Fútbol > ENTREVISTA A DEMARCO

Demarco: "El desarraigo a temprana edad del jugador del interior es uno de los problemas más grandes del fútbol juvenil en Uruguay"

El entrenador de la sub 15, la primera puerta de entrada de los jugadores en el Complejo de la AUF, analizó el proceso de formación y lo que implica acompañar el crecimiento de adolescentes de 13 y 14 años
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01 de noviembre de 2019 a las 05:03

En 2002, a sus 31 años, una grave lesión en la rodilla dejó fuera del fútbol al lateral derecho Diego Demarco. Se reenganchó inmediatamente como asistente de Gustavo Machaín en Danubio durante seis meses, pero descubrió que quería dirigir, y en 2003 comenzó la carrera (dos años en Central Español, dos en Rentistas, siete en Liverpool y dos en Nacional) que en 2016 lo llevó a la selección sub 15 de Uruguay, con la que desde el día 22 de este mes dirigirá su segundo Sudamericano.

Un día, cuando ya llevaba 13 años trabajando en la formación de futbolistas, con base en Séptima división y experiencia en todas las categorías, incluido un breve pasaje con el primer equipo de Liverpool, sonó el teléfono. Era Tabárez. Alejandro Garay lo había recomendado, y el coordinador de las selecciones lo quería integrar al grupo de trabajo. Desde entonces, la primera generación de futbolistas juveniles que ingresan en el Complejo de la AUF están en las manos de Demarco.

“Siempre quise ser futbolista, y nunca imaginé ser entrenador, hasta que a los 25 o 26 años, cuando jugaba en Central, el canchero me dijo: ‘Diego, sabés que podés ser un buen entrenador’. La idea quedó ahí, dando vueltas. Pero no me veía entrenador, hasta que a los 28 empecé el curso y tuve la suerte de contar con Beethoven Javier que en ese momento, por ejemplo, me permitió faltar a entrenamientos para poder hacer el curso, o me permitía llegar tarde o salir más temprano. Me alentó a que me preparara”, explica el entrenador.

La selección sub 15 de Uruguay jugará en la primera fase del Sudamericano de Bolivia, con Argentina, Chile, Paraguay, Ecuador y Polonia.

¿Cómo era su vida como futbolista a los 14 años? ¿Fue la tabla de salvación económica para su familia?

Tuve la suerte de contar con un gran entrenador como Luis Romero, que en esa época dirigía a las cuatro categorías de juveniles de Central Español, y nos dejó muchas enseñanzas. Yo vivía en una familia humilde de verdad, tenía cinco hermanos, empecé a trabajar con 10 años en un almacén, y mi prioridad siempre fue el fútbol. Hace poco le conté a los jugadores un hecho que me tocó vivir: en mi primer trabajo lo único que le dije al dueño del almacén fue que no tenía problemas para nada, pero que el domingo a la 1 de la tarde debía salir. Sorprendido me preguntó por qué. Y le dije: Porque tenía partido de fútbol. Era lo que me gustaba. No tengo recuerdos de si en ese momento estaba instalado el objetivo de salvar económicamente a la familia con mi carrera en el fútbol, pero recuerdo que tenía la aspiración de llegar a ser jugador de Primera división en Uruguay. Esos eran los objetivos en ese momento. No pensábamos en un pase a Europa ni nada por el estilo. Las aspiraciones estaban en otro lado, porque por ser jugadores de fútbol pasabas a integrar un lugar muy especial en la sociedad.

Casi 35 años después, ¿cómo es el jugador que hoy, a los 13 o 14 años, llega al Complejo de la AUF?

Es diferente. Hay una señal equívoca de que un jugador de fútbol puede salvar a toda una familia. Ahora el jugador se deslumbra con el viaje a Europa y con todo lo que te muestran.

¿Cómo vive un adolescente de 13 o 14 años su ingreso al Complejo,  sabiendo que empieza a recorrer el camino de las figuras y mañana puede ser Suárez, Cavani, Godín o Valverde?

