Opinión > OPINIÓN/ N.FERNÁNDEZ

El alarde de Mujica con un cuchillo que no puede usar

El riesgo de generar la sensación que la extorsión política puede dar buen resultado
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26 de agosto de 2017 a las 05:00
El viejo Vizcacha acumulaba lecciones de vida y luego disfrutaba de compartirlas con alguien más joven. Aquel personaje de gaucho bandido, creado por el argentino José Hernández, transmitía en sus versos algunas lecciones de vida que parecerían obviedades, pero que pasado el tiempo tienen vigencia y no son tan claras para todos.

Entre los consejos del viejo "Vizcacha" al segundo hijo de "Martín Fierro", hay uno de aplicación a la rabieta del senador José Mujica sobre los problemas del plan de legalización de marihuana: no hay que amenazar con la fuerza sino se puede, ni se quiere usarla en serio.

«Las armas son necesarias / pero naides sabe cuándo; / ansina si andás pasiendo, / y de noche sobre todo, / debés llevarlo de modo / que al salir salga cortando», decía Vizcacha sobre el uso del cuchillo, con la advertencia que no es para hacer una demostración de lo que podría pasar, sino para que hiera de entrada. De lo contrario, si lo usa para alardear, el herido podrá ser él mismo.

La amenaza de "trancazo" parlamentario de Mujica, fue absurda, fue inapropiada, fue sin relación al enojo, fue impracticable y fue inconveniente. Tan así, que a las pocas horas debió salir a hacer aclaraciones. Y tan así, que al terminar esta semana de feriado largo, el propio Mujica se mostró más conciliador.

Lo peor de la rabieta y el exabrupto es que transmita la lección de que así se consiguen las cosas en política y en relación entre líderes y entre poders, porque como el gobierno debía buscar soluciones al caso, independiente de lo que dijera Mujica, ahora puede aparecer para mucha gente, como que el senador del MPP consigue su propósito por éxito de una extorsión política.

El gobierno debe encontrar una fórmula porque hay una ley para aplicar (la de marihuana) y hay inversores que concurrieron a un llamado del Estado para producir, y ganaron una licitación y hacen su negocio, y si eso no se concreta, demandarán como corresponde. Habrá que ver que hace otro gobierno en el futuro, pero hoy, la derogación no está planteada.

Lo de Mujica no puede verse como una anécdota. Fue un alarde de energía, con repercusión fuera del Uruguay, sobre amenaza de bloqueo a la función legislativa.

¿Mujica tiene el poder para eso? Si su propio ejército político le falló para reformar la UTU y relanzarla como un ejemplo educativo, si su plan de un shock de infraestructura no pudo hacerse, si él mismo se quejó de la falta de apoyo político para concreciones que el país necesita, ¿por qué razón le harian caso ahora, con una medida que si se aplicara perjuricaría al Frente Amplio y al gobierno actual?

¿Alguien puede creer, que por ejemplo, Constanza Moreira, Mónica Xavier, las legisladores del MPP, se cuadrarían ante "Pepe" para abortar la Ley de Cuotas para mujeres en listas parlamentarias, y que los parlamentarios del MPP y otros grupos aliados, votarían en contra de los recursos para la educación y el hospital de Clinicas de la Rendición de Cuentas?

¿Y quién se perjudicaría con el "trancazo"? ¿A quién se presionaría con eso?

Obviamente nada de dolor para los bancos, ni para la OCDE, ni para el sistema de control de lavado de dinero a nivel internacional. ¿Los bancos se sentirían muy dolidos si no saliera la Rendición de Cuentas, y si no se votara la desafiliación de cincuentones del régimen de AFAP?

Mujica aparecía en la pantalla de televisión como que quisiera dar una batalla contra los bancos que son tan malos que no abren cuentas a farmacias que venden marihuana, pero en realidad la batalla es interna, aunque no quedaba claro si es contra el presidente del BROU, del Banco Central, de Danilo Astori o del equipo económico.

¿A quien le mostró el cuchillo Mujica? Si fue a su propio gobierno, y si se genera la convicción de que hubo solución por esa amenaza, la señal es preocupante.
Un senador por importante que sea, no puede manejar a su antojo a un poder del Estado; no puede mandar a "sus" legisladores a un bloqueo de esa naturaleza, y el país no se puede privar de leyes necesarias por un capricho.

Mujica no es cualquiera, aparte de ser uno de los líderes más populares del país durante estos años, es el primer senador de la República, su esposa es la que le sigue en la línea de sucesión presidencial y luego vienen otros de sus dirigentes.

Eso no es menor. Porque aunque algunos quieran restar importancia, diciendo que "son cosas del viejo", en el ámbito de los negocios se consideran los riesgos de todo tipo, incluso los políticos, y una actitud como la de amenaza de trancazo genera preocupación. En un informe de riesgos políticos no se puede ocultar eso con el criterio personal que "son cosas del Pepe".

Pocas horas después salió a aclarar que lo había hecho para "generar atención", como si Mujica debiera caer en una rabieta de esas para lograr espacio en los noticieros.

El episodio mostró la peor versión de Mujica, de enojo, violencia y falta de respeto. A una periodista la mandó a estudiar de noche porque no le gustó la pregunta que le hizo.

No hay un enemigo de Uruguay que le quiere arrebatar el proyecto vanguardista, sino que hay normas que deben cumplirse y punto; y ante restricciones, se podrá ver si hay una forma de sortear obstáculos.

La legalización de la marihuana ha puesto al Uruguay a la vanguardia de un camino al que otros países se irán sumando, aunque con versiones diferentes.

Ahora hay obstáculos por imprevisiones, que podrán solucionarse con ingenio y gestiones, y con paciencia.

La rabieta de Mujica y sus ecos, opacaron una noticia buena para el país. Igual que la inversión de Nestlé para una nueva fábrica en Uruguay terminó sepultada en los titulares por el caso de Sendic, la nueva planta de armado de autos de Peugeot-Citroen queda opacada por lo de la marihuana.

Desde el gobierno se respondió cada día sobre qué se podrá hacer para que la marihuana pueda venderse en mostradores públicos, mientras la mayoría de la gente espera otros mensajes sobre otros temas.

Al final, Mujica no trancará el Parlamento, pero muchos creerán que si quiere, puede hacerlo. El primer senador del país mostró el cuchillo que no podía usar, y eso, desgasta.

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