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El cierre de listas en Argentina configuró la nueva grieta política

Cristina Fernández y Mauricio Macri tuvieron que ceder espacio a sus nuevos aliados, pero dejaron pistas sobre un refuerzo de su influencia en sus respectivos espacios
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25 de junio de 2019 a las 05:02

Por Fernando Gutiérrez (desde Buenos Aires).

Empezó oficialmente la campaña electoral argentina. Y el armado de las listas, cuyo plazo de presentación venció en la medianoche del sábado, dejó heridos, reforzó presunciones y marcó pistas sobre cuál será el tono del debate en las próximas semanas.

Nadie lo expresó mejor que Alberto Fernández, el candidato a presidente designado por Cristina Fernández  de Kirchner para el “kirchnerismo ampliado”, ahora rebautizado como Frente de Todos.

“Hay demandas infinitas de lugares, pero cargos limitados. Son los gratos costos que hay que pagar por crecer”, fue la explicación que les dio a los descontentos un resignado Fernández, con un inesperado toque de economía ortodoxa en su argumentación.

Claro, había que guardar lugares de destaque en las listas para los nuevos aliados, y eso implicó desplazar a otros que querían asegurarse la reelección y ahora están con temor a perder cargos, poder o influencia.

Por ejemplo, Sergio Massa, el exlíder del peronismo no kirchnerista, que durante semanas demoró su decisión de volver a su lugar de origen mientras negociaba la mejor forma de preservarse para intentar nuevamente ser presidente en 2023, pidió el primer lugar en la lista de diputados por la provincia de Buenos Aires.

A primera vista, no es un lugar destacado para alguien que ha manifestado ambiciones presidenciales. Sin embargo, no deja de tener una importancia estratégica: como el bloque peronista será mayoritario, gane quien gane, es probable que sea ungido presidente de la cámara, lo cual lo transforma en el tercero en la línea sucesoria tras el presidente y el vice. En caso de que el peronismo pierda, espera desde ese lugar transformarse en nuevo líder de la oposición y rearmar su espacio político dentro del Congreso.

También hubo que hacer lugar para nuevos aliados de izquierda en otras listas. Por ejemplo, el cineasta Fernando “Pino” Solanas y Victoria Donda, referente del feminismo y la militancia por los derechos humanos, se quedaron con puestos destacados en la lista a diputados por el distrito de la capital federal.

De manera que lo que quedó disponible debió ser administrado con cuidado. Y, una vez más, la lapicera que determinó quién iba dónde fue la de Cristina. La prueba es que en los lugares clave aparecen nombres de entera confianza de la ex presidente, casi todos militantes de la agrupación juvenil La Cámpora, empezando por Máximo Kirchner.

Operativo seducción 

Como Daniel Scioli en 2015, Fernández vio cómo un grupo de dirigentes que responden personalmente a Cristina se hicieron de los mejores lugares, mientras que otros que no pertenecen al círculo íntimo de la ex presidenta debieron rumiar su descontento. Este hecho da pistas sobre la estrategia de la exmandataria. Como la mayoría de los candidatos a legisladores les responden más a ella que al eventual presidente Fernández, de esa forma preservará capital político y capacidad de influencia en la nueva etapa.

Si el peronismo gana, tendrá el control del poder legislativo, lo cual implica que, aun cuando no tenga el cargo presidencial, condicionará a Fernández con el control del Congreso. Y si es el macrismo el que se impone, conservará una nutrida bancada que la tendrán a ella como referente y líder de la oposición.

En todo caso, quien más festeja esta situación es el propio Mauricio Macri. Porque el hecho de que haya peronistas descontentos le permite desplegar su estrategia de cooptar a la facción del peronismo que siempre estuvo enfrentada con el estilo y la política filoizquierdista de La Cámpora.

De hecho, ya empezó un operativo seducción, a cargo de Miguel Pichetto, el peronista designado por Macri como candidato a vicepresidente.

Pichetto conoce la interna peronista mejor que nadie y sabe dónde pegar: no se molestó en criticar a Alberto Fernández y apuntó directamente a Axel Kicillof, a quien calificó de “comunista”. Y dirigió un mensaje directo a los intendentes del conurbano, sabedores de que no les agrada la figura del exministro de Economía y que, además, la noche del sábado les dejará heridas por las aspiraciones no satisfechas en cuanto a lugares en las listas de candidatos.

