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Dirigentes de la oposición le hacen el juego a Maduro

Fractura de la oposición favorece a Maduro, cuyo poder recupera aire
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25 de octubre de 2017 a las 05:00
Era solo cuestión de tiempo. Las disidencias, marcadas, crecientes, indisimulables, tarde o temprano, terminarían por pasar factura a una oposición venezolana que terminó por pagar tributo a sus propias ineficiencias, los errores estratégicos y la merma notoria de su poder de movilización popular.

Pero quien crea que la fractura que quedó en evidencia este martes –luego del anuncio del exgobernador del estado Miranda y excandidato presidencial, Henrique Capriles, de que abandonaría la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD)– tiene su génesis solo en la reciente elección de gobernadores está en un error.

Si bien la contundente derrota del pasado domingo 15, jornada en la que MUD solo ganó cinco gobernaciones sobre 23, hizo mella en la interna de la coalición opositora, hay que atribuirle buena parte del mérito de esta ruptura a una certera jugada política del presidente chavista Nicolás Maduro.

Y para eso es necesario retrotraerse al pasado 1 de mayo, cuando Maduro anunció con bombos y platillos la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, que desde un inicio encontró un férreo rechazo tanto de la oposición como de la comunidad internacional.

Pero contra viento y marea, Maduro, a pesar de las protestas callejeras opositoras –que entre abril y julio dejaron un saldo de 125 muertos– y las sanciones internacionales, sobre todo las aplicadas por Estados Unidos, siguió adelante con su idea.

Con poco más de 8 millones de votos –casi en su totalidad chavistas, pues la oposición no participó esa vez– el 31 de julio se votó la integración del nuevo organismo, cuyo cometido central, a priori, sería encarar una reforma de la Constitución vigente, aprobada por el difunto expresidente Hugo Chávez en 1999.

Pocos días después, el 4 de agosto, la Constituyente, integrada exclusivamente por dirigentes afines al chavismo y exfuncionarios de primera línea del gobierno como el exvicepresidente, Diosdado Cabello y la excanciller, Delcy Rodríguez –a la sazón devenida en presidenta del flamante organismo– comenzó a funcionar con plenos poderes.

Eso en los hechos implicaba sustituir al Parlamento (Asamblea Nacional) dominado por la oposición y asumir roles propios del gobierno.

Tras cartón, a medida que Maduro imponía su idea, las protestas populares iban en retroceso y una suerte de desgano comenzaba a ganar a los militantes de la MUD: es que habían intentado lo posible y lo imposible para desalojar al presidente del poder y no pudieron conseguirlo.

En ese sentido, la frutilla del postre fue la elección de gobernadores de hace diez días, en la cual la oposición se presentó, pero dividida, y sin poder presentar un discurso único y coherente, como sí logró articular el gobierno.

Algunos dirigentes entendieron que presentarse era convalidar de alguna manera las prácticas del gobierno y prefirieron dar un paso al costado.

Otros sí lo hicieron, pero conscientes de que esos comicios no tendrían todas las garantías porque, por ejemplo, no contarían con observadores internacionales.

Esas diferencias hicieron mella en su militancia, de manera tal que ese debilitamiento paulatino fue aprovechado por Maduro, que sigue robusteciendo su poder.

Entonces, a pesar de las denuncias de fraude –que todavía resuenan hoy pero no pudieron ser comprobadas en los hechos– el chavismo obtuvo una contundente demostración de apoyo popular, en una jornada en la que votó 61% del padrón electoral, compuesto por unos 18 millones de venezolanos.

Pero por si esto no hubiese sido suficiente, la decisión del presidente de subordinar a los gobernadores electos al poder de la Constituyente terminó de favorecer la fractura de la MUD, ya que se oponía a hacerlo.

La decisión de cuatro de los cinco gobernadores electos de juramentar sus cargos este lunes ante la Asamblea Constituyente no fue más que la crónica de una muerte anunciada: la oposición pagó tributo a sus errores y Maduro ya prepara un brindis, a cuenta de las elecciones municipales y nacionales previstas para 2018.

Fuego cruzado entre dirigentes opositores

Los dardos de Henrique Capriles apuntaron sobre todo al veterano dirigente Henry Ramos Allup, conductor de Acción Democrática, uno de los partidos que integran la MUD, al que pertenecen los cuatro gobernadores (de los estados Táchira, Anzóategui, Mérida y Nueva Esparta) que "desobedecieron" el mandato de la dirigencia de la coalición de no jurar sus cargos.

El unico gobernador que no lo hizo (el de Zulia), integra Primero Justicia, el sector de Capriles, y ahora se expone a ser declarado en "desacato" por la Asamblea Constituyente; incluso, el gobierno chavista amenazó con realizar nuevas elecciones en ese estado.

Al igual que Capriles, el líder de Voluntad Popular, Leopoldo López –que cumple una condena de 14 años en su casa–, calificó la decisión de los cuatro gobernadores como una "acción de traición y engaño".

Mientras los resquemores entre los principales líderes opositores agrietan la unidad de la MUD, Maduro avanza en su pretensión de que esta elección de gobernadores en los hechos significara la convalidación de la Asamblea Constituyente.

Por si algo faltaba para terminar de inclinar la balanza en su favor, Maduro se reunió con los gobernadores "disidentes" y les dijo que empeza una "nueva era de convivencia y cooperación".

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