Caumont, Santo y Vallcorba analizaron la coyuntura actual y futura de la economía.

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Economistas en ADM: desde “eliminar la negociación colectiva", “la no deseable baja de impuestos” y críticas al Banco Central por suba de tasa

Caumont, Santo y Vallcorba coincidieron sobre el error de diagnóstico de la política monetaria pero mostraron diferencias sobre otras variables como los impuestos
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01 de septiembre de 2022 a las 15:59

La eliminación de la negociación colectiva a la hora de fijar los salarios e ir hacia un esquema individual empresa/sindicato, un diagnóstico errado de las autoridades del Banco Central a la hora de subir la tasa de interés para contener la inflación y anclar  las expectativas, y la necesidad de eliminar el IASS hasta lo inoportuno que sería reducir este impuesto o aliviar la carga del IRPF. Esas fueron algunas de las propuestas y comentarios que realizaron los economistas Jorge Caumont, Michele Santo y Martín Vallcorba en un desayuno de trabajo de ADM este jueves titulado Análisis de la economía uruguaya. Impulso de crecimiento a largo plazo. 

Antes de lanzar su propuesta Caumont reconoció que podía ser controversial pero consideró que el país se debe un “cambio” en la política salarial que se viene implementando hasta ahora.

“No se puede seguir con la negociación colectiva”, disparó. El economista consideró que el que mejor conoce la realidad es la empresa y su sindicato. “Esto en algún momento tiene que venir. Que en algún momento los salarios reflejen el valor de la productividad marginal del trabajador y no intenciones espurias a la realidad”, afirmó. 

Diferencia con Impuestos 

El presidente de la República, Luis Lacalle Pou, se comprometió ante la Asamblea General en marzo a reducir durante el año próximo el Impuesto a la Asistencia de la Seguridad Social (IASS) que grava las jubilaciones más altas, y el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF) que pagan un tercio de los asalariados si la economía crece este año por encima del 3,5%. Hoy el MEF tiene una proyección de 4,5% para 2022. 

“Quizás sea una opinión muy impopular porque a todos nos gusta que nos bajen los impuestos pero si uno trata de hacer una análisis más realista (...) no solo no hay margen sino que tampoco sería deseable”, respondió Vallcorba ante una pregunta. El economista consideró que existen un “montón de demandas” en el corto plazo que hacen que la prioridad no sea la reducción de impuestos y “menos del IRPF y del IASS”, cuando hay particulares y empresas que están “pasando por una condición muy complicada y que exige algún tipo de respuesta desde el lado de la política pública”.

Por otro lado, indicó que cuando se mira la coyuntura de mediano y largo plazo hay un montón de desafíos que lo que generan es una “tendencia al alza del gasto público, nos guste o no nos guste”. “El envejecimiento de la población genera presiones al alza sobre el gasto público vinculado a los temas de salud y cuidados”, afirmó.

También marcó otros déficit en materia de infraestructura, educación, vivienda, que lleva, según su punto de vista, “a que la prioridades no pasen por una reducción de impuestos sino por potenciar un gasto focalizado en áreas que son necesarias”. 

Por su lado, Caumont opinó que se debe profundizar la reforma impositiva que se hizo en 2007 y eliminar muchos impuestos que están superpuestos sobre la misma base imponible como ocurre con el Impuesto a Primaria, la contribución o el Impuesto al Patrimonio. 

Además, a diferencia de Vallcorba, considero que el IASS se debería eliminar directamente porque hay una “triple tributación, ya que se cobra sobre el ahorro pasado, que ya había estado gravado con las cargas sociales, con el Impuesto a la Renta y con otras cosas por el estilo”. 

Caumont dijo que es “probable” que el gobierno cumpla con su promesa de reducir la carga impositiva del IRPF y del IASS, aunque indicó que hoy no se sabe si esos impuestos bajarán un 5%, 10% o 30%. “Eso hoy no lo sabemos”, indicó. 

Santo, por su lado, sostuvo que la reforma de la seguridad social que se puso a discusión se quedó un poco corta y se debió ser “más radical”. Puso sobre la mesa eliminar directamente  “el yugo” de la obligatoriedad de aportes para las nuevas generaciones y pensar en el diseño de alguna “pensión mínima” una vez que se llega a la vejez, "ahora que está la moda de la renta universal y que los gobiernos se tienen que hacer cargo de todo el mundo independientemente de lo que uno haga. Si estamos en esa onda, vayamos por ese lado”. 

