Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

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De mujeres en peligro a rompedoras de taquillas: la evolución de las superheroínas

Las mujeres en los cómics de superhéroes han cambiado de rol y de narrativa según los cambios de la sociedad
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18 de marzo de 2019 a las 05:00

Son dioses modernos. Mitos. Modelos. Personajes que trascienden épocas y fronteras para instalarse en la cultura popular. Hoy los superhéroes son una de las fuerzas guía del mundo del entretenimiento, gracias a su presencia cinematográfica. Tienen tanto protagonismo como en su época dorada, los años cercanos a la segunda guerra mundial. Y como en aquella época en la que los hombres y mujeres de capa, antifaz y calzones por encima del pantalón golpeaban a soldados nazis o japoneses en la cara, las versiones modernas de estos personajes buscan reflejar el universo en el que viven.

En ese mundo (occidental), uno de los debates más intensos es el de la igualdad de género y el lugar de la lucha de los movimientos feministas. Sin afán político, pero sí con la intención de replicar en la ficción el mundo real, así como dar espacio a grupos que hasta ahora no tenían visibilidad en el rubro, el cine de superhéroes ha comenzado a diversificar sus rostros. Y las mujeres comenzaron a protagonizar – y dirigir– las películas de los estudios que más facturan: el Universo de películas basadas en los personajes de DC Comics de la Warner, y el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), propiedad de Disney.

Capitana Marvel es el ejemplo más reciente. Pertenece a esta segunda franquicia, debutó en los cines del mundo con una recaudación de US$ 455 millones, lo que la convierte en la película con el séptimo mejor debut en taquilla de la historia, sumó la respetable cifra de 25.000 espectadores en su primer fin de semana en las salas uruguayas, y el personaje interpretado por la oscarizada Brie Larson ya tiene prometida su vuelta a la pantalla para el próximo mes, cuando aparezca en el inmenso elenco de Avengers: Endgame. Después quedará como la figura principal del panteón de héroes, junto al Hombre Araña encarnado por Tom Holland.

Victoria Alonso es productora (una de las tantas) de todas las películas del UCM. La argentina radicada desde su adolescencia en Estados Unidos profundizó, en entrevista con La Nación, la estrategia que han tomado en los últimos años y que los llevó a incorporar personajes y películas como Capitana Marvel, Pantera Negra, y tener en sus planes un proyecto para llevar al cine a Shang-Chi, un superhéroe asiático influenciado por el kung fu, y poner al primer superhéroe gay de la saga al frente de una película. “Los personajes tienen que estar bien pensados con respecto a lo que es nuestro mundo, y no con respecto a lo que es la política. Porque lo que nosotros estamos haciendo es algo que es apolítico, pero inclusivo de toda la gente que ve nuestras películas”, declaró al diario argentino la semana pasada.

Esa misma estrategia, la de reflejar los diversos públicos a los que llegan estos personajes, la tomó la rama de cómics de Marvel, que presentó en los últimos años nuevas versiones de sus personajes clásicos como una versión negra y mujer de Iron Man, una Thor mujer o un Capitán América negro. Y no solo se hizo con el objetivo de ser políticamente correctos, sino porque la editorial se dio cuenta de que su público, tradicionalmente masculino, había cambiado.

En una entrevista de 2016, el vicepresidente de marketing de Marvel, David Gabriel, decía que el 40% de los lectores eran mujeres, y comparaba los números así: “Hace ocho años eso era el 10%. Y hace 15 podía ser nada, y que las mujeres solo compraran manga japonés. Así que realmente hubo un cambio, lo que es genial, e incluso puede que sea más de un 40%. Estoy seguro de que en algunos lugares la cifra llega al 50% o 60%”.

Pero lo que hoy apunta a ser norma antes era la excepción. La evolución de los personajes femeninos en los cómics de superhéroes ha sido un camino de avances y retrocesos, tropezones y crecimiento que reflejó lo que ocurría fuera de las páginas.

La primera ola

En el contexto de la segunda guerra mundial, las mujeres empezaron a ocupar determinadas posiciones que antes no tenían mientras los hombres combatían. En los cómics, sucedió lo mismo. Aparecieron espías, enfermeras de combate, aviadoras, guerreras medievales, versiones femeninas de Tarzán, que corrían las mismas aventuras que su contraparte masculina, aunque en algunos casos con vestidos ajustados y melenas rubias a lo Veronica Lake.

En 1941 nace la Mujer Maravilla que, hasta hoy, es no solo la heroína más célebre, sino también un icono feminista, algo que se reafirmó el año pasado cuando tuvo su debut cinematográfico. Su creador, el psicólogo William Marston, fue un hombre que afirmaba que “la única esperanza para la civilización es la de la mayor libertad, desarrollo e igualdad de la mujer en todos los campos de la actividad humana”.

Marston escribió en aquella época un artículo académico en el que sentenciaba: “Ni siquiera las niñas quieren ser niñas cuando nuestros arquetipos femeninos no tienen fuerza, energía y poder. No queriendo ser niñas, no quieren ser tiernas, sumisas y amantes de la paz como lo son las buenas mujeres. Las cualidades más fuertes de las mujeres se han despreciado a causa de su debilidad. El obvio remedio es crear un personaje femenino con toda la fuerza de Superman sumado al atractivo de una buena y hermosa mujer”.

