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El declive del estado liberal

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27 de septiembre de 2019 a las 05:04

A 30 años de la tesis del politólogo Francis Fukuyama del fin de la historia y del suceso de la caída del Muro de Berlín –que marcó el inicio del colapso del régimen comunista–, es un hecho que el mundo está más a la deriva antiliberal con el auge del nacionalismo y del populismo. Parecería que la humanidad está signada por la tragedia de repetir errores históricos que en el pasado han conducido a la barbarie.

Un estudio de Bridgewater Associates, una firma estadounidense de gestión de inversiones a nivel global, que recoge un reciente artículo de Financial Times, revela que la proporción de votantes en países industrializados que eligen candidatos antiestablishment saltó de aproximadamente el 7% en 2010 –más o menos el nivel desde la posguerra– al 35% en 2017.

Gillian Tett, editora general en Estados Unidos del Financial Times, asegura que hay que retrotraerse a la década de 1930 –cuando un 40% de los electores apoyaban liderazgos antisistemas– para encontrar un comportamiento comparable. Estima que probablemente hoy el porcentaje sería mucho mayor al que marca el estudio para 2017.

Es cierto que hoy el mundo enfrenta un problema de desigualdad, pero no se está desmoronando. Estamos muy lejos de la profunda depresión económica que provocó el Crac del 29 y que luego se extendió a toda Europa. Es la década del ascenso de Hitler al poder, de la persecución contra los judíos, de la guerra entre China y Japón, de las invasiones soviéticas, de la Guerra Civil Española…

La guerra comercial y tecnológica entre EEUU y China; la crisis en el Golfo Pérsico que involucra a las grandes potencias; el poderío militar de Rusia; la intervención de India en Cachemira; la pelea entre Japón y Corea del Sur; y seis países en guerra, según una reciente lista de Acnur (Yemen, Irak, Siria, Sudán del Sur, Somalia y Afganistán), nos habla de un mundo en estado de ebullición.

El drama de los refugiados, de los desplazados por el cambio climático, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que se agravan con los discursos del nuevo populismo, aumentan un sentimiento de desesperanza.

Aunque hay pensadores de la talla del historiador Simon Schama que hablan de un populismo menos potente, por lo menos en Europa, e incluso otros que creen posible que el presidente estadounidense Donald Trump no repita un segundo período en la Casa Blanca, hay signos preocupantes de que ha habido un cambio de mentalidad en las sociedades.  

Por ejemplo, estudios de Ipsos arrojan que el 64% de las personas en todo el mundo de entre 16 y 74 años de edad prefieren un líder fuerte para recuperar su país de los ricos y poderosos; 49% siente que para arreglar el país se necesita un líder fuerte dispuesto a romper las reglas; y 62% siente que los expertos no entienden la vida de las personas comunes.

Fukuyama tuvo razón en escribir –en 1989 y en años sucesivos– que la democracia liberal y la economía de mercado son las únicas alternativas viables para la sociedad actual. Pero se equivocó en creer que, debido a la caída del comunismo y el descrédito del fascismo y otros tipos autoritarios de gobierno, se impondría el estado liberal. Hoy la historia no muestra que en este asunto hayamos recorrido un camino direccional y progresivo. Más bien lo contrario. 

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