El exclusivo Piso 40 inauguró en silencio

La brisa helada que el jueves 16 golpeaba Montevideo era particularmente intensa sobre la calle Luis Bonavita y Luis E. Lecueder. Allí, en la cuarta torre del World Trade Center, la más joven y alta del conjunto de edificaciones de vidrio que sobresalen en el paisaje capitalino, empezaba una fiesta tan exclusiva como silenciosa: la inauguración del primer club de ejecutivos de Uruguay, el Piso 40.

Sobre las 20:00 horas, una fila de autos de alta gama levantaba el polvo al circular sobre la calle Bonavita, que desde hace meses es un camino sinuoso de tierra producto de las obras para su ensanchamiento. Nadie podría advertir que allí había una fiesta, aunque sí un movimiento singular para un día de semana.

Empresarios de renombre, corredores de bolsa, profesionales destacados, banqueros, políticos y representantes de las grandes marcas de lujo llegaban junto a sus familias, impecablemente vestidos, y circulaban a paso veloz hacia el lobby en busca de un refugio para el frío y del encuentro de amigos, conocidos, colegas y, quizás, futuros socios.

La mayoría de los empresarios que llegaban a la inauguración del piso 40 preferían no dar declaraciones. Solo algunos, como el publicista Álvaro Moré, el socio director de CPA Ferrere, Andrés Cerisola, y el asesor de inversiones, José Altina respondieron a las preguntas de Café & Negocios (Ver último título).

El hermetismo fue una de las características principales de la velada: la organización del evento no permitió la presencia de periodistas, ni tampoco que se capturaran fotos para las páginas de sociales de los principales diarios y revistas del país, una forma de conservar el bajo perfil que los empresarios uruguayos suelen cultivar.

En la planta baja del edificio un grupo de empresarios charlaban animadamente, mientras esperaban ver las instalaciones del club que fue ideado por el arquitecto Ernesto Kimelman, y que cuenta con un restaurante, salas de reuniones y de descanso, y una de las mejores vistas de Montevideo.

El inicio de la velada transcurrió en el primer piso de la torre, donde los casi 400 invitados disfrutaron de un cóctel con sushi, canapés, champán y whisky, acompañado de jazz instrumental. Pasadas las 21:00 horas, Kimelman tomó la palabra para presentar a los directivos del club, entre los que se encuentran el director de Trillonario, Ariel Pfeffer, el director de Nuevo Centro, Edgardo Novick, el director del Estudio Lecueder, Carlos Lecueder, el diseñador de interiores, Héctor Liberman, y el publicista fundador de Punto Ogilvy, Elbio Acuña.

La fiesta siguió entre charlas y encuentros, como si s los invitados se conocieran de toda la vida, como si tuvieran los mismos intereses y frecuentaran los mismos lugares –lo que efectivamente así era, incluso antes de la creación de este club-.

Puertas adentro

Cuando finalmente llegó el momento de conocer el Piso 40 terminado, los invitados se dirigieron a los ascensores que en cuestión de unos pocos segundos los llevaron a la cima de Montevideo.

Al abrise las puertas, en metálico dorado y sobre una pared negra, se pudo leer "Piso 40" y entrever la exclusividad: a este club solo se puede ingresar mediante la recomendación de dos socios, la aceptación del directorio y una membresía de U$S 9.000, más una mensualidad de U$S 250.

Los casi 400 asistentes superaron por mucho los 170 socios con los que ya cuenta el club, por lo que rápidamente colmaron las instalaciones que tienen la forma de un cuadrado que se recorre por sus bordes, con los ascensores y la cocina en el centro.

Varios livings con sillones de cuero marrón oscuro, acompañados de un mobiliario contemporáneo, se disponen para apreciar una panorámica vista de Montevideo. Junto a esos grandes ventanales algunos telescopios sirven para observar más de cerca la costa, los edificios empequeñecidos y las personas que circulan por las calles como hormigas.

El restaurante es la estrella del club, y por eso ocupa buena parte del piso. Una larga barra de mármol negro, las columnas de color oscuro y la luz tenue, dan lugar a un marco sofisticado que completa el cuadro. De los U$S 250 que se pagan por mensualidad, U$S 100 son para consumo en el restaurante, que es uno de los principales atractivos por permitir que allí se realicen almuerzos de trabajo, además de contar con una barra de bebidas a cargo de Diageo, que ofrecerá Johnnie Walker Blue Label y vodka Ciroc.

Cuando los invitados terminaron de recorrer las instalaciones, bajaron de nuevo al primer piso de la torre para continuar con el cóctel que duró hasta poco después de las 23 horas, cuando los autos de alta gama abandonaron la torre, que desde ahora será el lugar de encuentro de muchos de los empresarios más importantes del país.

El socio director de CPA Ferrere, Andrés Cerisola, que forma parte del Piso 40, defendió la creación de este tipo de club de ejecutivos, porque "en el mundo de los negocios es importante tener un lugar donde encontrarse para desarrollar negocios e intercambiar ideas". Una de las posibilidades que ofrece el club, además de ser un punto de encuentro, es la posibilidad de recibir emprendimientos que participen de rondas de inversión a las que asistirán los socios del club.

Mediante esta modalidad, conocida dentro del medio como "inversión ángel", los empresarios se hacen con una participación en el negocio y los emprendedores consiguen los fondos y conocimientos para desarrollar sus proyectos. Para el asesor global de inversiones, José Altina, que es socio del club, el Piso 40 será "una oportunidad para participar en emprendimientos ya sea de manera individual", como para sus clientes. El director de Young & Rubicam, y propietario de Grey, Álvaro Moré, opinó que más que un lugar de encuentro del empresariado uruguayo, el Piso 40 brindará un marco para invitar a clientes de otras partes del mundo que llegan a Uruguay.