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En internet ya "nada es privado"

Una puesta a punto de cómo el escándalo de Cambridge Analytica cambió para siempre el universo digital
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04 de octubre de 2019 a las 05:00

“¿Quién vio alguna vez un anuncio publicitario que lo convenció de que el teléfono escucha sus conversaciones?”, pregunta el profesor David Carroll a su clase de universitarios. Todos levantan la mano en silencio y Carroll esboza una mueca de “lo sabía”.

Pero no. Él no es uno de esos estudiosos de la actualidad digital que cree que hay alguien del otro lado del micrófono del celular apuntando lo que decimos para luego bombardearnos con anuncios específicos que, irremediablemente, van a derivar en una compra. Hay otros que sí lo creen, y la verdad es que no les falta evidencia para mostrar que sucede.

Carroll es de otra escuela, una que tiene un sustento mucho más sólido para comprobar su teoría y se resume en tres palabras: somos puros datos.

Todas las interacciones que tengamos con algo que esté conectado a internet generan un dato superdesagregado de nosotros como actores dentro de un ecosistema capitalista. Pagos con tarjetas, búsquedas en Google, ubicación en una aplicación, los Me gusta en una red social, todo –dice Carroll– está siendo recolectado en tiempo real en una base de datos que es imposible de dimensionar. Por supuesto que alguien en algún momento de la historia se avivó y se dio cuenta de que los datos tenían el potencial para ser una industria con la que se podía hacer algún que otro peso. Pues alerta spoiler: hace dos años la industria de los datos superó en valor a la industria del petróleo por miles de millones de dólares. Y sigue aumentando con cada Me gusta que damos.

El tema tiene varios ribetes, multiplicidad de actores y parece que todo el tiempo expande sus límites un poco más y se complejiza. Nada es privado es un pulido intento por recapitular esta historia. El documental de Netflix se estrenó hace ya algunos meses en la plataforma de streaming y logró hacer mucho ruido dentro del mundillo. Es probable que su mayor mérito sea llevar el tema a las grandes masas con una narrativa efectista que ilustra con mucho tino cómo funciona el universo del big data y cómo esa industria mueve millones de dólares a la vista de todos. Y que en la sombras mueve mucho más que dinero.

 

El documental está dirigido por Jehane Noujaim y Karim Amer, que ya antes habían investigado acerca de la información manipulada durante la guerra de Irak. A lo largo de las casi dos horas de duración, los realizadores cuentan la historia de dos conflictos de la actualidad que fueron mojón en la manipulación de la industria de los datos y tienen como centro a Cambridge Analytica (desde ahora, CA), la conocida empresa de análisis de datos que utilizó la información privada de más de 50 millones de usuarios de Facebook para desarrollar herramientas que le permitieran influir en algunas de las campañas políticas más importantes de la última década.

Un resumen concreto: CA logró ofrecer un servicio en el que 50 millones de usuarios en Facebook estaban etiquetados con más de 5.000 puntos de información. Esto quiere decir que de cada uno de esos millones de usuarios había miles de datos con los que fue posible agruparlos, dividirlos en categorías específicas y encontrar a los más vulnerables. Dentro de este grupo fue posible, mediante propaganda no tradicional en redes sociales, moldear su comportamiento en las urnas en dos casos paradigmáticos. Por un lado el brexit, que buscó sacar al Reino Unido de la Unión Europea, y por el otro que Donald Trump fuera elegido como uno de los presidentes más poderosos del planeta.  

Nada es privado hace un seguimiento de cómo CA se posicionó como una consultora con la que todos querían hacer negocios, siempre y cuando los trapos sucios se lavaran en casa.

Nada es privado hace un seguimiento de cómo Cambridge Analytica se posicionó como una consultora con la que todos querían hacer negocios, siempre y cuando los trapos sucios se lavaran en casa.

Pero las mentiras tienen patas cortas. En el caso de CA, demasiado cortas.

Una verdad apretada

Quienes más o menos llevan un tiempo trabajando con internet y el mundo digital saben que existe una regla nunca escrita que plantea que cuando un producto de consumo virtual es gratuito, el producto es el usuario. El problema –da cuenta Nada es privado– es que no hay casi ningún gobierno regulando esa transacción. Por eso CA operó con tanta libertad y siempre al límite de la legalidad, pasando muchas veces el límite.

Cuando todo empezó a irse de las manos, algunos trabajadores de la consultora decidieron salirse. Al poco tiempo, el secreto reventó y enchastró todo.

El primero en hablar fue Christopher Wylie, tal vez lo recuerden como el joven de cabello fucsia, ojos claros, mirada desorbitada y gafas gruesas que salió en la portada de casi todos los medios internacionales. “El brexit no habría sucedido sin Cambridge Analytica”, declaró entonces a Carole Cadwalladr, periodista en The Guardian que se obsesionó con la causa y se la contó al mundo entero. Sobre ella y su investigación también hay mucho en el documental. Incluso al final hay un fragmento de una charla TED que la periodista dio en abril de este año y ya tiene casi 3 millones de reproducciones. Su frase más memorable sobre la influencia de empresas digitales en el mundo real probablemente sea esta: “Facebook: estás en el lado incorrecto de la historia. La tecnología que inventaron era increíble, pero ahora es la escena de un crimen. La democracia no está garantizada y tenemos que luchar. No podemos permitir que estas empresas tengan este poder”.   

“Facebook: estás en el lado incorrecto de la historia. La tecnología que inventaron era increíble, pero ahora es la escena de un crimen. La democracia no está garantizada y tenemos que luchar. No podemos permitir que estas empresas tengan este poder”.   

Más allá de todos estos personajes que componen el documental, la verdadera fuente de información es Brittany Kaiser. Se trata de una joven con una personalidad compleja que alcanzó un puesto ejecutivo en CA y que cuando el barco comenzó a hundirse se buscó una oportunidad para salir lo más ilesa posible de ese lío. Declaró todo lo que sabía a las autoridades y se perdió en la selva asiática con una jugosa cuenta bancaria.

Nada es privado plantea un ejercicio interesante y necesario para los usuarios: hacerse preguntas.

Hace no mucho, en el pódcast uruguayo Tragaperras –del grupo Polenta Podcast y conducido por las periodistas Belén Fourment y Alejandra Pintos–, el filósofo Javier Mazza decía lo siguiente respecto al uso de las nuevas tecnologías: “Nadie se pone a manejar un tractor sin saber bien cómo funciona o qué hace, porque entendemos que no saber el funcionamiento de la máquina tiene un peligro asociado a que yo lo maneje. La gente se pone a usar Instagram sin saber cómo funciona el algoritmo porque, quizá, el peligro de la plataforma no es tan inminente. No quiere decir que sea una red peligrosa, pero no saber cómo está hecha o cómo funciona puede redundar en usos peligrosos”.

Hay que cuestionar y cuidar el uso que hacemos de nuestra información en internet y Nada es privado es una invitación a tomar esa conciencia. Si no,, cuando queramos tomar las riendas del asunto, puede que sea demasiado tarde.

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