Leandro Quiroga, productor de Medio y Medio, frente a un muro histórico con una composición de Hermeto Pascoal

Espectáculos y Cultura > FESTIVAL MEDIO Y MEDIO

El dueño de la casa de veraneo de los grandes músicos

Un cuarto empapelado en listas de repertorio de artistas desde Spinetta hasta Jaime Roos, dos escenarios sobre los que han pasado los músicos más importantes de Uruguay, Brasil y Argentina y la razón detrás de que Medio y Medio se haya convertido en el pequeño refugio de temporada para artistas que durante el año llenan estadios
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05 de enero de 2019 a las 05:02

Las luces están apagadas, el sol está cayendo y los parlantes de los escenarios de Medio y Medio, en Punta Ballena, aún están en silencio. A pocos días de empezar el festival que va a durar todo el verano, en el escenario Fattoruso hay cajas y un piano tapado que no parece demasiado especial. 

Hasta que el dueño de casa Leandro Quiroga lo destapa. 

Hace menos de un año, sobre ese Yamaha único en el país que la marca le regaló al restaurante –que también es auditorio– Charly García dejaba al público boquiabierto tras aparecer de forma sorpresiva en un concierto del Zorrito Von Quintiero. Nadie que vaya durante el día a este restaurante podría imaginar que por sus pasillos pasaron músicos como Luis Alberto Spinetta, que entre sus oyentes estuvo Gustavo Cerati y que sobre los tablones del escenario Jaime Roos dio uno de sus últimos conciertos. La aparente normalidad en el trajín de las rutinas suele darle un aspecto mundano a lo memorable.  

Quiroga es argentino, productor y gestor musical, artífice del festival Medio y Medio, que lleva 23 años trayendo a Uruguay, en plena temporada turística, a músicos que durante el año llenan estadios. Un recorrido por sus espacios menos visitados destapa historias que parecen fábulas de alguien que tiene el privilegio de sentarse codo a codo con los más grandes. 

Hablás de Punta Ballena como tu refugio, como un paraíso al que te pudiste mudar. Se genera algo similar con Medio y Medio, que la gente y los artistas vienen a buscar cierta libertad o distensión.  ¿Tiene que ver lo que es para vos el lugar con lo que se genera con ellos?

Yo digo que más que a un festival los invito a mi casa. Es un negocio familiar, mi madre es la chef. Es cocina y música al mismo nivel, tienen un concepto similar, mucha calidad en el contenido pero una presentación un poco descontracturada. 

¿Y los músicos qué ven en eso? 

Los músicos ven que vienen a un lugar en el que tienen un equipo técnico como en cualquier festival pero en pequeñas salas. Acá el músico ensaya a la hora que quiere, prueba sonido a la hora que quiere, toca el repertorio que quiere. Está todo el mundo con buena energía. Muchas veces vas a los festivales y está todo el mundo estresado. El nuestro tiene un formato de 40 shows en 60 días, eso también hace que ningún día haya dos bandas, no hay que correr. A eso se le suma que el lugar es paradisíaco. Se da ese contexto que es lo que te permite tener a estos nombres importantes, que de repente tienen unos cachés que serían inaccesibles para estas salas. 

 

¿Cómo se gestó la aparición de Charly García el año pasado?

Teníamos un ciclo que hacía el Zorrito (Von Quintiero) todos los martes. Él es íntimo de Charly y uno de los martes caía en el cumpleaños del Zorrito. Charly quería venir a festejar con él. 

¿Y se ensayó algo?

No, Charly cae. Lo trajimos de Buenos Aires especialmente, con todas las dificultades que tiene Charly, que nunca sabés si se va a hacer. De hecho no se tomó el avión que le marcamos, perdió otro avión más y al tercero recién se subió. Así es el mundo de Charly, pero vino y lo disfrutó. Él estaba todo el tiempo con el piano, lo lleva a todos lados. Es un loco de la guerra, es un genio. Está en un momento especial de su vida, con dificultades. Hay momentos en los que está lejos pero cuando está cerca con el humor, el toque y lo que canta sigue siendo el genio de siempre. Es un tipo que intenta disfrutar.

