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El Palacio Salvo recuperó sus portones

Una de las piezas más importántes del ícono arquitectónico de Montevideo
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14 de julio de 2017 a las 05:00
Abelardo García Viera tenía cuatro años cuando pasó por primera vez al lado del Palacio Salvo junto con su padre. Era 1942. Recuerda que hacía tanto frío que cayeron unos copos de nieve desde el cielo.

Cuando miró hacia arriba se encontró con la monumental cúpula del Palacio Salvo. Le pareció como sacada de un cuento de hadas, parecida a la torre de un castillo medieval. En ese momento le dijo a su padre, como en una especie de promesa, que quería vivir ahí.

En diálogo con El Observador, García Viera recordó que otro de los aspectos que le impresionaron de aquella visita con su padre fueron los portones, que habían sido retirados por la familia Salvo en 1949 y llevados a un establecimiento rural en Río Negro. García Viera logró mudarse años más tarde al icónico edificio, y el día en que asumió su primera presidencia del Palacio, en 1970, se propuso conseguirlos. Y así comenzó una travesía que duró unos 45 años y que terminó ayer con la reinstalación de los portones en el lugar original.

Hoy García Viera se considera a sí mismo el torreteniente del Salvo por ser dueño de tres de las cuatro torres de la cúpula. Eso, y el haber presidido la comisión del edificio por tanto tiempo, hacen que lo conozca más que nadie.

El pedido


El primer pedido de los portones a Hugo Romay Salvo, entonces dueño del Salvo y uno de los accionistas de canal 4, fue en 1970. "Romay me dijo que cuando se vendiera la cabaña los iba a devolver. Tomé la presidencia por segunda vez en 1990, se los volví a pedir y me dijo que la cabaña todavía no se había vendido", contó García Viera.

El siguiente episodio de esta peripecia sucedió en 2012. Como antiguo secretario de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, García Viera prefería que las cosas tuvieran su apariencia original. Entonces hizo un pedido a la comisión del Palacio para retirar la antena de Canal 4 (fuera de uso) que había sido colocada en la cúpula y que había tenido poco mantenimiento, por lo que peligraba su estructura.

"Cuando comenzamos a sacar la antena paré a Hugo Romay frente a un ventanal y me dijo con los ojos desorbitados: '¿Cómo que estás sacando la antena?'", rememoró García Viera. Luego de ponerlo al tanto de la situación estructural negociaron que Romay devolvería finalmente los portones al Palacio si el presidente del edificio se hacía cargo de los costos de retirar la antena (unos $ 300.000).

El traslado

Todos los preparativos seguían su curso. El Palacio volvería a tener sus tradicionales portones y dejaría de tener la antena que le robaba su esencia patrimonial. Hasta que García Viera recibió una llamada por parte de Romay que pareció cambiar el rumbo de los planes.

"Habían robado los portones, pero me dijo que no me preocupara porque iba a cumplir con su palabra. Y contrató a una persona que los empezó a buscar. Entonces descubrieron que estaban en Soriano, Dolores, en un campo y semienterrados", dijo García Viera.

Ese día, los portones embarcaron a las nueve de la noche desde Dolores hacia Montevideo, por lo cual llegarían entre las cuatro y las cinco de la mañana. "Tenía que contratar una pluma para bajarlos del camión, porque los portones pesan 800 kilos cada uno", afirmó. "La pluma tenía el problema de que los podía descargar, pero no los podía entrar en la parte de la asiva del Palacio porque había plancha y abajo hay sótano, entonces podía hundirse", agregó.

El torreteniente contrató a 15 personas y, entre todos, arrastraron las enormes puertas con frazadas hasta el pasaje del Salvo entre Andes y Plaza Independencia, donde quedaron apoyados hasta 2016. García Viera dejó la presidencia del Palacio Salvo en 2015, pero antes de irse mandó colocar balizas para que la gente no se chocara contra los portones al pasar por al lado.

"Los portones quedaron ahí porque estábamos en una situación económica terrible. Pero la nueva comisión mandó restaurarlos en febrero de 2016. Un miembro de la comisión tiene una herrería, e hizo con ellos una obra de arte. Quedaron perfectos", dijo García Viera.

Todavía quedan por colocar las cuatro hojas del otro extremo del pasaje. "Pero ya bastante se hizo", afirmó. "Es un gran, gran avance".

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