El candidato a vicepresidente de Macri ya inició su misión de conseguir que, por acción u omisión, haya una parte del peronismo que juegue a favor del gobierno. La legislación argentina permite la combinación entre candidato a presidente por un partido y legisladores por otro. De manera que la misión de Pichetto es convencer a gobernadores peronistas de presentar “lista corta”, es decir únicamente candidatos a diputados y senadores pero sin “colgarse” de ninguna candidatura presidencial.

Esto es visto como un guiño del gobernador para que sus seguidores combinen el voto con la fórmula Macri-Pichetto. Entre las que confirmaron que jugarán esa estrategia destaca una provincia clave: Córdoba, la segunda en importancia por tamaño de padrón electoral, y que ya en 2015 resultó clave para darle el triunfo a Macri en la segunda vuelta contra Scioli.

Ampliar la base

Por el lado del macrismo, también hubo lugar para aliados, lo cual implicó negociaciones que también generaron peleas internas, aunque menos graves que las del peronismo. Por caso, el cargo clave de candidato a senador por la ciudad de Buenos Aires se guardó para Martín Lousteau, afiliado a la Unión Cívica Radical, aunque de perfil independiente, que quería postularse para jefe de gobierno de la ciudad. Ello implicaba una interna que ponía en riesgo la reelección de Horacio Rodríguez Larreta. En consecuencia, el cargo a senador fue el precio a pagar para evitar esa fisura interna.

También hubo que otorgar lugares importantes en la lista de candidatos a diputados por la ciudad a otra aliada clave de la coalición gobernante: Elisa Carrió, que refuerza su poder parlamentario propio.

Y, finalmente, se convocó a figuras “outsiders” de la política pero con alto poder de llegada al electorado. Un caso destacado es el de María Luján Rey, madre de uno de los fallecidos en el recordado accidente ferroviario de Estación Once en 2012.

Su inclusión como candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires es, en sí misma, un manifiesto político y una acusación contra la corrupción de funcionarios del kirchnerismo. 

Los partidos menores

Las encuestas están marcando que, a pesar de los esfuerzos por conformar una tercera fuerza que desafíe la polarización, el escenario electoral tiende a concentrarse entre las dos fuerzas mayoritarias.

El cambio es que ahora el eje de la grieta ya no se ordena con la antinomia peronismo-antiperonismo, dado que ambas fuerzas captaron aliados con la intención de ampliar su base de apoyo.

De esa manera, el macrismo quiere ganarse el favor del peronismo moderado, mientras el kirchnerismo seduce a descontentos de la UCR y de la izquierda.

Pero la grieta continúa, y la atracción de los polos deja poco lugar en el centro. Allí intenta hacerse pie la alianza Consenso Federal, que presentó la fórmula Roberto Lavagna–Juan Manuel Urtubey.

El primero fue ministro de economía en el período 2002-2005, un antecedente que le aporta prestigio por haber conducido la salida de la más profunda crisis económica. El vice es el actual gobernador de Salta, lo cual aporta el imprescindible vínculo con el peronismo del interior del país.

Este espacio sufrió la deserción de varias de sus figuras principales, entre las que destacan Massa y Pichetto. Todavía no está claro si este espacio le “robará” más votos al macrismo o al kirchnerismo.

También se presentó una candidatura independiente que sí implica una amenaza directa para Macri: la del economista José Luis Espert, un liberal que critica al gobierno “por derecha”. Espert, con poca estructura partidaria pero alta presencia mediática, suele fustigar al gobierno por su renuencia a hacer reformas de fondo y suele calificarlo como “kirchnerismo con buenos modales”.

Algunos sondeos indican que Espert podría obtener en la primarias hasta un 5 por ciento de los votos, cantidad suficiente como para dañar las aspiraciones reeleccionistas. Prueba de esta preocupación es que el hábil Pichetto se dedicó a cooptar a Alberto Assef, un casi desconocido, que tenía inscripto un pequeño partido de tendencia nacionalista llamado Unir, y que serviría como la estructura legal para que Espert inscribiera sus candidatos.

Pero Pichetto convenció a Assef de que si prestaba su partido terminaría siendo funcional al kirchnerismo, y le ofreció un cargo a diputado por el macrismo en la provincia de Buenos Aires.
Espert igualmente inscribió su candidatura, pero quedó una duda sobre la validez legal, por lo que ahora se espera una batalla en los tribunales. Lo cierto es que las listas están cerradas. Y ahora el calendario tiene marcada una fecha en rojo: el 11 de agosto se celebran las PASO, unas extrañas primarias en las que ningún partido dirimirá internas y que servirán como gran encuesta nacional antes de la elección “de verdad” de octubre.

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