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El astorismo después de Astori: entre la renovación y la "falta de estructura"
Pasaron casi 25 años. En un vértice está Danilo Astori, en una lluviosa noche de mayo de 1994, ante un colmado Teatro El Galpón, dando inicio a un nuevo espacio político que apunta a “recuperar” el “espíritu frenteamplista”. Se lo ve entusiasmado. Dice que ya no está solo, que quiere rescatar los valores fundacionales del Frente Amplio, y que es hora de poner por delante los intereses del país.
En otro vértice está también Danilo Astori, en una cálida tarde de setiembre de 2018. Se lo ve más cansado. Rodeado de algunos de sus mejores discípulos, dice que renuncia a la idea de ser presidente, que los apoyos a su candidatura son “escasos”, y que hay que poner por delante los intereses del país.
El anuncio, aunque esperado, tuvo la carga de esos momentos que parecen cerrar una etapa, y reactivó las preguntas sobre el futuro del grupo político que creó hace un cuarto de siglo, una vez que pegue el portazo final de la política.
Si bien insisten en que para eso “todavía falta tiempo”, y que la mirada hoy está puesta en 2019, de a poco los astoristas se empiezan a imaginar los escenarios que se abrirán a partir de ese momento. Algunos empiezan a dibujar los primeros trazos de lo que ya denominan “posastorismo”.
Por capas
Para ello hay que diseccionar varias capas. Por un lado está el sector de Astori, Asamblea Uruguay, donde tienen claro que el caudal electoral y el peso en la interna frenteamplista está arreado por el nombre del ministro.
Para Adolfo Garcé, doctor en Ciencias Políticas, “hay enormes dudas acerca de la continuidad” de ese espacio político, ya que se trata de “un grupo casi sin funcionamiento orgánico” y que gira “en torno a Astori”. Según Garcé, la “falta de una estructura consolidada” es una de las diferencias con el proceso que deberá afrontar el MPP ante la ausencia de su líder José Mujica. “El día que no estuvo Herrera, el herrerismo siguió. El día que no estuvo Wilson, el wilsonismo siguió. El día que Luis Batlle no estuvo, el batllismo siguió. Ahí había estructura. ¿La hay en Asamblea Uruguay, o quedará un espacio vacío para que lo ocupe un líder emergente de perfil similar?”, afirmó.
Para Agustín Canzani, politólogo y director de la Fundación Líber Seregni, “no hay ninguna estructura que soporte cambios importantes en los liderazgos”, con lo que es esperable que todos los sectores deban afrontar importantes desafíos de renovación.
Por eso, afirma Canzani, una variable importante será el éxito o fracaso del Frente Líber Seregni, un “complejo proyecto político” que “siempre estuvo a mitad de camino entre el acuerdo electoral y el acuerdo programático”.
Tanto Garcé como Canzani coinciden en que ese bloque representa un arco “ideológico” importante dentro del FA, aunque tienen matices en cuanto a su sustentabilidad sin Astori.
Partiendo de las mismas premisas que los politólogos, los dirigentes del bloque consideran que la consolidación de ese espacio será vital para asegurar el legado astorista. Carlos Varela, diputado de Asamblea Uruguay, dijo que el FLS “tiene mucho para crecer” y reconoció que la dificultad está en “el relacionamiento y la articulación” entre los sectores que lo integran. Esa misma dificultad que se expresa en la actitud de los distintos sectores ante la eventualidad de un alejamiento de Astori.
En Asamblea Uruguay creen que la alternancia se dará de manera natural y, mientras tanto, apuestan a la formación de cuadros político-técnicos que puedan, en un futuro, cubrir el espacio de la figura de Astori. Alianza Progresista, en tanto, apela a poder ampliar el arco y atraer otros sectores y desde el Nuevo Espacio, el senador Rafael Michelini pretende tomar la posta del “seregnismo”, una meta que también se traza el presidente del Banco Central, Mario Bergara, y que cuenta para ello con el respaldo de Banderas de Líber, el sector más pequeño y más crítico con el liderazgo de Astori.
“Es probable que cierto personalismo y falta de diálogo político por parte de Astori haya incidido en las complejidades del FLS”, dice Canzani, aunque advierte que “la culpa es compartida”.