Ahí se derrumba buena parte de su discurso igualitario y más cuando se descubre que su personaje generó un intenso debate al ser acusado de ser un símbolo del sadomasoquismo,  pero lo cierto es que su creación invirtió roles de género – ella, por ejemplo, rescata a Steve Trevor, su enamorado– el elenco que la rodea es mayoritariamente femenino, hay historias que la muestran como presidente estadounidense, y en un cómic de la época le dice a Trevor "Si me casara contigo tendría que aparentar que soy más débil que tú para hacerte feliz, y eso es algo que ninguna mujer tendría que hacer".

La segunda ola

La política empresarial de DC Comics en la década de 1960 decía esto: “La inclusión de mujeres en las historias se desalienta. Las mujeres, al ser incluidas en las estructuras de las tramas, deben tener una importancia secundaria, y deberían ser dibujadas con realismo, sin exagerar sus cualidades físicas femeninas”.

Ese era el espíritu que mandaba en la década en la que se impuso el Código de la Autoridad de Comics, un mecanismo de autocontrol de la industria impulsado por el gobierno estadounidense que obligaba a censurar temáticas, violencia y terminología. 

Pero a lo largo de las décadas de 1970 y 1980, la cantidad de heroínas creció de forma exponencial, replicando también el avance de una nueva ola del movimiento feminista. En 1978, un cuadro replicado en el libro The Little book of Wonder Woman muestra a la Mujer Maravilla saltando sobre Superman, mientras le dice “¡Basta de hablar sobre el segundo sexo, Superman! ¿Pensabas que las mujeres nos íbamos a quedar sin hacer nada, mientras los hombres musculosos como tú o Spider-Man dominan los cómics?”.

Fue por esa época también que apareció por primera vez en las páginas de los textos ilustrados de Marvel una tal Carol Danvers. En 1968 era la novia de Capitán Marvel, una jefa de seguridad de la Nasa que usaba pantalones, un collar de perlas y un peinado a la moda. En 1977 se convirtió en Miss Marvel, una heroína derivada del personaje masculino, con un traje que consistía en una bombacha, un top que dejaba su ombligo al descubierto y una pequeña máscara.

En los próximos años tuvo distintos trabajos, trajes igual de reveladores, fue violada y abusada (pero optó por quedarse con su agresor), perdió sus poderes y los recuperó. Y todo en historias creadas y dibujadas por hombres. Marvel, en particular, agregó a su plantilla personajes femeninos tan o más fuertes que los hombres (como Jean Grey y Tormenta de los X-men, con esta última además como la más popular de las heroínas negras, Spider-Woman, cocreada por Marie Severin, pionera dibujante de cómics y She-Hulk, una abogada, prima del gigante verde). Pero en buena parte de los casos, eran derivados de personajes masculinos, como esos dos últimos ejemplos.

Allí está otro de los dilemas de la evolución de estos personajes: Superchica es la versión adolescente de Superman, Batichica y Batwoman hacen lo mismo con Batman. Powergirl también imita los poderes de Superman, pero con una malla blanca cavada que además tiene una “ventana” en sus pechos gigantes. Incluso la contrapartida femenina de Linterna Verde es rosada.

Eso ejemplifica la dualidad y las contradicciones de los personajes femeninos en el noveno arte durante esos años. Hay más, y en unos cuantos casos marcan un paso adelante, pero así como Luisa Lane es una mujer independiente y trabajadora, unas cuantas veces Superman tiene que ir a salvarla del villano de turno. Y ni siquiera con poderes uno se salva, basta ver la tapa del primer comic de Los Cuatro Fantásticos, en el que la única a la que el monstruo tiene atrapada y en problemas es a Susan Storm, la Chica Invisible (que, con el tiempo, se haría Mujer invisible).

La tercera ola

Hoy tienen trajes que no muestran tanta piel. Sus historias las escriben o dibujan mujeres. Tienen sus películas y series, después de algunos fracasos cinematográficos a mediados de la década pasada como Gatúbela (con Halle Berry en un sutién y un pantalón rajado de cuero).

Hoy se puede ver Agente Carter, de Marvel, que narra la historia de una espía imponiéndose en un mundo post segunda guerra mundial, con hombres que la quieren obligar a volver a ser secretaria. O Jessica Jones, en Netflix, también basada en un personaje marveliano, una mujer que tiene que lidiar con un pasado de abuso sexual y violencia.

Y en el cine, la primera en pegar fue la Mujer Maravilla (que ya queda claro, siempre ha estado al frente), y ahora Marvel incorpora mujeres protagonistas a su franquicia del billón de dólares. En 2018 fue el título compartido entre Ant-man, el hombre hormiga, y Wasp, la Avispa, y ahora le toca a Capitana Marvel, cuya historia y estética se nutren principalmente de la versión creada por la guionista Kelly Sue Deconnick, la que abandonó el “miss” y se ganó el título oficial.

Y vienen más: Scarlett Johansson se dará el gusto de protagonizar su propia película como la espía superheroína Black Widow, mientras que DC y Warner anunciaron Birds of prey (aves de presa) y Gotham City Sirens (sirenas de Ciudad Gótica), dos películas basadas en mujeres de los cómics que, en los últimos años, ganaron también relevancia en las páginas.

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