En la sala Fattoruso hay un piano Yamaha único en todo el país, según sostiene Leandro Quiroga

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Quiroga se sube al escenario, abre una puerta negra y con el clic del interruptor de luz descubre un cuarto empapelado con listas de repertorios. Lo escanea y enumera al azar: Pedro Aznar, Skay Beilinson, Los Shakers, Rubén Rada, Chico César, David Lebón, Paulinho Moska, Daniel Viglietti, Fernando Cabrera, María Gadú. Son las listas originales del repertorio de quienes tocaron en Medio y Medio. “Los descolgamos así, rotos, pisados, como estén”, dice. Y todavía le queda una montaña guardada por pegar. 

El cuarto es chico, sin comodidades, un lugar de paso. Es una versión veraniega de lo que sería un camerino. Lo grande es la responsabilidad artística que genera el lugar, reflexiona Quiroga. “Muchos artistas me han dicho que este contexto de acá atrás, rustico, todo pegado con cinta, los pone en el lugar de tener que pasar a tocar sabiendo que toda esta gente estuvo ahí y eso los hace dar el mejor concierto que puedan dar”, explica. 

No hay vallas ni grandes cerraduras. En otro país, quizás, sería impensable ubicar a estos artistas tan cerca del público, pero la ingeniería está toda armada. Quiroga abre otra puerta que da al exterior del camerino y muestra el pasillo inaccesible para el público, por el que se mueven los músicos.

La pared tiene escrito con marcador permanente Quanto mais longe, mais perto (cuanto más lejos más cerca). Casi que en un garabato, abajo hay un pentagrama. “Esto lo compuso Hermeto Pascoal”, dice Quiroga. “Él lo quiso hacer para los músicos antes de entrar. Los músicos cada vez que vienen se mueren porque es como un dios, es el dios de los músicos”. 

Sin ir más lejos, se acuerda del llanto de Skay Beilinson al conocer a este instrumentalista místico. El guitarrista argentino se desmoronó, según Quiroga, cuando tuvo que sacarse una foto con este gigante brasileño que llegó a componer para el trompetista Miles Davis. El mismo Davis lo definió como un “albino loco” y uno de los mejores músicos del planeta. Quiroga lo cuenta como si hubiera sido la colisión de dos placas tectónicas. 

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La antesala del escenario Fattoruso está empapelada con setlists de viejos conciertos: desde María Gadú hasta Luis Alberto Spinetta

 

¿Qué músico es el que más te piden que traigas?

Los que me piden no sé, pero acá estuvo mucho Cerati. Viniendo, no tocando. Era muy fan de Jaime Roos y me quedé con las ganas de  poder tener un show de él. Nosotros tampoco es que insistimos mucho, pero alguien que viene bastante y que a mí me gusta es Vicentico. De Brasil este año estuvimos muy cerquita de poder traer a Milton Nascimento. Sería una locura. 

Has comentado que te lleva años traer a algunos músicos. ¿Hay alguno de esta edición que haya costado traer? 

Sí, Lenine. Hace seis o siete años que estoy intentando que venga y es la primera vez que se da. Una felicidad enorme. Lenine viene porque le dijeron Chico César, María Gadú y tal: “Fuimos todos, tenés que ir, el lugar te va a encantar”. Si no, no vendría, porque la escala de negocio es otra. Y así se da mucho. Con Fito Páez, por ejemplo. Yo había hecho muchos shows con él en Argentina y nunca lo había invitado porque ponés una presión en una persona si lo invitás a algo que no es un negocio sino un compromiso personal. Esa vez nos llamo acá y dijo: “Che, van todos menos yo”. Le dije: “Bueno, ¿cuándo venís?” También hace mucho que no viene Jorge Drexler, hace dos años que estamos intentando y por fechas no se puede. 

¿Medio y Medio es uno de los últimos lugares donde tocó Jaime Roos?

El último verano que tocó, tocó acá. Después hizo unos conciertos más. Este Medio y Medio tiene 23 años pero en realidad, cuando yo era muy chiquito, en 1986, existía otro que era de mis padres. Durante dos veranos programaron a Jaime Roos. Jaime siempre se acuerda porque fue la primera vez que tocó para público argentino en Punta del Este. Era la época de Mediocampo, con el Canario Luna. Era un bolichito, no sabés lo que era el lugar. Yo era chiquito y se ve que lo molestaba mucho, que andaba atrás de él, que le hablaba, le preguntaba cosas. 

