excelente demostración de que el pop no tiene porque sonar siempre igual, que no tiene que seguir formulas ni contar con DJs productores que normalicen la pista. Con canciones como Ch-Ching, Romeo, Crying in Public y Moth to the Flame, el dúo mezcla el electropop con rock, disco y R&B, mientras que la voz y las letras de Polacheck cohesionan las ideas y ofrecen ideas e interpretaciones magistrales gracias a su historial en canto lírico.

Discos como Moth le ofrecen al pop una postura que piensa primero en lo artístico pero que no se olvida de que la gente, además de escuchar algo novedoso, quiere divertirse.

Es imposible escuchar cantar a Jehnny Beth y no pensar en Siouxie Sioux. Ya desde su disco debut, Silence Yourself (2013), el cuarteto Savages tocó en festivales de todo el mundo con el fantasma de Sioux como bandera. Sin embargo, esto no es algo malo. La influencia de la inglesa es lo que en principio engancha pero es por sus letras y sus canciones que merece quedarse a escucharlas.

Adore Life, su último trabajo, es una apuesta fuerte con un rock a la vez intrigante y fresco por un lado y repleto de citas al pospunk del otro. Es un disco sobre el amor y el sexo en sus diferentes maneras, a la vez que una crítica a la sociedad que no acepta que no hay una única manera de vivir.

Cada una de las cuatro músicos sobresalen en lo suyo, siendo The Answer donde tanto la baterista Fay Milton como la guitarrista Gemma Thompson y la bajista Ayse Hassan, se unen en un ritmo vertiginoso que puede hasta dejar estupefacto.

Tal como su anterior disco, es un trabajo intenso (parece haber esperanza para el rock después de todo), pero que no se toma tan enserio a sí mismo. Está hecho para escuchar a volúmenes altos y vuelve a tocar algunos de los temas más antiguos del mundo sin que nada de esto parezca viejo.

La más reciente banda de Pau O'Bianchi es un proyecto que conjuga siete miembros y otros tantos invitados. Tras dos años de trabajo editaron su primer disco en diciembre del año pasado.

Parodista! es una de las canciones más ejemplares de este trabajo, que toma el pop como modelo para aplicar sus letras y arreglos experimentales.

El tema, que habla de un asesino serial de parodistas, logra esa cualidad pegadiza del pop. Pero es su estribillo lo mejor, en parte gracias al trabajo del baterista Matías Chouhy que con un ritmo casi sincopado captura al escucha y luego lo deja libre al baile cuando el ritmo vuelve al clásico 4/4. La presencia de un oportuno cencerro tampoco hace daño.