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Derecho de admisión

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13 de febrero de 2020 a las 05:04

Presencias y ausencias en la ceremonia del traspaso de la banda presidencial comienzan a delinear la impronta de la política exterior de la coalición multicolor.

Coherente con su discurso durante la campaña electoral el presidente electo Luis Lacalle Pou no invitará a Venezuela, Cuba ni Nicaragua a la ceremonia de su asunción de mando.

El canciller designado, Ernesto Talvi, había dicho días atrás que la invitación o no de Cuba, Nicaragua y Venezuela iba a realizarse en base al artículo 1° de la Carta Democrática Interamericana de la Organización de Estados Americanos (OEA). “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”, dice el texto en su comienzo.

“La democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas”, continúa el primer artículo de la organización que se encuentra en el centro de la polémica por su constante azote contra la dictadura de Nicolás Maduro.

Pero el presidente electo jugó antes y sin titubear. Ordenó que no quería a ninguno de esos países no democráticos presentes el 1° de marzo. La larguísima tradición republicana y democrática del Uruguay hace bien en no enviar mensajes confusos al resto del continente en momentos donde la viabilidad democrática está jaque por regímenes autoritarios o líderes que no creen en la libertad.

Es el caso evidente de la Cuba comunista donde no se respetan las libertades individuales, la libertad de expresión ni se celebran elecciones libres desde hace más de medio siglo. También la de la Venezuela del tirano Maduro que amparado en sus fuerzas armadas corruptas matan de hambre a su pueblo, atropellan el parlamento y silencian las voces opositoras. Algo similar ocurre con Nicaragua donde Daniel Ortega y su señora se aferran enfermizamente al poder reprimiendo en las calles a estudiantes y trabajadores que piden más libertad y menos corrupción.

Durante los 15 años del Frente Amplio la ambigüedad con que se manejó la política exterior travestida con ropaje ideológico alejado de las tradiciones nacionales provocó dislates que entre otras cosas impidió llamar dictador a Nicolás Maduro y dictadura lo que vive Venezuela.

Por lo antedicho es importante el mensaje claro y nítido que envía al resto de América Latina la decisión del presidente electo. Cero doble discurso cuando de tiranos y dictadores se trata. Por más que algunos la piden, la intervención extranjera no es la solución para los países, pero si la presión internacional que deje bien en claro de qué lado de la historia hay que estar parado cuando de libertad se trata.

Todo indica que el presidente de Argentina, Alberto Fernández, y el de Brasil, Jair Bolsonaro, estarán presentes el 1° de marzo. Esa señal si que es poderosa y habla del papel fundamental que debe ocupar Uruguay en el Mercosur y la región. Signos claros de apertura a los países democráticos de la región sean del pelo político que sean, porque lo importante es el interés del Uruguay y entre ellos la posición ante el bien más sagrado: la libertad

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