Asimismo, Caumont consideró que hay que apuntar a la desmonopolización en el mercado de combustibles y consideró al actual régimen de PPI como una reforma de “segundo orden”. Mientras que Vallcorba cuestionó la demora en los cambios para la cadena de distribución de combustibles, tras el pedido de una nueva prórroga de la Ursea para su instrumentación cuando ya va la mitad del gobierno. 

El economista del FA fue crítico con el contenido del ajuste fiscal de 2 puntos del PIB que realizó la administración de Lacalle Pou, ya que la mayor parte de este ahorro (1,8%) estuvo explicado por menores remuneraciones del Estado, gasto en pasividades e inversión pública. En ese sentido, recordó que la experiencia demuestra que esos ahorros son transitorios y puso en duda la sustentabilidad de ese ajuste. “Uno no sabe si esto es sostenible”, alertó. 

Consenso en las críticas a la política monetaria 

Hubo consenso en las críticas al BCU por la suba de la tasa de interés.

Caumont espera que la inflación inicie un proceso de desaceleración para ubicarse en 6,3% a mediados del próximo año, una vez que vayan quedando de lado los shocks de precios puntuales que se dieron por la guerra entre Rusia y Ucrania. El experto consideró que muchas veces se “confunde” inflación (aumento sostenido y generalizado de los precios) con la medición del IPC (Índice de Precios al Consumo) que publica el INE. En ese sentido, dijo que hubo algunos ítems puntuales que aumentaron en el último año por encima del índice general (9,56%), y que la mayoría lo hizo por debajo e incluso con subas de apenas algo más de 1%. 

En ese sentido, se mostró preocupado por los efectos que genera sobre la cotización del dólar una política más contractiva del BCU avanzando con la suba de tasas, ya que consideró como “suficientemente contractiva” un ritmo de expansión anual de 2% en la base monetaria.

Vallcorba machacó sobre la contradicción que existe en la conducción de la macroeconomía para el bienio 2022-2023 con una política fiscal expansiva en el gasto público y la política contractiva que impulsa el BCU subiendo las tasas de interés. El exintegrante del equipo económico en las administraciones del Frente Amplio dijo que la política que ha impulsado la autoridad monetaria ha provocado una caída del Tipo de Cambio Real extrarregional del 7% al cierre del primer semestre, y consideró que la señal de seguir aumentando las tasas no demostró ser efectiva para anclar las expectativas inflacionarias al rango meta de 3% a 6%.

Además, cuestionó el “cambio en la prioridad” que el gobierno le dio a la inflación en el mediano plazo (2024-2026) en la última Rendición de Cuentas, ya que su juicio no había elementos para relegar ese objetivo. 

Santo consideró que mientras persista un sistema de indexación en los ajustes de salarios y pasividades (como está definido por ley) será “imposible” bajar la inflación. 

Por otro lado, dijo que no se puede hacer mucho desde la política económica para hacer frente a la gran brecha cambiaria que existe con Argentina, porque por más que se elimine el IVA en la frontera o se restablezca el 0 kg para impedir que ingrese la mayonesa o la pasta de diente, los uruguayos seguirán cruzando el río Uruguay para comer o cortarse el pelo del otro lado. “Cuando las cosas del otro lado salen la mitad y es tan fácil cruzar, no hay forma”, aseguró. 

Coyuntura externa menos favorable 

Caumont vaticinó un escenario externo menos favorable para la economía uruguaya durante los próximos 12 meses y dijo que tenía una previsión sobre el crecimiento del PIB para 2022 inferior al 4,5% que tiene el Ministerio de Economía y al 4,7% que manejan sus colegas que responden la Encuesta de Expectativas Económicas del BCU. 

En esa línea, Santo advirtió por las dificultades que tendrán las economías desarrolladas (EEUU y la Unión Europea) para reducir sus niveles actuales de inflación, los problemas que aún continúa mostrando China con sus encierros para contener los brotes del covid y la incertidumbre por el fin de la guerra entre Rusia y Ucrania ya que apunta para largo. 

El experto recordó que el reciente mensaje que transmitió del titular de la Fed Jerome Powell en Jackson Hole de dar la batalla contra la inflación a toda costa, decantará en un crecimiento de EEUU por debajo de su potencial por algunas trimestres o una recesión “en el peor de los casos”.

Por otro lado, anticipó que China tendrá una “desaceleración fuerte” en su tasa de crecimiento, algo que le pegará a la marcha de la economía global, algo que debería fortalecer la cotización del dólar y debilitar a commodities relevantes para Uruguay, “una mala noticia” por los altos costos que enfrentan las empresas uruguayas y su impacto en la competitividad, al tiempo que marcó como tema pendiente de hace 40 años avanzar en una “apertura comercial” profunda. 
 

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