Javier Conde
Es periodista de la sección Mundo de El ObservadorNacional > Contacto en Montevideo
El periplo del enviado de Guaidó para evadir a Maduro y ver a Lacalle Pou
La ocasión era imperdible. Cambio de mando en Uruguay y otra mirada en la política exterior hacia el largo e irresoluto conflicto venezolano. Posición anunciada con antelación que llama a Nicolás Maduro dictador aún cuando sólo se reconoce a Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional del país caribeño.
Juan Pablo Guanipa, primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, recibió la invitación de Pablo Iturralde, dirigente del Partido Nacional, y no se lo pensó dos veces para alistar una ligera valija y emprender la pequeña odisea de salir del país y aterrizar, un montón de horas después, en Carrasco, para presenciar la asunción de Luis Lacalle Pou.
Nada ajeno a las indecibles penurias de los cientos de miles de venezolanos que se exilian.
“Para nosotros es fundamental que el nuevo gobierno uruguayo reconozca a Juan Guaidó como presidente encargado”, explicó a El Observador Guanipa desde Caracas, adonde llegó el miércoles cerca de la medianoche tras salir de Montevideo en la madrugada del martes.
De Zulia, rico estado petrolero del occidente venezolano, Guanipa es un abogado y político de 55 años miembro de Primero Justicia (PJ) –organización a la que pertenece el dos veces candidato presidencial Henrique Capriles.
El PJ es miembro observador de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), que el lunes 2 de marzo celebró un encuentro en Montevideo, al que asistió Guanipa.
Pero antes había que salir de Venezuela.
Guanipa carece de un pasaporte vigente porque, como casi todos los venezolanos, debe pagar en “negro” para obtenerlo y someterse al escrutinio del Estado, que decide cuándo y cómo tramitarlo.
De manera que el primer vicepresidente del Parlamento emprendió su viaje desde Caracas, donde realiza la mayor parte de su actividad política, por tierra.
En auto viajó cerca de 700 kilómetros a Maracaibo, donde vive, vio por unas horas a su familia y luego tomó la ruta hacia La Guajira, en la frontera colombo-venezolana. Un boleto aéreo es difícil de adquirir y sin ninguna garantía sobre las horas de salida y arribo.
“Cuando llegamos a Paraguachón nos subimos a una moto para atravesar una trocha (un camino agreste) y cruzar hacia el otro lado”, cuenta. Migración Colombia le selló, “muy amablemente”, su pasaporte sin el sello de salida de Venezuela y se lo aceptaron vencido.
Pasado el puesto fronterizo, otra vez en auto 90 kilómetros hasta Riohacha, capital de La Guajira colombiana, para volar a Bogotá.
Diez horas de espera en el aeropuerto El Dorado de la capital colombiana para subirse al vuelo que, finalmente, lo dejaría en Carrasco en la madrugada del sábado: dos noches y más de un día completo después de su partida. En el regreso evitó la larga estadía en Bogotá.
En las 72 horas en Montevideo, Guanipa se reunió con diputados, senadores y dirigentes de los partidos de la coalición –“quise hacerlo con el Frente Amplio pero no fue posible” –, presenció la asunción de Lacalle Pou y también estuvo en el acto en el cual Ernesto Talvi asumió la cancillería.
“He visto que hay una posición dura y contundente con respecto a Venezuela. Entiendo que el presidente busca el consenso y actuar de manera cautelosa. Nosotros pedimos que los países de América prendan sus alarmas en relación a Venezuela y nos acompañen”, apuntó.
Guanipa afirmó que logró el compromiso de diputados y senadores en la coalición para seguir alentando la discusión sobre Venezuela y “lograr el reconocimiento del gobierno de Guaidó”.
