Ya a esta altura del año, la paz cambiaria argentina empieza a ser sospechosa. Después de todo, no es por casualidad que el verano se haya ganado la fama de ser la estación en la que ocurren las grandes devaluaciones. Ni tampoco es casual que los economistas hayan acuñado el término “la trampa de febrero” para referirse a la situación de estrangulamiento financiero en la que suele caer el Banco Central en esta época del año.
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