Luego de tres años, la inflación uruguaya ingresó al rango meta de las autoridades y quedó por debajo del 7%. Para muchos es un dato anecdótico, para otros, una señal de que esta vez se podrá vencer la inercia de ese flagelo para cualquier economía y, para otros, una oportunidad para que el país logre tener una moneda fuerte (el peso uruguayo), una meta que daría ventajas para mitigar shocks externos como el que sufre el país desde hace más de un año por la pandemia o reducir el costo del crédito para las empresas y familias uruguayas. ¿Por qué es tan relevante que Uruguay logre mantener esa variable a raya y qué derrames puede generar si los precios moderan su ritmo de aumento? De eso irá un poco esta entrega de Rincón y Misiones.
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