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Cuatro peculiaridades del sistema educativo público uruguayo

Cuatro peculiaridades del sistema educativo público uruguayo, por Daniel Iglesias Grèzes
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28 de octubre de 2022 a las 13:49

Daniel Iglesias Grèzes

1. La elección de horas docentes

Uno de los aspectos más raros de nuestro sistema educativo es que cada año los docentes de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) eligen los centros educativos en los que trabajarán durante ese año y la cantidad de horas a trabajar en cada centro. Lo normal sería que cada escuela eligiera a sus maestros, en lugar de que cada maestro elija su escuela. En todo el mundo, e incluso en nuestro país, prácticamente todas las demás organizaciones se basan en el criterio contrario al de la ANEP. Por ejemplo, en principio los bancarios no eligen en qué sucursal u oficina de su banco trabajarán, los futbolistas no eligen en qué división de su club jugarán, los soldados no eligen sus cuarteles, etc. En general, un empleado de cualquier empresa no elige en qué dependencia trabajará, sino que su empleador lo destina a uno u otro lugar. Por supuesto, no es que los trabajadores no tengan voz ni voto en la cuestión de dónde trabajar. Se trata de que no basta la voluntad del trabajador para decidir esa cuestión. Por más que a un futbolista le interese jugar en la primera división de su club, la decisión de integrarlo o no a ese plantel corresponde a su director técnico; y algo semejante se puede decir de los demás casos citados. Sin ir más lejos, también la educación privada uruguaya aplica un sistema contrario al de la ANEP. Un docente de matemática de un colegio católico no decide por sí mismo que el próximo año trabajará en tal otro colegio católico. Si quiere, puede manifestar su interés en trabajar en el otro colegio, pero en definitiva ese colegio decidirá si le da el empleo o no. Es lo lógico.

2. El escaso poder de los directores

El punto anterior implica, entre otras cosas, que el director de un centro educativo de la ANEP no elige a los docentes que trabajan en su centro. Puesto que el director no tiene libertad para conformar su propio equipo docente, no puede hacérsele mayormente responsable del mejor o peor funcionamiento de ese equipo. Su poder e influencia sobre los docentes de su centro es escaso, y probablemente menor que el de los inspectores. Además, el poder del director de un centro educativo de la ANEP también es escaso en cuanto a otros aspectos. Tampoco puede contratar ni despedir por sí mismo a los funcionarios no docentes de su centro; y generalmente depende de oficinas centrales de la ANEP para cualquier inversión o gasto más o menos importante. Tal vez, con el poco dinero que maneja, pueda contratar a un vidriero para cambiar un vidrio roto; pero probablemente dependa de la ANEP, por ejemplo, para cambiar todos los pizarrones de sus aulas por otros más modernos. La hiper-centralización (administrativa y educativa) de la ANEP parece corresponder más bien a un modelo organizativo de estilo soviético. Basta cruzar la calle, por así decir, para encontrar en las escuelas privadas uruguayas un modelo organizativo mucho más descentralizado, que, naturalmente, da mejores resultados.

3. El escaso poder del Ministerio de Educación

Otra peculiaridad del sistema educativo uruguayo es que el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) tiene un poder muy limitado en lo referente a la educación pública. Básicamente el Gobierno Nacional financia a la ANEP y la Universidad de la República y éstas se auto-gobiernan de un modo prácticamente independiente. El MEC ni siquiera es el órgano regulador de la educación primaria y media privada. Contra toda lógica, los colegios y liceos privados son regulados por la ANEP, su competidora, que así es juez y parte a la vez. Es la ANEP, y no el MEC, la que habilita o autoriza a los colegios y liceos privados1. En esencia, el MEC sólo regula a los jardines de infantes, universidades e institutos universitarios privados.

4. El gran poder de los docentes

Además de decidir por su cuenta dónde trabajar, los docentes de la ANEP tienen mucho poder en el gobierno de su propio organismo. En la ANEP el poder está muy concentrado en el Consejo Directivo Central (CODICEN), un órgano integrado por cinco miembros: tres designados por el Poder Ejecutivo con venia del Senado y dos elegidos por el cuerpo docente de la ANEP. De este modo, los docentes tienen mucho más poder en la ANEP que los padres de los alumnos. Puesto que los padres son los primeros y principales responsables de la educación de sus hijos menores de edad, en cierto sentido esos docentes trabajan al servicio de esos padres. Se podría objetar que los padres están representados por los tres "miembros políticos" del CODICEN (los designados por el Poder Ejecutivo), pero esa representación tiene muchos bemoles: a) en las elecciones nacionales los ciudadanos no suelen decidir su voto principalmente en función de los temas educativos; b) en esas elecciones votan todos los ciudadanos, no sólo los padres de los alumnos de la ANEP; c) en la campaña electoral, los partidos políticos no tienen ninguna obligación de decir a quiénes designarán como miembros del CODICEN si ganan las elecciones; d) también los "miembros políticos" del CODICEN suelen provenir del cuerpo docente de la ANEP, lo que contribuye a dar un carácter marcadamente endógeno al gobierno de ese organismo. Empero, parafraseando a Georges Clemenceau2, se podría decir que la educación es un asunto demasiado serio para dejarlo (sólo o principalmente) en manos de los docentes.

1) Además, las condiciones que la ANEP les impone para su habilitación violan claramente la libertad educativa establecida en el Artículo 68 de la Constitución Nacional. Sin embargo, no se oyen protestas de parte de los perjudicados. ¿Un caso del síndrome de Estocolmo?

2) "La guerra es un asunto demasiado serio para dejarlo en manos de los militares".

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