Estas tónicas discursivas no son nuevas ni surgen con internet, indican los expertos.

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Discursos polarizados: el “riesgo” de lo habitual y lo “políticamente correcto”

La campaña por el referéndum reflejó un ambiente crispado: qué analizan politólogos y expertos en comunicación política sobre el tono de algunos dirigentes
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17 de abril de 2022 a las 05:00

"Basura sin cadena”, “repugnante”, “gaucho trucho” y “sátrapa” fueron algunos de los epítetos que se repartieron la senadora Graciela Bianchi y el coordinador de comunicación de la campaña rosada, Esteban Valenti, durante los meses de campaña por el referéndum sobre la Ley de Urgente Consideración. (LUC). 

Los intercambios vía redes sociales se han multiplicado en el último tiempo y han tenido a diversos protagonistas en el centro de la escena. Acusaciones de mentiras y comentarios a veces sobre el filo de la descalificación. De un lado y de otro, la campaña por el referéndum fue bastante más allá que la discusión sobre los 135 artículos y cargó desde los distintos sectores políticos con un tono más irritado que de costumbre.

Si bien las luchas electorales suelen exacerbar los ánimos y ensanchar las diferencias, el clima previo al último domingo de marzo evidenció un fenómeno que algunos expertos vienen advirtiendo desde hace más tiempo. “Vivimos en un mundo en el que la crispación es la regla, la discusión es hábito y los diálogos constructivos son una rareza”, escribió el experto en comunicación política Julián Kanarek en su libro Trascender el reactivo que se publicó el año pasado.

Con redes sociales que son cada vez más trascendentes en la discusión pública y en el aparato mediático pese a tener un impacto marginal en el grueso de la población, varios analistas consultados por El Observador coincidieron en el riesgo que implica la proliferación de discursos más categóricos en el elenco político, al tiempo que destacaron la polarización que generan en la gente. No obstante, agregaron que las tónicas más confrontativas no son nuevas ni exclusivas de las plataformas digitales y que ahora se ven amplificadas por la extensión del uso de internet.

Discursos y explicaciones

Para el analista y experto en comunicación política Federico Irazábal, las plataformas digitales son “el sueño del pibe” para los dirigentes porque permiten una interacción permanente con los ciudadanos, pero en Uruguay se utilizan muy mal. En diálogo con El Observador, dijo que hay “trolls parlamentarios” cuyo comportamiento puede explicarse por el interés de los políticos de diferenciarse unos de otros.

Pero esta tónica de mensajes categóricos y prédicas terminantes no llegan con internet ni son nuevas en política. Según el consultor en comunicación y director de la agencia Signo, Iván Kirichenko, el uso de un tono confrontativo es “una herramienta de comunicación política habitual” que puede responder a distintos objetivos.

Una de las posibilidades es el juego de “el policía bueno y el malo”, indicó Kirichenko, donde dentro de un mismo sector algunos adoptan un discurso más confrontativo como parte “de una estrategia colectiva” que les permite “decir cosas que no todos podrían decir”; algo que impacta directamente en la interna, en el electorado y en quienes toman decisiones. Otra hipótesis es que sirven para neutralizar oposiciones internas o ante situaciones de negociación, explicó.

Si bien estos acentos están lejos de las implicancias que acarrean en otros países, la lectura es que los discursos más radicales son irremediables. El politólogo Antonio Cardarello señaló a El Observador que dentro de la clase política se entienden estos discursos como “un mal necesario” porque la óptica es que hay que confrontar al adversario desde todas las tribunas. “Para los partidos resulta beneficioso que se juegue en las dos arenas: una más categórica y otra más dialoguista”, indicó.

En el mismo sentido, Kirichenko definió este tipo de posicionamientos como “inevitables” porque son “muy efectivos para movilizar a la militancia y para conectar con públicos preocupados por algún tema en particular”.

La postura de Bianchi

“Lo políticamente correcto es peligroso porque favorece el avance de las autocracias; la República se defiende con claridad y valentía”, escribió Bianchi en Twitter el jueves pasado. La senadora nacionalista es una de las dirigentes que mantiene un alto perfil en las redes sociales, algo que incluso llevó al presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, a pedir “alguna indicación” en ese sentido de parte del Poder Ejecutivo.

En diálogo con El Observador, Bianchi dijo que no estaba en política para “hacer relaciones públicas” y que ser políticamente correcta implicaba “ser condescendientes con los sectores más radicales del Frente Amplio”, al tiempo que recalcó que no le interesa “medir políticamente qué es lo que le conviene y qué no”. La legisladora blanca consideró que “lo que está crispado es la realidad” y, en ese sentido, desestimó que tuviera un estilo confrontativo. Lo calificó, en realidad, como “más claro” con respecto a otros.

Consultada acerca de si hacía autocrítica por el tono que se utilizó durante la campaña por el referéndum, la senadora lo descartó de plano y dijo que todo lo que dijo lo expresó porque lo sentía, además de porque en juego están “los valores republicanos”. “Soy una mujer de carácter fuerte y de definiciones ideológicas claras. Y soy consciente de los riesgos que corre Iberoamérica con respecto de las autocracias y las democracias”, justificó Bianchi a propósito de la tónica de los últimos meses.

Además, dijo que le encantaría llegar a acuerdos con la izquierda, pero que eso “es imposible con este Frente Amplio”, más allá de que, aclaró, no tiene problemas personales con los políticos opositores, sino con sus ideas.

Más allá de internet

En medio de otra Semana Santa, pero hace 82 años, el diputado Washington Beltrán escribió un editorial en el diario El País –del que era uno de los directores– en el que se despachó contra el expresidente José Batlle y Ordóñez al: le atribuyó ser un “campeón del fraude” y falsear elecciones. El líder colorado lo batió a duelo y el dirigente nacionalista terminó muerto.

Aunque los contextos son bien diferentes, Cardarello fundamentó que el caso es una demostración de que “siempre hubo cierto nivel de agresividad”. Pero las redes sociales tienen una particularidad que tuercen el escenario un poco más: según explica en su libro Kanarek, las plataformas digitales “están diseñadas algorítmicamente para retenernos la mayor cantidad de tiempo posible y para ello han encontrado en la polémica, el debate y la crispación una dinámica funcional a su negocio”.

De todos modos, los expertos identifican que estos discursos en redes permean en la realidad y se meten también en los intercambios que se realizan en las discusiones políticas del mundo real, a través de declaraciones de la prensa o, incluso, en los debates que se realizan en los ámbitos institucionales.

Consultado acerca de las consecuencias que pueden implicar estos discursos, Kirichenko contestó que puede haber efectos tanto para los propios dirigentes como para el sistema en general. En ese sentido, el consultor en comunicación fundamentó que encarar una actitud confrontativa implica “un riesgo mayor” para los dirigentes porque, si bien puede conectar con cierto público, también se expone “a dañar su credibilidad personal e incluso la colectiva”.

En ese sentido, el experto enfatizó en que el electorado uruguayo ha demostrado “castigar las posiciones extremas” y “premiar la capacidad de diálogo”, por lo que desde la comunicación política no considera aconsejable que el primer nivel de liderazgo adopte posiciones que sean extremadamente confrontativas. Para Cardarello, mientras tanto, el tono agresivo “no es beneficioso para salvaguardar” el sistema 

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