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El agitado año cinematográfico de Mercedes Morán

Recientemente protagonizó Familia sumergida, de la ópera prima de la directora María Alché, pero también estuvo en El Ángel, El amor menos pensado y Sueño Florianópolis
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20 de octubre de 2018 a las 05:02

A María Alché (35) le costó mucho “pitchear” Familia sumergida. Pero no porque su proyecto careciera de posibilidades, sino porque no podía expresar sus intenciones en palabras. No podía decir, por ejemplo, que quería retratar a una familia marcada por el duelo que, a su vez, está surcada por elementos surrealistas que interpelan a la madre. Ella prefería que la película –que todavía no estaba hecha– hablara por sí misma. Como fuera, Familia sumergida logró filmarse y, al final, se defendió por sí sola. El premio a Mejor película latinoamericana que ganó en el festival de San Sebastián, por ejemplo, lo demuestra. 

Uno de los elementos fundamentales del triunfo de Alché –que debuta en la dirección de largometrajes y que irrumpió como actriz en La niña santa (2004) de Lucrecia Martel– es Mercedes Morán. La actriz de 63 años ya conocía a Alché de aquella realización de Martel, en la que también estuvo involucrada. Fue por eso, en parte, que decidió acompañarla en este debut que agrega una película más a un registro cinematográfico que en 2018 sumó cuatro títulos extremadamente diferentes a su carrera. 

En su paso por Montevideo para presentar la película en el Monfic, directora y protagonista hablaron sobre sus carreras, sus puntos en común y la importancia de que existan más visiones femeninas en el cine regional. 

Este año se puso dos veces a las órdenes de directores debutantes (María Alché y Juan Vera) ¿Por qué le parece atractivo marcar el inicio de sus carreras como cineastas?

Mercedes Morán (MM). Me gusta. La primera vez no se repite, hay algo en ella que los expone. Hay algunas preguntas que quizá los cineastas no vuelvan a hacer en sus siguientes películas, pero generalmente tienen mucha necesidad de hacerlas en la primera, cuenten la historia que cuenten. Creo que estas primeras películas que hice este año tienen relación con las madres.

(A María Alché) ¿Es cierto eso? ¿Buscaba respuestas relacionadas con su madre?

María Alché (MA). Puede ser sí. Seguro hay mucho de mi madre, y si bien nunca lo había formulado así, una vez escuché que con las primeras películas uno se saca de encima elementos muy personales, como muy biográficos. Después entra en una etapa más desprendida. Claramente que no es así en todos los directores y son caminos azarosos, pero tal vez en mi caso sucedió.

Comienza su carrera como directora con un premio en San Sebastián. ¿Cuánta relevancia le da?

MA. Es un reconocimiento muy hermoso, pero también es un alivio. Porque hacer una película es un proceso muy largo en el que muchas veces te dicen que no, que vas y venís constantemente. Y un reconocimiento de estos, para los que amamos hacer cine, permite que se pueda continuar filmando. Además de que le da mucha visibilidad a la película, el premio nos permite mucha más distribución. También ayuda a allanar el camino, aunque cada película significa empezar desde cero. Sobre todo acá en Latinoamérica, que no es tan fácil hacer este cine no tan comercial. Cada proyecto es una nueva apuesta.

¿Creen que contribuye a generar que haya más mujeres directoras en su país?

MA. Sí, porque ver mujeres haciendo cine es inspirador. Desde María Luisa Bemberg y Lucrecia Martel hasta Anahí Bernieri y Ana Katz, por suerte en Argentina hay un montón de directoras mujeres y creo que para todas ver a otras trabajando es una referencia muy grande. Asimismo, creo que todavía sigue siendo muy dispar la cantidad de mujeres que estudian cine y las que después hacen sus cortos. Hay una gran brecha. Lo mismo sucede con directoras de primeras películas que puedan pasar a una segunda. Pienso que sí, que hay que inspirar y permitir que más mujeres hagan todo tipo de películas, desde las comerciales, que tienen grandes presupuestos, hasta las de acción o las independientes. No se debería circunscribir a la mujer a un tipo de narrativa doméstica o de corte familiar. Yo trabajé en televisión y prácticamente no hay mujeres que dirijan ficción allí. Todos los que dirigen televisión son hombres. Y eso tiene que ver con los puestos laborales a los que las mujeres pueden acceder, y para que crezcan se necesita un Estado que regule.

“(Actuar) es tan subjetivo que a lo mejor te resulta más fácil sumergirte en el pozo más oscuro que hacer un personaje más liviano o cómico” - Mercedes Morán
 

(A Morán) Hizo cuatro películas muy diferentes este año, ¿A qué se debe esa variedad de perfiles?

MM. Yo no vivo mi trabajo en términos de carrera. No es algo que me pueda entrar en la cabeza, y por eso no tengo estrategias. Sucedió que tenía muchas ganas de hacer películas, porque estaba haciendo mucho teatro y televisión y ambos requerían compromisos sostenidos en el tiempo. Estando en eso empecé a recibir propuestas de cine que no podía conciliar, porque no tengo la capacidad de hacer dos cosas al mismo tiempo. Entonces, cuando entré a enamorarme de nuevo del cine, hice un último espectáculo de teatro que fue un unipersonal (¡Ay, amor divino!) y me hice un espacio. Y aparecieron estas películas, y otras que no hice. A mí me divierte hacer personajes diferentes en todas las plataformas. En la tele siempre me pasa que hago un personaje que pega y todo lo que me ofrecen es más de lo mismo. Por eso es que hago un poco de tele, me voy y cuando veo que quieren correr más riesgos, vuelvo. Este año tuve la suerte de que aparecieron proyectos muy diferentes en todos los sentidos: por sus guiones, productores, géneros, directores y dimensiones. Cuando pude acomodarlos en el tiempo, me puso muy contenta poder navegar por esos ríos tan distintos. Me divierte eso, me divierte cambiar.

¿Considera más complicado a los personajes contenidos, que proyectan sus emociones a través de gestos o miradas (Familia sumergida) o los que son más histriónicos, más dialogados (El amor menos pensado)?

MM. Para mí los desafíos actorales se relacionan con correr algunos prejuicios y complejos. Es tan subjetivo que a lo mejor te resulta más fácil sumergirte en el pozo más oscuro y concentrarte en eso, que en un personaje más liviano o cómico. Siempre digo que hacer de lady Macbeth o de lady Di es igual de complicado, porque lo difícil es llegar a pensar de otra manera, cambiar el chip. Yo trabajo para ese cambio de chip, para identificar los pensamientos de cada personaje. Después, una vez terminadas las películas y cuando pasa el tiempo y me puedo alejar de ellas, sí encuentro que hay actuaciones que me gustan más que otras, películas que quiero más, que la experiencia de filmar eso me quedó guardada en algún lugar, intacta.

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