miles de haitianos tomaron las calles para oponerse a la intervención extranjera y al gobierno

Mundo > Un drama sin final

El Consejo de Seguridad de la ONU sigue sin definir el envío de una fuerza internacional a Haití

La guerra en Ucrania monopoliza los debates de la comunidad internacional, mientras en la primera república negra independiente, las bandas armadas se apoderan de las calles, la catástrofe alimentaria azota a la mitad de su población y el cólera avanza
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27 de octubre de 2022 a las 05:04

Mientras el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas prolonga sin definición a la vista el debate sobre el posible envío de una fuerza internacional, el cólera avanza, el hambre afecta a 4,7 millones de personas y las pandillas armadas se enfrentan por el control de varias zonas de la capital de la isla paralizando el trabajo de las organizaciones humanitarias, que califican la situación del país como "alarmante", "caótica" y “catastrófica".

"En tanto el gobierno carezca de legitimidad y sea incapaz de controlar la situación, ¿el envío de una fuerza de acción tendrá el apoyo de los distintos partidos político de Haití, enfrentará resistencias o provocará, incluso, una escalada de los enfrentamientos violentos?", se preguntó recientemente el embajador chino adjunto ante la ONU, Geng Shuang, posición que resume las dudas de la comunidad internacional.

Los interrogantes que plantea Beijing son muy similares a los que han expresado Francia, Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos, los otros integrantes permanentes del Consejo de Seguridad con poder de veto, ante el llamado realizado en setiembre pasado por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien pidió al Consejo de Seguridad que considere enviar una fuerza armada internacional para poner fin a lo que definió como una "pesadilla".

El pedido de Guterres fue una respuesta al reclamo de auxilio lanzado ante la crisis sanitaria, humanitaria y de seguridad por el primer ministro haitiano, Ariel Henry, designado en el cargo dos días antes del asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, y que desde entonces se ha aferrado al poder, a pesar de que los partidos de la oposición y una parte sustancial de la sociedad civil cuestiona su legitimidad.

Sin embargo, y al igual que ocurre en el seno del Consejo de Seguridad, tampoco hay unanimidad en Haití sobre el posible despliegue de una fuerza multinacional. "La comunidad internacional ha estado haciendo lo mismo durante los últimos veinticinco años y no ha dado resultados", afirmó Gilles Rivard, exembajador de Canadá en Haití, en declaraciones a la agencia de noticias AFP.

La lectura hace referencia a que los haitianos han visto pasar tropas estadounidenses, francesas y canadienses; además de varias misiones de la ONU, como la fuerza de paz de los Cascos Azules que en 2010, tras el gran terremoto que asoló la isla, introdujo el cólera, enfermedad que devino en epidemia y dejó un saldo de más de 10.000 muertos hasta 2019. Hoy, según el Ministerio de Salud de Haití, suman 33 las víctimas fatales por cólera y 960 los casos sospechosos, cifras que serían peores que las reportadas, según Bruno Maes, representante de UNICEF en el país.

"Es una catástrofe. Estamos desbordados", relató a la agencia AFP el doctor Jean William Pape, de la oenegé Gheskio, que gestiona 2 de los 15 centros de tratamiento contra el cólera del país.  En uno de ellos, en Puerto Príncipe, la entidad tiene 80 camas, y están todas ocupadas, según explicó el facultativo. "Debido a la escasez de combustible, los habitantes de las barriadas me han dicho que ha habido varias muertes en sus zonas porque no fue posible transportar a los enfermos", precisó Pape.

Para Renata Segura, del área Caribe de International Crisis Group, "una fuerza internacional brindaría ayuda inmediata". La postura señala que la intervención permitiría establecer corredores humanitarios y desbloquear el acceso a la principal terminal petrolera, planta que desde hace semanas está bajo el control de una de las principales bandas armadas, situación que impide conseguir combustibles y que, a su vez, imposibilita la distribución de agua potable y el abastecimiento de los hospitales, además de afectar otras actividades diarias esenciales.

Segura, sin embargo, admite que miles de haitianos tomaron las calles para oponerse a la intervención extranjera y al gobierno, y reconoce que la fuerza internacional podría "volverse fuente de más divisiones" al ser percibida como un apoyo al controvertido primer ministro. "El país es ingobernable y los haitianos son incapaces de entregar una hoja de ruta que conduzca a elecciones", se lamentó Rivard, quien ve en esa hoja de ruta un requisito previo fundamental para el envío de una fuerza eficaz.

“En un contexto geopolítico monopolizado por la guerra en Ucrania, ¿quién podría liderar una misión así?", se preguntó Rivard cuando todas las miradas están puestas en Estados Unidos y México, los países que tomaron a su cargo la búsqueda de una solución que no pase por el Consejo de Seguridad. Por lo pronto, el gobierno de Joe Biden, abocado a la guerra en Ucrania y urgido por las elecciones de medio término, se limitó hasta el momento a calificar como "prioridad urgente" la situación en Haití, al tiempo que juzgó como "insostenible" el "statu quo" en materia de seguridad y salud.

