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El costo de la independencia: consejos para vivir solos y no morir en el intento

La decisión de independizarse de la casa parental puede llegar en diferentes momentos de la vida, pero hay algunas claves que ayudan en la transición
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02 de septiembre de 2022 a las 05:00

Llega el día en que girar una llave en una cerradura es significativo. Abrir la puerta de tu primer hogar, ese donde vas a poder vivir bajo tus propias reglas, es un momento inolvidable. Pero no todo es romanticismo. Si no cocinás, no cenás –o terminás abriéndole la puerta a un delivery–; si no regás las plantas, se mueren; si no limpiás, el polvo se acumula en las esquinas y los platos sucios se apilan sin piedad en la pileta de la cocina. Pero es tu hogar.

Como en otros aspectos de la vida, la clase social, el nivel educativo, el género de la persona y el lugar donde vive inciden en la edad en la que los uruguayos y uruguayas se emancipan de sus hogares.

Marcos, por ejemplo, se enfrentó a la necesidad de irse de la casa parental a los 17 años, y después de cinco horas en un ómnibus interdepartamental llegó a Montevideo y pasó a vivir en un hogar estudiantil. 

Lucía se fue de su casa con una valija a los 25 años, ya con un trabajo medianamente estable y una carrera universitaria terminada, para alquilar un apartamento y aislarse en la pandemia; pero fue apenas la transición hacia la emancipación. 

Mariana se mudó en pareja a los 23 años, mientras todavía estudiaba y trabajaba en simultáneo. 

Andrés esperó hasta los 29 para salir del hogar familiar y pasó a vivir con su hermano en un apartamento a dos cuadras de la casa de sus padres.

Según datos recogidos por la última Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud (2018), el 27,4% de los uruguayos y uruguayas menores de 35 años viven fuera de su hogar de origen. En el caso de las mujeres la proporción es mayor (32,6%) que en los varones (22,4%).

Mientras aumenta la edad también aumenta la proporción: entre 18 y 24 años el 23,9% vivían solos, mientras entre los 25 y 29 años el porcentaje aumentaba a 57,8% y para la franja de entre 30 y 35 años ya alcanzaba el 81,7%.

Peter Parker se independiza en El hombre araña

A medida que vamos creciendo pasamos por distintas etapas hacia la autonomía y la independencia. “La autonomía es una transición hacia la independencia. Si la autonomía no se da en el momento adecuado, genera una carencia en la personalidad", explica a El Observador el psicólogo y coordinador del programa Psicoterapias de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República, Luis Gonçalvez Boggio. La fase de independencia supone, por ejemplo, la posibilidad de enraizarse en un amor, ingresar en el campo profesional y tener ingresos económicos propios.

Un recurso importante a la hora de independizarse, dice el psicólogo, es la confianza. Esta, más que una idea abstracta, es un estado y tiene un profundo aspecto somático. “Para identificarla como tal, hay que sentirla e involucra una sensación de seguridad. A mayor seguridad, mayor confianza y menor dependencia”, señala.

Pero la confianza está directamente relacionada con nuestra biografía y la línea de tiempo de cada uno: cada uno tiene su propia línea de inseguridad y de seguridad personal.

“Hay veces que nuestra familia no es un lugar seguro y dentro de ella hemos aprendido un mensaje ambiguo. Por un lado, en la familia se nos dice: ‘Ve por la vida’, pero, por otro lado, se nos dice: ‘No te vayas, no eres capaz’. Hay familias que animan a los hijos a salir al mundo, pero, al mismo tiempo, los hijos son infantilizados y se les otorgan muchos bienes materiales para que sigan siendo dependientes, o se realizan chantajes afectivos. De esta manera se les quita la confianza que tienen para salir al mundo. Hay veces en que al momento de la independencia aparece un discurso de los padres que dicen: ‘ya vas a ver lo que cuesta la edad adulta’ o ‘¿en qué lugar vas a estar como acá?’”.

