El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la cumbre de Madrid, este jueves 30

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El pacifista noruego que anuncia un crecimiento de las fuerzas de despliegue rápido de la OTAN

La alianza atlántica de 30 países tiene previsto aumentar de 40 a 300 mil los efectivos capaces de entrar en operaciones
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30 de junio de 2022 a las 10:47

Este jueves 30 de junio termina en Madrid la maratón de 48 horas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con la decisión, tras 130 días de la invasión de Rusia a Ucrania. No solo avanzará en el expediente de inclusión de Suecia y Finlandia para aumentar a 32 los miembros del organismo, lo cual requiere un tratamiento burocrático que llevará semanas o meses. También los líderes de la alianza atlántica preparar un aumento de la Fuerza Conjunta de Muy Alta Disponibilidad (VJTF, por sus siglas en inglés). En efecto, pasará a tener de 40.000 a 300.000 soldados listos para ser desplegados en cuestión de días en caso de necesidad. Así dijo Jens Stoltenberg, en una rueda de prensa en la capital española.

Stoltenberg está al frente de la OTAN desde septiembre de 2014. Es decir, es un experto en temas de defensa y conflictos bélicos. Además, está al frente de una alianza que tiene como barco insignia nada menos que a las fuerzas armadas de los Estados Unidos, las más poderosas del planeta.

Sin embargo, este noruego nacido en la Oslo hace 63 años se formó como matemático y se especializó en estadística, tarea que lo tuvo ocupado hasta que se le despertó la vocación política en las filas del Partido Laborista, una formación de centro izquierda en un país de algo más de 5 millones de habitantes con excelentes indicadores de trabajo formal, capacidad económica y libertades individuales.

Stoltenberg fue educado en la Escuela Waldorf de Oslo, un establecimiento de excelencia, tuvo una familia que amparó líderes africanos perseguidos. Su padre era diplomático, su madre genetista y su hermana médica.

Se educó en un ambiente de paz. Se volcó por las ideas socialistas y, a los 31 años, ya era ministro de Relaciones Exteriores. El dato es muy importante: fue el año 1993 cuando en Oslo se llegó a los Acuerdos de Paz entre Israel y la Organización de Liberación Palestina (OLP), que firmaron Shimon Peres y Yaser Arafat pero que luego se frustraron. Sin embargo, el Nobel de la Paz fue precisamente para Isaac Rabin, Peres y Arafat. Todavía puede verse la foto de los dos líderes israelíes y el jefe de la OLP con un cartel que dice “Peace”.

Stoltenberg, en 2000, fue primer ministro de su país por un año. Su prestigio creció al punto que, en 2005, el Parlamento volvió a elegirlo para esa máxima responsabilidad y esa vez duró ocho años, hasta 2013.

La OTAN y una paz lejana

Desde el 1 de octubre de 2014, apenas dejar el gobierno noruego, se convirtió en el decimotercer secretario general de la OTAN. Fue elegido como representante de un país aliado a la alianza atlántica pero que no pertenece a la Unión Europea.

Lleva ocho años como jefe civil de una alianza militar que tomó parte en conflictos armados pero que nunca afrontó un escenario del calibre actual.

Stoltenberg sigue siendo socialdemócrata y en esta reunión de la OTAN en Madrid comparte podio con el anfitrión, el presidente español Pedro Sánchez, tan alto y tan socialdemócrata como el noruego. También, entre otros mandatarios, con Joe Biden, el demócrata que desplazó de la Casa Blanca nada menos que al derechista Donald Trump.

La encrucijada que tienen tanto los países europeos como Canadá y Estados Unidos –miembros de la OTAN– se juega en el conflicto armado que tiene como escenario a Ucrania, atacada militarmente por Rusia tras ocho años de tensiones y de violencia armada en el este de ese país. No bien Vladimir Putin anunciaba el 24 de febrero pasado la “operación militar especial”, los analistas recordaban que las llamadas Repúblicas de Donbás (Donesk y Lubansk) requerían una solución diplomática. También hacían mención a que el pedido de Zelensky de sumarse a la OTAN irritaba a Moscú y también precisaba de una mesa de diálogo.

El conflicto no cesa y la OTAN quiere mostrar músculo. Por ahora capacidad de disuadir a Putin. Sin embargo, en el documento emitido ayer, hace anuncios donde el ruido de los tambores podría amplificarse. La mención de China como “un peligro para la estabilidad mundial” pone al descubierto un escenario geopolítico que va más allá de la invasión rusa.

Biden anunció el aumento a 120 mil soldados en los territorios europeos, Alemania hace anuncios de rearme que la ponen como el país del Viejo Continente con las fuerzas armadas más poderosas.

La pregunta, por supuesto más allá de quiénes son los causantes del actual conflicto armado, es si en las próximas semanas o meses se vivirá una escalada de la guerra o por el contrario los diálogos y mediaciones van a ganar envergadura.

Los ataques misilísticos del martes a Kiev por parte de las fuerzas rusas son una mala señal. El reclamo, casi desesperado del presidente de Ucrania Volodomir Zelensky de aumentos del apoyo militar de los países de la OTAN hablan de una preparación para un conflicto aún mayor. Y, por último, esta reunión de Madrid con anuncios de acrecentar presupuestos de defensa y de aumentar las tropas de despliegue rápido van también en la dirección de “si quieres la paz, prepárate para (seguir) la guerra”.

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