Tiempo después, con 23 años, cuando yo empezaba en producción, me lo encuentro en la Trastienda de Buenos Aires y le digo: “Mirá mi viejo tenía un boliche”. Viste como es Jaime, que es un súper obse que se acuerda de todo, y dice: “Vos rubiecito, tenías unos nueve años, me hacías muchas preguntas raras y nos sacamos una foto con el Canario Luna, vos en el medio”. Le dije que era imposible porque la tendría enmarcada y me contesta: “Nos sacamos una foto, yo te digo”. 

A los tres años de ser su manager para Argentina me llama mi madre y me dice: “Mira lo que encontré”. Era la foto, yo en el medio, el Canario y él. Tal cual me la había descrito. Se la llevo, la mira  y me dice: “Te dije”. 

¿Cómo mantener el compromiso con el festival después de tanto tiempo? 

Es con los cambios, no aburriéndome. No es fácil. Es una cosa preciosa que yo amo y es mi casa pero tengo que encontrar el motor de motivación todos los años. Me gusta tener la programación partida en dos, los artistas que son de la casa –ponele que hay 30 o 40 que han venido mucho– y la otra mitad que vienen por primera vez o que han venido una sola. Este año hay 11 artistas que vienen por primera vez. Creo que es la primera vez que la mayoría son artistas nuevos. Me gusta que los habitúes descubran artistas que nunca vieron o los descubran en este formato tan cercano y también que vean cómo evolucionan los artistas. 

Para nombrarte uno, el recorrido que hemos tenido acá de David Lebón ha sido muy fuerte. Porque él estaba muy mal, venía destruido y nosotros los recibíamos. Verlo el año pasado limpio, feliz como estaba y entero artísticamente para mí es muy fuerte y que la gente lo vea también. 

Te emocionaste. 

Es lo que me gusta.

"Es un loco y ha hecho cagadas pero más allá de eso todo el mundo vive de Pettinato"
Por primera vez este año Medio y Medio incluirá teatro en su programa. Los invitados son Coco Sily, Fabio Alberti y Roberto Pettinato. Este último tuvo, en las pasadas semanas, varias denuncias públicas de maltrato y abuso a mujeres que se cruzaron con él en distintos momentos de su carrera. Sin embargo, Quiroga sostiene que sacarlo de la grilla sería injusto con su carrera. "Es un loco y ha hecho cagadas pero más allá de eso todo el mundo vive de Pettinato, todo el ambiente del rock. No estamos hablando cosas graves como lo de (Juan) Darthés. En el mundo del rock en Argentina, no hay que ser hipócrita, hay un montón de cosas que han sucedido y estaban mal. Era la idiosincrasia y hay que cambiarlas, pero Pettinato en particular es un tipo que ha abierto espacios para todo el mundo por su manera fuerte de ser, entonces para mí era importante programarlo este año. Como a (Gustavo) Cordera en su momento. Cordera  encima no había hecho nada, abrió la boca de boludo. Porque él es así, pero es un tipo que ha movido cielo y tierra, se ha jugado la vida por todo el mundo. Pasa que él es un provocador".
A Pettinato lo acusan de manoseos en los camerinos y maltratos. ¿No te hace ruido posibles juicios que puedan surgir por haberlo invitado al festival?
Seguramente cagadas se ha mandado, pero tiene que ver con idiosincrasias, con contextos que no pueden suceder nunca más. Es un poco más delicado cómo hacer ese tránsito para tomar conciencia y salir, no es matando a todos por igual. Hay tipos que son mala gente y hay tipos que han hecho cosas que no tienen que hacer pero para mí es importante sostener a artistas que valen. Yo intento tener un ojo más fino. Capaz que me equivoco, intento no hacerlo, tengo muchos años de noche y me gusta entender que el ser humano es complejo, que no es ‘vos sos bueno y vos sos malo’. Todos tenemos nuestros lados, todos tenemos nuestros momentos. Igual no han venido las críticas. Alguno te dice, pero la mayoría lee entre líneas: "Si trae esos artistas y los pone ahí alguna segunda lectura tiene que haber".

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