Para las mujeres la independencia llega más tarde. En muchos casos, el peso de los cuidados familiares sigue recayendo en las mujeres de la familia y son ellas las que se quedan en la casa familiar para hacerse cargo de sus padres en un futuro.

Pero, sobre todo, indica que la independencia es un proceso en contante construcción. “Para independizarse hay que conjugar este verbo en gerundio. Es una acción, siempre en curso”.

Después de recrear la escena de Tom Cruise en Risky Business o de alguno de los capítulos favoritos de Friends, festejar la emancipación con amigos, invitar a la familia y oficiar de anfitrión, la independencia implica enfrentar la idealización con la realidad. El mito de una casa de soltero que pasa de fiesta en fiesta termina más bien en un loop interminable de lavar platos y tirar la basura. Y tratar de pagar las cuentas.

La independencia del estado de cuenta

Aunque esta nota no pretende abordar los costos de vida en Uruguay, sí vale la pena reparar en algunas recomendaciones financieras para evaluar si efectivamente es momento de dar un paso fuera de la casa familiar.

Rodrigo Álvarez, conductor del podcast Neurona financiera, recomienda hacer un presupuesto realista, dejando de lado la idealización y el romanticismo para concentrarse en las cifras en negro sobre blanco antes de tomar cualquier decisión. 

¿Cuánto podría pagar por un alquiler? ¿Cuáles son los gastos fijos que debería afrontar? ¿Cuánto podría pagar para alimentarme? ¿Puedo tener gastos excepcionales? Las respuestas deberán ser lo más objetivas posibles.

“Tendemos a tener una visión optimista y empiezan a jugar muchísimos sesgos. Eso hace que muchas veces las ganas que uno tiene de vivir solo le ganen a la realidad. Básicamente lo que uno hace es intentar hacer cuentas. Presupuestar cuánto me sale vivir. ¿Ese número es menor de lo que gano? Perfecto, me puedo ir a vivir solo. A veces pasa que cuando hacés ese cálculo de presupuesto terminás haciéndote trampa a vos mismo, terminan ganando las ganas sobre la realidad, que son los números duros”.

Álvarez sugiere incorporar un “abogado” en el proceso: un amigo o amiga que haya pasado por la misma experiencia y pueda revisar las proyecciones, un auditor externo. “Decirle ‘mirá, estos son mis números. ¿qué te parece?’. Esa persona con un poco más de experiencia lo va a mirar con una visión un poco más objetiva”.

Los primeros meses de adaptación, esos en los que construís el hogar que imaginabas bajo tus propias reglas, son los más peligrosos para las finanzas. "Algo que suele pasar es que al principio cuando estamos en esa etapa casi romántica, de enamoramiento con el nuevo hogar y la independencia, tenemos la tendencia a gastar de más. Podemos gastar de más gracias al financiamiento. Nos podemos endeudar (tarjetas de crédito o crédito de consumo, etc.) como para equipar la casa que siempre quisimos".

La clave en estos casos es, según Álvarez, apelar a la creatividad. "A veces es mucho más fácil meter un tarjetazo en 12 cuotas que nos puede comprometer a futuro que de repente recorrer locales para buscar precio o comprar algo usado en vez de algo nuevo. Si logramos ser creativos, podemos ahorrar un montón".

Dicen que la paciencia es la madre de todas las virtudes. Capaz que no es posible alcanzar la casa que siempre soñaste de forma inmediata. Ese living que viste en Pinterest o en los perfiles de diseño de interiores no va a aparecer de un momento a otro en oferta. La clave está en desarrollar la paciencia para ir armando el espacio de a poco, de forma medida, estableciendo prioridades y dedicándole un poco de tiempo.

La independencia conlleva gastos fijos que están más relacionados con el lugar donde estás viviendo que con la cantidad de personas que viven allí. "Es una buena cosa a veces pensar que esos gastos se pueden compartir". Según la encuesta, el 47,4% de las personas jóvenes que se emanciparon se fueron a vivir con su pareja, mientras el 9,2% se emancipó con amigos o amigas. Por otro lado, una modalidad que viene tomando fuerza en los últimos años es la opción del coliving, y puede ser una opción para aclimatarse a la vida adulta.

