El sorprendente final muy ajustado del balotaje, algo favorable a Luis Lacalle Pou (Partido Nacional) frente a Daniel Martínez (Frente Amplio), al cierre de esta edición, no le quitará legitimidad al futuro presidente, pero, sin duda, representa un enorme reto para un sistema político que consolida como nunca dos bloques ideológicos, con tanta fuerza en las urnas para el ejercicio del gobierno como de la oposición.
Es un mapa político inédito que tomó por sorpresa a las empresas de opinión pública que hasta la semana pasada coincidían en que el postulante opositor ganaría la elección en segunda vuelta con un margen de entre 5% o 6%.
Pero la diferencia del orden de los 30 mil votos, sin incluir los cerca de 35 mil votos observados que, pese a que hace irreversible un cambio de la tendencia a favor de Lacalle Pou –con menos del 50 %de votos–, llevó a Martínez a no reconocer su derrota hasta que se conozca la información oficial en esta próxima semana.
El presidenciable del Frente Amplio (FA), con un inusual entusiasmo –dijo que logró una “gesta increíble”– y planteó que, gane quien gane, el resultado electoral impone el entendimiento para enfrentar con éxito una situación política inédita. En la noche de este domingo, en el estrado montado en Yaguarón y 18 de Julio, y acompañado de los principales dirigentes de la izquierda, dijo que el resultado de las urnas obliga a tener la “mano tendida”.
Un tono similar exhibió Lacalle Pou desde el escenario del Partido Nacional, en Bulevar Artigas y Canelones, acompañado por los líderes del Partido Colorado, Cabildo Abierto, el Partido Independiente y el Partido de la Gente.
Hizo mención a los dos grandes bloques en los que está dividido el país para reafirmar su idea de buscar un gobierno de unidad que represente a todos los uruguayos, insinuando la intención de no cerrarse a los partidos de la coalición multicolor.
Con la partición en dos que mencionan los candidatos, y que emanó de las urnas, adquiere valor una reflexión de Ignacio Zuasnábar, director de Equipos, quien recordó en el programa de radio En Perspectiva, el jueves 21, el aporte que hace unas dos décadas hizo en ese sentido el extinto politólogo Luis Eduardo González.
González habló entonces del mapa de un sistema político divido en dos bloques muy poco desiguales al que le dio una larga vida: uno, conformado por la centroizquierda y la izquierda; y el otro, por partidos de centroderecha y de derecha. En las tres elecciones anteriores, el bloque mayor recayó en el FA; y en estas elecciones, benefició un poco a los partidos de centroderecha y de derecha.
Y eso es lo que los grandes números dejaron al desnudo de la contienda electoral de ayer.
El bloque de la mitad un poco mayor liderado por Lacalle Pou –que anoche dijo que la victoria es responsabilidad de cinco partidos políticos– y el que representa Martínez deberían ahora hacer todo el esfuerzo posible para tender puentes y no alimentar la polarización que tanto daño provoca en muchos países de América Latina.
“La mano tendida” a la que se refiere Martínez debería enfocarse en asuntos medulares, en reformas económicas y sociales que no admiten la menor demora, y las que el FA no sido capaz de implementar por la renuncia a buscar acuerdos fuera de su propia coalición. De eso también hablaron las urnas en las dos elecciones que definieron una necesaria alternancia el gobierno.
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