Moha Zemrag, jefe adjunto de la misión de Médicos Sin Fronteras, entidad que gestiona cuatro centros con 250 camas y una veintena de clínicas de rehidratación oral, explicó a la agencia AFP que una de las prioridades es garantizar el acceso al agua potable en las zonas controladas por las bandas, como el barrio de Brooklyn, en la capital del país, zona que carece del recurso desde hace tres meses, lo que ha impulsado la proliferación del cólera por la ingesta de agua y alimentos contaminados con la bacteria vibrio cholerae, la causante del cólera.

El dominio que ejercen las pandillas, además, implican severos riesgos de que el personal de salud sea secuestrado, lo que impide entrar en muchas zonas para desinfectar las casas y los edificios. Una situación que llevó a Médicos Sin Fronteras a implementar un sistema de transporte para llevar a su personal a los centros médicos de forma segura, esquema que “podría en suspenderse en unas semanas debido a la escasez de combustibles", explicó Zemrag.

Aunque el subdirector de emergencias de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Sylvain Aldighieri, ha precisado que “no se ha detectado hasta el momento una explosión de casos como la observada en los primeros meses de 2010”, muchos médicos que trabajan en el terreno han advertido que ya se han registrado los primeros contagios en la región sureña de Nippes y en Artibonite, al norte de la isla, áreas que los grupos armados mantienen aisladas mediante el bloqueo de las carreteras.

Según los cálculos de la ONU, al menos 4,7 millones de haitianos, casi la mitad de la población padece inseguridad alimentaria. La mitad de los afectados son niños menores de 14 años, particularmente vulnerables porque sus sistemas inmunológicos están debilitados por la mala nutrición. Además, la última campaña masiva de inoculación contra el cólera se realizó en 2017 y la vacuna garantiza la inmunidad solo por cinco años.

Hasta el momento, la única resolución aprobada por el Consejo de Seguridad es un embargo de armas contra dos de los grupos más peligrosos, que se han declarado la guerra y luchan por el control de las calles. Se trata de las pandillas “Vitelhomme” y “400 Mawozo, tan bien armadas como sangrientas, las que han transformado en un campo de batalla la comuna La Croix-des-Bouquets, en el oeste de Puerto Príncipe, lo que está provocando el desplazamiento forzoso de miles de familias que buscan refugio en otras localidades.

Linda Thomas-Greenfield, embajadora de Estados Unidos ante la ONU, describió el embargo como “el primer paso y una primera respuesta a los llamamientos lanzados por los haitianos”. La decisión, sin embargo, no tendrá efecto en lo inmediato. Horas después de aprobada, una decena de personas fueron acribilladas cuando varios individuos a bordo de un vehículo atacaron a un grupo en la estación de autobuses que une las localidades de Croix-des-Bouquets y Mirebalais.

Según reportó Haití 24, también los habitantes de Rue Falaise y Nouailles están abandonan sus casas para buscar refugio en otros municipios. “Desde anoche las detonaciones nos impiden dormir. En Nouailles, miembros de la banda Vitelhomme incendiaron varias casas y el martes pasado asesinaron a siete personas”, dijo un vecino al medio local.

“Es un caos total. Estamos solos”, agregó un anciano entrevistado por Haití 24. Entre las víctimas está el activista Jean Denis Joseph, que a menudo participaba en movimientos de protesta, quien fue asesinado a tiros por desconocidos poco después que fuera atacada Magalie Habitant, la exdirectora del Servicio Nacional de Gestión de Residuos Sólidos y dirigente opositora al gobierno haitiano.

Por lo pronto, sin industrias y con una agricultura que se divide entre los cultivos de supervivencia y modestas exportaciones, la miseria, los terremotos, la inseguridad, los huracanes, la corrupción y el cólera prologan la dramática historia de un país que fue el primero de América Latina y el Caribe en sacudirse el yugo colonial en 1804, punto culminante de la revolución de esclavos que arrancó en 1791 liderada por el general Toussaint Louverture.

Haití, que sufrió la sangrienta dictadura de François “Papa Doc” Duvalier (1957-1971) y luego la de su hijo Jean-Claude "Baby Doc" Duvalier (1971-1986), es hoy el país más pobre de América Latina y el Caribe, y uno de los más pobres del mundo. En una superficie de apenas unos 27.000 kilómetros cuadrados, sus 11,5 millones de habitantes tienen una esperanza de vida de apenas 64 años. Un martirio cíclico que el novelista cubano Alejo Carpentier y el poeta y dramaturgo martiniqués Aimé Césaire reflejaron en sus obras “El reino de este mundo” y “La tragedia del rey Christophe”. Cruel paradoja para la primera república negra independiente.

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