Hannah intenta independizarse de sus padres y convertirse en escritora en Girls

¿Qué comemos hoy?

Inevitablemente llega un momento en el que mirás la heladera con la puerta abierta y surge la pregunta del millón: ¿qué como hoy? La nutricionista Lorena Balerio destaca la importancia de la organización para la alimentación, la gestión del tiempo y el dinero. “Tener un menú o una idea de las comidas que voy a hacer, los días que voy a comer en casa, cuándo voy a llevar un táper al trabajo o cuando voy a salir con amigos”.

Empezar el mes organizando una lista de compras ayuda a optimizar el tiempo, la comida y el dinero. “Aprender a organizarse es un mundo nuevo cuando uno se va a vivir solo”, comenta.

Algunas de las dificultades que la especialista identifica en quienes deciden hacerse cargo de su propia casa son las porciones y el volumen de los alimentos. En este sentido Balerio recomienda tomarse un tiempo para preparar porciones de alimentos que luego se puedan combinar con otros a lo largo de la semana. Tener porciones prehechas podría ahorrar tiempo cuando se llega a casa con hambre y cansado. Y aleja el delivery de la puerta. 

En cuanto a cómo manejar los volúmenes de las compras, Balerio revela que la clave está, nuevamente, en la organización. Y en el freezer. Antes de desperdiciar frutas o verduras que compramos pero no llegamos a consumir a tiempo recomienda congelarlas cortadas. "Las verduras congeladas son un buen aliado para tener en la heladera".

“Mirar la heladera y la despensa puede ayudar a armar las comidas de los días siguientes. Más cuando llega fin de mes, que el presupuesto empieza a apretar”, agrega.

Probar y errar es parte de todo. También de aprender algunas técnicas sencillas en la cocina para que no sea un territorio desconocido.

La transición a la vida adulta y la crisis del cuarto de vida

Al igual que la mediana edad, el cuarto de vida puede conllevar su propia crisis.

La psicóloga estadounidense Abby Wilner y la periodista Alexandra Robbins lo señalaron hace 20 años en su libro Crisis del cuarto de vida: Los desafíos únicos de la vida durante los veinte. “Cuando llegas a los 40 y 50, el pánico es causado por demasiada estabilidad, demasiada previsibilidad, demasiada seguridad. Sin embargo, en la crisis del cuarto de vida ocurre lo contrario: no hay estabilidad, no hay previsibilidad, no hay certezas. El resultado: entrás en un ciclo donde dudás mucho de ti mismo”, escribieron.

El psicólogo clínico Alex Fowke lo definió a The Guardian como "un periodo de inseguridad, duda y decepción que rodea la carrera, las relaciones y la situación financiera" en los veintipico

Es una etapa de la vida en la que las trayectorias se ramifican, los amigos de toda la vida empiezan a tener intereses diversos: algunos se casan, otros navegan las aguas de la soltería, otros tienen hijos y algunos todavía intentan adivinar cuál es el camino que quieren experimentar. A la vez, separarse de los padres conlleva finalmente empezar a entender quién es cada uno en su independencia. Entrar en la adultez es un desafío.

Puede resultar desgastante para los jóvenes adultos comparar la realidad con las visiones infantiles que habían proyectado de sus vidas, moldeadas por la experiencia de los padres y los productos culturales que muchas veces construían la posibilidad de una forma de vida poco realista y edulcorada.

Los marcadores tradicionales de la vida adulta se han ido modificando para los nuevos adultos. El acceso a la casa propia, la estabilidad laboral, casarse y tener hijos están siendo postergados por muchos o han pasado a un segundo plano. Es el momento de pensar en el presente y proyectar un futuro posible.

Independizarse es un viaje movido, una etapa desafiante y siempre cambiante. No hay manuales, no hay recetas, no hay guías infalibles. Si llegaste hasta acá y estás a punto de tomar esta decisión, mucha suerte.

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