Uruguay tiene tres clasificados a los Juegos Olímpicos de Tokio y dos de ellos estaban en Europa –con miras a optimizar su preparación– cuando la pandemia del coronavirus determinó la suspensión de toda actividad deportiva y la postergación del gran evento deportivo del año.
Pablo Defazio y Dominique Knuppel, quienes compiten en la clase nacra 17 de yachting (la otra clasificada es Dolores Moreira en el mismo deporte pero en clase laser radial) viajaron el 10 de marzo a Barcelona donde alquilaron un bote, tienen un trailer y también alquilaron un auto.
“Cuando viajamos solo Italia estaba en cuarentena. Después todo fue pasando muy rápido”, cuenta el timonel Defazio a Referí.
Antes que España cerrara sus fronteras, los uruguayos se contactaron con el entrenador del binomio francés de la clase nacra y viajaron a La Grande Motte, ubicada a cuatro horas de Barcelona.
Llegaron el viernes a la noche y al otro día comenzaron a armar el barco, una compleja tarea que les demandó dos días de trabajo.
“Cuando terminamos se decretó la cuarentena obligatoria en Francia”, revela Knuppel, la tripulante. “No pudimos navegar, el barco quedó armado en el puerto a ocho kilómetros de la casa que alquilamos, en Perols”.
“El confinamiento es total, solo podemos ir al super y tenemos una hora para salir a entrenar pero sin alejarnos a un kilómetro de la casa. La Policía controla y pone multas”, dice Defazio.
Alojados en una zona turística, al sur de Francia, muy cerca de Montpellier y en la costa mediterránea, los uruguayos solo pueden realizar ejercicios físicos.
A fines de 2019, Óscar Gadea se retiró de la preparación física por lo que ahora esa tarea pasó a manos de Daniela Lecuona quien les manda las rutinas semanales.
Improvisaron mancuernas con botellas con agua rellenas con piedra o arena, usan bidones y gomas elásticas que llevaron desde Montevideo. Y mientras, esperan.
El 10 de mayo las autoridades sanitarias de Francia estiman que pueden levantar la cuarentena.
“Si todo sale como pensamos nos quedaremos dos semanas a navegar acá y a fines de mayo nos iríamos a Barcelona para volver a armar el barco y entrenar”, dice Knuppel con un dejo a ilusión.
“No podemos quemar el presupuesto, tenemos que aprovechar el verano de Europa entrenando con equipos acá y en setiembre también trabajar”, agrega Defazio. ¿Trabajar? ¿Deportistas olímpicos a un año de los Juegos?
Sí. Defazio lleva años vinculado a Nicolás González, un gran referente de la náutica uruguaya que comanda un barco de 90 pies de nombre Nefertiti con el que compite en Europa contra otros barcos de gran porte.
“El año pasado corrimos el Mundial y vamos a entrenar en junio y julio y disputar el Mundial en setiembre. Esto para nosotros es un trabajo y con lo que ganemos ahí viviremos esos meses”, expresa Defazio.
“Nuestra clase no programa regatas ni torneos para antes de setiembre u octubre. Internamente creemos que no vamos a correr regatas este año por lo que ya empezamos a conversar con los equipos sudamericanos para entrenar en el verano uruguayo, en Punta del Este o Brasil”, agrega Knuppel.
Los brasileños Samuel Albrecht y Gabriela Nicolino son top 10 mundial y los argentinos Santiago Lange y Cecilia Carranza fueron oro olímpico en Río 2016.
“Lo importante para nosotros ahora es no quemarnos el presupuesto. Este año conseguimos un apoyo muy importante del Yacht Club Uruguayo, la Secretaría Nacional del Deporte y del Comité Olimpico. Ya hicimos una inversión al venir a Europa: los pasajes, el alquiler del barco, el auto y si volvemos es dinero perdido. Las autoridades nos dieron libertad para hacer lo que entendiéramos fuera lo más conveniente”, explica Defazio.
El presupuesto, que inicialmente calcularon en US$100 mil y del que les fue asegurado una gran parte ahora va a cambiar: “Hay que replanificar cosas, cambió el dólar y se estiró el tiempo de preparación”, dice Knuppel.
Los uruguayos miran lo positivo en la pandemia: “Ahora nadie se salva de esta situación, todo el mundo está igualado. Teníamos seis meses intensos para preparar Tokio 2020; ahora hay que repensar la preparación, llegar mejor física y técnicamente”, dijo Defazio.
“Los años anteriores tuvimos muy poco apoyo, la realidad es que casi que no tuvimos, no pudimos casi correr antes de los Juegos Panamericanos donde logramos la clasificación a Tokio, mientras Brasil y Argentina crecieron un montón. Las diferencias de entrenamiento eran abismales y la verdad de un Juego Olímpico es que en los seis meses previos no podés hacer lo que no hiciste en los tres años anteriores. Sabemos que no hay mucha plata para el alto rendimiento, pero siempre empujamos a lograr más porque estamos convencidos a dónde queremos llegar. Las cosas mal no las estábamos haciendo. Sin una beca que nos permitiera tener un respiro económico en un deporte muy caro volvimos a clasificar”, concluye, con orgullo, Defazio.
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