Hay que entender en el contexto en el que se desarrolla la vida de esos jugadores que con 13 años salen del baby fútbol, logran un fichaje en un club e inmediatamente les llega una convocatoria a la selección. Son un montón de situaciones juntas, donde todo parece muy fácil. Al principio lo toman con mucha motivación, y tienen que empezar a cumplir con esas responsabilidades, entonces, a medida que pasa el tiempo lo van tomando como algo natural. En todo ese proceso ayudamos a que se suelten, porque para ellos son experiencias muy fuertes: conocer el Complejo de la AUF, cruzarse con el Maestro (Tabárez), con los jugadores de la selección mayor. Son situaciones que impactan a los grandes, imaginate los chiquilines.

¿Cuál es su tarea como entrenador en esos primeros años?

Primero, explicarles que el fútbol juvenil no es lo mismo que el baby fútbol. Que se van a encontrar con un escenario diferente. Que deben enfrentarlo con una seriedad mayor a la que tenían en baby. Muchos creen que pueden mantener las diferencias que existían con el resto de los jugadores en su etapa anterior, pero eso ya no será así. Y mucho menos a nivel de selección. Segundo, debemos darle el apoyo porque con 13 o 14 años tienen que tener seguridad y al mismo tiempo debemos ponerles límites. ¿Qué significa esto? Que el jugador se equivoca, uno debe corregir y el jugador pasa por una etapa en la que entiende o no lo que le estamos diciendo. Generalmente, por el lugar en el que estamos, tienen buen oído para lo que decimos. Y allí comprenden que hay un cambio en su vida como futbolistas porque les pedimos, les exigimos, les damos y les facilitamos muchas cosas. De esa forma, de a poco van entrando en lo que es una selección. Lo más importante en esa etapa, más allá de los conocimientos de fútbol que puedan incorporar, es formarlos en disciplina y en valores. Ese es uno de los aspectos importantes que el Maestro nos pidió, que transmitamos los valores importantes como respeto, empatía, amabilidad, porque es la base de todo. Por esa razón, cuando vas al Complejo te encontrás con un lugar especial, porque todos te saludan, existe respeto, y el jugador tiene todo para que le vaya bien. Luego dependerá del jugador si llega o no. Tercero, tratamos de explicar lo que es el fútbol, las dificultades que van a afrontar, los aspectos a favor que tienen. Y allí, en el día a día, entrás en cada detalle, en la importancia que lleven todo para entrenar, que se bañen después de la práctica, ingresás en los aspectos de la vida pos entrenamiento, que también está rodeada de estudio y otros asuntos en los que deben cuidarse.

¿Se encontró con casos de jugadores que no se quieren bañar?

Sí, sucede eso, pero también es normal que acontezca. ¿Por qué? Cuando los jugadores salen de baby fútbol y se integran a un plantel de Séptima sufren una transformación, porque en el baby no se bañan en los clubes, se baña cada uno en su casa, y tienen es hábito incorporado. Además se plantean situaciones de chiquilines que miden 1,85 m y otros de 1,35 m que se cambian en el mismo vestuario, y por vergüenza o miedo no se bañan. Entonces de a poquito tenés que meterlos en el vestuario y explicarles que tienen que llevar jabón, toalla, zapatillas. Ahí empieza toda esa etapa de formación, en los pequeños detalles. Siempre recuerdo que la primera charla que tenés en los clubes con los jugadores sub 14 que salen del baby es lo que deben llevar a los vestuarios y qué no debe faltar en el bolso. Vos pensarás que es básico y elemental, pero tenés que decirle, porque muchos no saben. Y también les decís que tienen que bañarse, entonces te encontrás con algunos que las primeras veces no se quieren bañar entonces se moja el pelo y te dicen que ya se bañaron, pero no lo hicieron. Sin embargo, de a poco el grupo los va llevando a ese mundo del fútbol juvenil en el que van a estar cinco o seis años hasta que lleguen a Primera.

¿Qué aspecto considera que son importantes en la formación de los jugadores?

Hay muchos. ¡Muchos! Pero, le puedo marcar uno, que entiendo tiene singular importancia en la preparación: los partidos internacionales. El roce internacional es una experiencia única, que no se compara con ninguna otra situación en el fútbol. Una sub 15 juega cerca de 30 partidos durante su preparación de casi dos años, 20 partidos contra selecciones y el resto contra clubes extranjeros. Por ejemplo, esta generación que viaja al Sudamericano de Bolivia jugó partidos en Brasil, Perú, Argentina tres veces, Paraguay y Chile. Cuando los empezás a ver jugar partidos de esas características comprobás un crecimiento importantísimo, más que con el propio entrenamiento. Porque se encuentran con todo: su primer viaje en avión, la primera concentración en el Complejo o en un hotel. Los jugadores se deben adaptar a una rutina de horarios singular, donde ya no tienen a Mamá y Papá, y tampoco el celular que los ayuda.

