No importa qué tan fuerte haya sido la recesión del 2020, ni qué tan amenazante sea la inflación ni la posible devaluación. En un año de elecciones, un gobierno peronista siempre siente que tiene una ventaja frente a la oposición: la voluntad de forzar la economía para mejorar el consumo y, sobre todo, la posibilidad de usar las principales “cajas de recaudación” para apoyar los fines políticos.