¿Cómo es la convivencia con el celular?

Para ellos el celular es como un accesorio de su cuerpo. Tenemos que limitarlos, porque si es por ellos están focalizados todo el tiempo en la pantalla. Por eso ponemos horarios para su uso. En Montevideo, cuando entrenamos en el Complejo de la AUF (que generalmente por los horarios de clase las prácticas siempre son de tarde), salimos del Estadio Centenario en un ómnibus que nos traslada a todos al Complejo, y al subir todos dejan el celular a Andrés Silva (asistente técnico) y se lo devolvemos cuando subimos al ómnibus para regresar al Estadio, para que se puedan comunicar con sus padres o con quiénes los vaya a buscar. No te olvides que son chiquilines de 13 y 14 años, y que en muchos casos aún los acompañan. En una gira o en la concentración, la noche previa, dejan los celulares y no los reciben hasta el día siguiente, después del partido. En general el partido es de mañana y lo primero que te piden cuando termina el amistoso es el celular. Tampoco tienen el teléfono en el descanso de la tarde, lo reciben después de la siesta. Y lo primero que te preguntan es: “¿Cuándo viene el celular?”. Esta experiencia de limitar el celular también nos permitió descubrir que cuando están sin el teléfono recurren a los juegos que solíamos hacer nosotros: cartas para el truco, dominó, juegos con las manos, charlan. Esos espacios de interacción son muy buenos, pero también ellos precisan el celular, entonces debemos respetar sus tiempos. Estás hablando de chiquilines de 14 años que están en una transformación importante de su vida, que empiezan a tomar decisiones por sí solos, empiezan a andar solos por las calles, empiezan a tener horarios de entrenamiento y liceo que deben respetar. Empiezan a tener responsabilidades, y abandonan esa vida en la que antes estaban muy acompañados por las familias.

¿Cuál fue el caso más complejo que abordó en juveniles?

No hay uno en particular. El más difícil es el jugador que viene del interior, porque se enfrenta a un desarraigo importante. Muchos de los chiquilines que vienen a Montevideo se van a vivir a la casita de los clubes, que está acondicionada para ellos, pero que no es lo mismo que estar con sus familias. Extrañan mucho, sufren, y deben tomar decisiones en todo momento. Ahí tenemos un problema importante no solo para la selección sino para el fútbol juvenil.

¿Cómo solucionan ese problema?

En un momento el Maestro comentó la idea de realizar centros regionales, para que estén más cerca de sus ciudades y pueden entrenar en buen nivel, sin tener que instalarse en Montevideo. Ese es un sistema que utilizan en Francia, donde las localidades (intendencias) se encargan de montar esos centros.

OFI está haciendo algo parecido.

Sí. Cada vez que el Maestro se entera que se abre un centro en el interior, expresa su alegría. Estos centros reducirían el margen de los chicos que vienen a Montevideo y tendrían en el interior un contexto de alto nivel para prepararse. Sería una de las soluciones, porque el desarraigo a temprana edad es uno de los problemas más grandes que tiene el fútbol juvenil.

¿El sicólogo en qué momento entra en la selección sub 15?

Desde el primer día y trabajamos a la par. Axel Ocampo y Hugo Pereira están permanentemente en los entrenamientos. Van en el ómnibus desde el Estadio y vuelven allí. Entran a nuestras charlas y nosotros a la de ellos. Tienen un taller semanal. Están muy cerca del jugador. Esta semana tuvimos que dar la lista de los 22 jugadores para el Sudamericano y se trató de una instancia difícil para el jugador porque hasta esta edad nunca se encontraron con situaciones negativas, porque en general, si llegaron hasta la selección es porque fue todo a favor, lo ficharon en un equipo de la AUF, juega, difícil que no sea convocados. Entonces esta eliminación de la selección es el primer impacto que sienten. En este caso desafectamos a tres.

¿Cómo trató el tema?

Es muy simple: hay que decirles la verdad. Que son jugadores destacados, y que dentro de ese grupo hay que cumplir reglamentos y los reglamentos establecen 22 lugares en un grupo de 25. Y que lo más importante, dentro de esa sensación de que se termina el mundo a raíz de quedar fuera del plantel, es que el fútbol continúa. Que con el tiempo esto será un pequeño detalle en sus carreras, que tendrán otras oportunidades, y que triunfar y seguir adelante depende de ellos.  ¿Cómo hicimos para anunciar la lista definitiva? Lo hablamos con los sicólogos y quedó planteado así: primero hablamos con los coordinadores de los clubes para comentarles que un jugador sería desafectado y que al día siguiente volvería a su institución, para que lo tuvieran previsto. Luego, en el momento en el que se da la lista y los jugadores se enteran quiénes son desafectados y los sicólogos hablaban con los padres para comentarles la situación para que cuando los chiquilines lleguen a sus casas tenga una contención. Que no se encuentren con la noticia, porque también le puede caer mal al padre, lo que es una posibilidad.

¿Cómo capta a un jugador de 13 para la selección? ¿Cuántos jugadores elegibles hay?

Tenemos una base de 3.200 jugadores para seleccionar. ¿Cómo veo a los jugadores? Voy al baby fútbol, pero no hablo con nadie. Observo y me voy para mi casa. Tengo una visualización general de lo que es la categoría 2004 y lo que será la 2006, que es de donde sale esa base de 3.200 jugadores, en este caso. Cuando llegan a Séptima vamos a las canchas y tomamos nota. Esa tarea la hace todo el cuerpo técnico de sub 15, que integramos cuatro personas. Miramos el torneo Inicial, les damos un par de meses para mirarlos y que se integren a sus clubes, y cuando los vimos a todos armamos el primer grupo de trabajo. En el caso de esta generación sub 15, comenzamos con 30 jugadores en mayo de 2018. En junio trabajamos con otro grupo de 30 futbolistas. En julio trabajamos con 30 de Segunda división. En esa etapa vimos 90 futbolistas. El año pasado no hicimos un grupo de trabajo de 30 jugadores de OFI, como sucedió con la generación anterior, porque la AUF estaba intervenida, y no pudimos armar ese mes de trabajo con los jugadores del interior, pero para suplir esa situación fui a verlos al interior. Luego, después de ver a los 90 y a los de OFI en el Interior, armamos un grupo final de 30 con el que comenzamos a trabajar. Este grupo no es cerrado porque a esta edad cambian mucho en poco tiempo. De alguna forma, en los dos años de cada proceso de sub 15 el trabajo se divide en un primer año de observación y testeo y un segundo, perfilado al Sudamericano, en el que trabajábamos con un grupo seleccionado de 30 jugadores.

¿Qué va a buscar al Sudamericano?

Queremos tener un equipo competitivo, partiendo de la base que a Uruguay se le hace difícil ganar a este nivel porque los jugadores empiezan tarde a competir en fútbol 11, porque juegan en baby (fútbol 7). En general no tienen el dominio del espacio de la cancha grande porque están acostumbrados a lugares más pequeños. También deben adaptarse a la pelota. Ese cambio de dimensiones de cancha todavía lo arrastran hasta sub 17, y recién se equipara con el resto de las selecciones del continente en sub 20.

¿Cómo es el vínculo con los empresarios? ¿Qué le dice a los jugadores sobre el tema?

Tratamos de no tener vínculo con los empresarios. Respetamos su lugar en el fútbol pero no intercambiamos con ellos. Sobre el tema, del que hablamos para orientarlos, les digo a los jugadores que el empresario debe ser una ayuda para el jugador, si lo necesita,  porque lo único que depende de su crecimiento y desarrollo en su carrera es si juegan o no, el esfuerzo que hace cada para estar adentro de la cancha y que cada uno busque ser profesional en su preparación. Les digo que no creo que los empresarios se fijen en un jugador que está en el banco de suplentes o que no tenga un nivel deportivo adecuado. Por tanto, su desarrollo y crecimiento en el fútbol nace de un nivel deportivo que a estas edades se logra entrenando, y que esa es la verdadera esencia. Luego vendrá el pase, el empresario, y todo lo que conocemos. Pero todo depende de ellos y no de otros.

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